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« Previous Page Table of Contents Next Page »destinadas y usadas como sepulcloS Estas por el con_ tralio, son erttelamente de tierra y piedra Jamás se han descubierto en ellas cámaras inteliOles y es plOo. bable que ninguna exista y la diferencia más radL cal de todas es, que las pirámides de Egipto están com~
pletas por sí mismas, en· tanto que las estl uduras en este país fueron erig~das únicamente pal a servir como fundamento de edificios No existe en Egipto pirámi.:. de alguna con un palacio o templo encima; en este país
no hay una estructura que no lo tenga; a lo menos nin–
guna de cuya condición pueda formarse un juicio Pero además hay una consideración, que debe sei concluyente Las pirámides de Egipto, según yo las he considerado, y tal como ellas se encuentran en la actualidad, difieren mucho matelÍalmente de las es–
ti uctmas primitivas. Herodoto dice que en su tiem_ po, la gran pirámide estaba revestida de piedra, de modo que presentaba una" superficie lisa en todos sus lados desde la base hasta la punta. La segunda pil á:– mide de Ghizeh, llaPlada la pirámide de Cephrenes, en su actual condición, presenta en la parte baja gra,:" derías, con una acumulación de piedl as angulal es en la base, las cuales originalmente llenaban los intel sti– cios entre las gradas, pero"que Se han caído ya. En la parte superiqr las capas intermedias están todavía ep. su lugar, y los lados presentan una superficie lisa has_ ta la punta No cabe duda que, al principio, todas las pirámides de Egipto fueron construidas con sus lados perfectamente lisos Las gradas no formaban parte de la obra Es en este estado solamente que deben ser consideradas, y en esta condición cesa toda posible semejanza entre ellas y las llamadas pirámides de A_ mélica.
Inmediatamente después de las pirámides, los res– tos más antiguos de la arquitectura egipcia, tales co– mo el templo de Absamboul en Nubia, como las de los indostánicos, son excavaciones en la roca, por lo cual se ha supuesto que los egipcios delivart su estilo de aquel pueblo En los tiempos subsiguientes comenza_ ron a erigir sus templos sobre el suelo, reteniendo los mismos rasgos de sombría grandeza y descollando por su vastedad y por lo macizo de la piedra empleada en sus construcciones Esta no parece haber sido la mi– ra de los arquitectos americanos. Entre todas estas ruinas no vimos una piedra digna de ser colocada so– bre los muros de un templo egipcio. Los únicos blo– ques más grandes eran los "ídolos" u "obeliscos", co– mo se les ha llamado, de Copán y Quiriguá; pero en E_ gipto piedras tan grandes como estas fueron elevadas a una altura de veinte o treinta pies y colocadas en los muros, mientras que los obeliscos que aparecen como ornamentos en las puertas, elevada, una sola pie_ dra, a una altura de noventa pies, de tal modo los so– brepasan en grandeza, que, al ser imitaciones, son las más débiles que jamás se hayan intentado por hombre!? de aspiración.
Por otra parte: las columnas son un rasgo distin_ tivo de la arquitectura egipcia, glandes y macizas, y hoy en día, descollando sable las arenas, estremecen al asombrado viajero en aquel misterioso país No exis_ te un templo junto al Nilo sin ellas; y el lector se a– cordará, que entre todo el conjunto de estas ruinas ni una sola columna se ha encontrado Si esta arqui– tectura se hubiese derivado de la egipcia, tan SOlpren– dente e importante rasgo jamás habría sido desecha.. do. Los dramas, pronaos y adytum, todos igualmente característicos de los templos Egipcios, faltan aquí también enteramente.
Luego, en cuanto a la escultura. La idea de se_ mejanza en este particular ha sido tan a menudo y con tal confianza expresada, y los dibujos en estas páginas han dado tan frecuentemente la misma im_ presión, que yo casi vacilo en declarar la absoluta fal– ta de semejanza No intentaré establecer cuáles sean estas diferencias; pero, para que el lector pueda dar– se plena cuenta del asunto de una vez, he presentado una plancha de la escultura egipcia tomada de la car_
Doy principio con la proposición de que tales rui.. nas no son ciclópeas ni se parecen a las obras de los griegos o de los romanos; no hay en Europa seme.. jante a ellas Tenemos, entonces, que dirigir nUes~
bas miradas al Asia y al Aflica.
Se ha sup'!1esto que en diferentes pelÍodos de tiem_
1)0 barcos del Japón y de la China han sido anojados sobre las costas occidentales dé América La civiliza.. ción, la cultura y la ciencia de aquellos paises se sabe que vienen de la más remota anitgüedad Del Japón
yo cleo que algunos 1elatos y dibujos han sido publi.– cados pero no he logrado tenellos a mi alcance; de la China, durante toda su larga historia, el inteliOl ha permanecido tan completamente cerrado. a los ext!,un.. jelos, que no conocemos nada de su antIgua arqUltec– tura Quizá, sin embargo, no está lejano el tiempo en que podamos conocerla Al presente sólo sabemos que ha sidQ siempre un pueblo nada adicto a los cam_ bios; y si su antigua arquit~ctura es igual a la moder~
na no tiene semejanza de nmguna clase con estas des..
co~ocidas ruinas.
Hemos estado familiarizados con los monumentos de la India Los restos de la arq,uitectUl a indostánica: representan inmensas excavaciones en la roca, ya sea enteramente artificiales o dando amplitud a las caVer.. nas naturales, sostenidas por el frente con glandes ca ... lumnas talladas en la misma roca con un interior obs. curo y tétrico.
Entre todas estas ruinas americanas no se encuen– tra ni una sola excavación. La supelficie del país, 8–
budante en laderas de montañas, parece invitar a ha– cerlas; pero resulta que en vez de estar subtenáneas, el impresionante rasgo de estas l uinas es, que \05. e" diíicios están situados sobre altas elevaciones artifi– ciales; y difícilment~ puede. suponerse que un pueblo que emigl asé a un país nuevo, con aquel poderoso im– pulso natural de perpetuar y letener a la vista los le– cuerdos de la patria, hubiese obrado tan diametralmen– te en conti'a de sus asociaciones nacionales y r~ligio
sas
En escultura, además, los indostánicos difieren en_ teramente. Sus asuntos son en gran parte más ho– lrendos .siendo por 10 general representaciones de se_ 1es hurilanos retorcidos, tteformados y fuera de lo na– tural muy a menudo con muchas cabezas, o con tres o cuatro brazos o piernas que salen del mismo cuerpo Pasemos finalmente a los egipcios El punto de semejanza al que se ha dado mayor importancia es la pirámide. La forma piramidal es una que se sugiere por si misma a la inteligencia humana en todos los países, como el modo más sencillo ~ seg~r~ de erigir una elevada estructura sobre un SÓlIdo CImIento Por consiguiente no puede ser considerada como un apoyo para asignar un origen común a todos los pueblo~ en– tre quienes Se encuentran estructuras de ese caraeter, a menos que la similitud persevere en sus rasgos más sobresalientes. Las pirámides de Egipto son singula– res y uniformes, y fuerpn invariablemente erigidas pa– ra los mismos usos y PlopóSitos, hasta dop.de tales usos y propósitos son conocidos Todas ellas son cuadradas en la base, con gradas que se elevan en disminución hasta llegar a un punto. La estructutra que más se aproxima a ésta se encuentra en Copán; pero ni aun en ese lugar existe una pirámide entera que permanez~
ca sola y aislada, ninguna con cuatro lados completos, sino únicamente dos, o, a lo más, tres, y destinada a formar parte de otras estructlU"as Todas las restan– tes, sin una sola excepción, son altas elevaciones, con los lados tan derruidos que no pudimos comprender su forma, las que, tal vez, estaban siemplemente amura– lladas en derredor, y tenfan graderías al frente y en ]a parte posterior, como en Uxmal, o terrazas o eleva_ das plataformas de tierra, a lo más de tres o cuatro fi_ las, sin una forma precisa, pero nunca cuadrada, y con pequeñas graderfas en el centro. Además, las pirámi– des de Egipto es sabido que tienen cámaras intenio– l.'es, y, cualesquiera que sean sus otros usos, han sido
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