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« Previous Page Table of Contents Next Page »des VICIOS del país y en el que los exhanjelos están más propensos a caer El capitán se había encontra– do con una cuadtilla en San l\1iguel, y estos dos ha– bían bajado al puerto expresamente para despojarlo Durante la noche los descublió trampeando, y dicién_ doles que él había aplendido en Chile a uSa! el cuchi-
110 tan bien como cualquiera, le aplicó unos bastona– zos en los homblos al que había tenido el honor de conocer a un cónsul una vez antes, e inten umpió la partida Existe un antiguo sentimiento de respeto ha_ cia el hombre que pOI ta espada, pelO tal sentimiento ha desapalecido en Cenho Amédca
CAPITULO 3
VIAJE A SAN SALVADOR - UN NUEVO COMPAÑERO - SAN ALETO - SAN MIGUEL - ALARMAS DE GUERRA - OTRO PAISANO - EL ESTADO DE SAN SALVADOR - EL RIO LEMPA - SAN VI– CENTE _ EL VOLCAN DE SAN VICENTE - FUENTES TERMALES -- COJUTEPEQUE - ARRIBO A SAN SALVADOR - PREJUICIOS EN CONTRA DE LO" EX'rRANJEROS - CONTRIBUCIONES - RE. CLlJTANDO GENTE - EL VICE.PRESIDENTE VIGlL - TOMA DE SAN MIGUEL Y SAN VICENTE – RUniORES DE UNA MARCHA SOBRE SAN SALVADOR - SALIDA DF SAN SALVADOR.
A las cinco de la tarde salimos pala San Salvador Don IVlanuel RomClO me proveyó de cartas de reco_ mendación para todos los Jefes Políticos y el nombre del capitán fué agregado a mi pasaporte
Yo debo plesentar mi nuevo amigo al lectOl' El Capitán Antonio V F. de algo más de treinta años de edad había emprendido un viaie de seis meses par a la
pesc~ de ballenas; pero habiendo hecho agua la em– barcación y con una tripulación sublevada, llegó al puerto de La Unión con siete ti ocho pies de agua en las bodegas y con la mitad de su tripulación en prisio– neS El no sabía nada de Centro América sino hasta que la necesidad lo arrojó a sus costas, y, mientras se seguía la averiguación oficial conespondiente y ob~
tenía la licencia para poder vender su baI co, llegó al puerto el General Morazán, acompañado de algunos oficiales de su Estado lVlayor, para embarcar a su es– posa y demás familiares rumbo a Chile El capitán F se relacionó ...·on ellos y, por su medio, con sus opiw niones respecto a la política del país; y por la tarde, mientras caminábamos a caballo por la cumbre de una montaña, me contó que le habían ofrecido el grado de teniente cOlonel y que estaba en camino para unitse con Morazán en su malcha contra Guatemala Ya se había anunciado la venta de su barco y él ya había escrito a sus dueños y a su esposa un relato de todos sus infortunios; estaba ya cansado de permanecer en el puerto y creía que una campaña al lado de Morazán era lo único que por de pronto podría hacer Le a– gradaba el General Morazán, le gustaba el país y su– ponía que a su esposa le gustaría el vivir allí; si Mow lazán triunfaba, hablía muchos cargos públicos vacan– tes y haciendas sin dueño que valdría la pena poseer Pasaría de pescador de ballenas a soldado de campaw ña, tan serenamente, como un yanqui pasa de leñadOl a redactor de periódicos Aunque yo nada tenía que ver en todo eso, le d'\.je que ninguna honra ganaría en tales campañas; que lo único seguro eran los peliglOs a que se expondría de ser herido o muer to; que dado el caso que lVIorazán triunfara, tendlía que lucha!' por conseguir su parte en los despojos, y que si fracasaban en la empresa, sin duda alguna que sería fusilado Ya había él pensado en todo esto y me respondió que an– tes de comprometerse pensaba hacer sus obsel vacíones en San Salvador
Como a las (liez de la noche llegamos al pueblo de San Alejo, alojándonos en una casa muy confol table, donde todo ela excitación por las noticias de una in– vasión procedente de Honduras
A la mañana siguiente, muy de madrugada, sali_ mos acompañados de un nuevo guía quien, pasada la población, nos señaló el lUgal donde un año antes ha~
bían robado v asesinado a un su tío Fuelon captu
w radas cuatro de los lamones y enviados por el alcalde a San Miguel, bajo la custodia de los palientes del tnuel to y con instrucciones de fusilarlos si se les opo_ nían Al pasal por el sitio del crimen) los' de la es– colta los fusilaron diciendo que se les querían oponer
A las ocho de la mañana divisamos el volcán de San Miguel y a las dos de la tarde entramos a la ciudad Caminando calle arriba, pasamos frente a una iglesia grande, cuya fachada se enconhaba caída, dejando al descubielto las pinturas de las paredes y el altar de cuar enta pies de altura, con columnas e imágenes es– culpidas y doradas Por todo el camino sólo se oía hablar de guerra y al llega¡ a la ciudad la encontramos en gran movimiento Las tl opas hondmeñas estaban ya sólo a doce leguas de distancia y no había soldados pm a defenderla; todos habían salido con la expedición de Morazán Muchos de los habitantes ya habían huí– do y los dewás se preparaban para hacer lo mismo, o trataban de E'sconderse, de modo que la ciudad se ha_ llaba casi despoblada Paramos en casa de don Juan Denning, un americano de Connecticut, que había ven_ dido un bergantin armado al gobierno federal, coman– dándolo él mismo durante el bloqueo de Omoa y quien, habiendo contraído !!latrimonio en el país, vivía reti_ rado en su hacienda desde hacía varios años La casa estaba deshabitada y desprovista de todo; los muebles
y objetos de valor escondidos y sólo quedaba allí una anciana señora que ela la suegra de don Juan Nadie lJensaba en hacer resistencia El capitán compró una espada con incrustaciones de plata a uno de los más
1 espetables ciudadanos, quien trataba de convertir en dinelo todos sus adornos inútiles y quien, llevando un pequeño cofre que contenía la plata, señaló un caba– llo de raza que estaba en el patio y, sin sonrojalse, dijo que alli estaba su segUlidad
El capit4n tropezó con glandes dificultades para conseguil mulas él tenía dos enOlmes baúles que con_ tenían, entre otlas coSas de valor, cadenas del Perú y
joyas de oro de gran precio; en una palabra, todo lo que poseía En la tarde salimos a dar un paseo por la plaza Grupos de hombres embozados en sus pon_ chos discutían er_ voz baja los movimientos del enemi– go, cuánto habría caminado durante el día, cuánto tiempo necesitar ia para su descanso y cuál sería el mo~
mento opor tuno pala huír Regresamos a la casa, jun_ tamos dos tarimas de madera pala nuestla cama y, calculando que no selÍamos molestados dmante la no_ che, olvidamos las penas de los alarmados habitantes
y nos dOlmimos profundamente
Por habérsenos dificultado el conseguir las mu_ las no pudimos salir sino hasta las diez de la mañana El clima es el más caluroso de Centro América y muy malsano baio los ardientes rayos del sol A cada ins– tante nos negaban nuevos rumores de la aproximación de las bopas hondmeñas y a nosotros nos convenía pa_ sar adelante pala no encontrarlas No voy a entrar en detalles con respecto a nuestro precipitado viaje por tenitOlio salvadOleño, el más !ico de Centlo Amé– liea, que se eXliende por ciento ochenta millas a lo largo de las costas del Pacífico Produce tabaco, el mejor índigo y el más lico bálsamo del mundo Te_ níamos a la vista montañas y ríos, valles e inmensos banancos, y los tres glandes volcanes de San Miguel,
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