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Hasta arriba, a un lado del corredor, estaba el nombre de William Beailham. y abajo había una es– trofa escrita a lápiz. Por medio de un árbol con mues–

cas hechas en él, subí y leí las lineas La rima era defectuosa y la ortogl afía mala. pero ellas revelaban

un profundo sentid~ de la. sul;>limidad moral espar– cida entre estas ignoradas ruinas El autor parecía, asimismo, un conocido Yo babía oído su historia en el pueblo Era él un joven irlandés, enviado por un comerciante de Tabasco al interior con el fJn de tra– Itcar al por menor, babía pasado algún tiempo en Palenque y por sus alrededores, y, con sus ideas y

sentimientos dirigidos fuertemente hacia los indios, después de meditar sobre el asunto cierto tiempo, le_ solvió penetrar en el país de los caribes Sus amigos se empenaron en disuadirlo, y el prefecto le dijo: "Tiene Ud cabello rubio, una helmosa tez y una piel blanca. y ellos o hatán de Ud un dios y lo retendrán en su compañia, o lo matarán y se 10 comerán"; pero él se fue solo y a pie, atravesó el Río Chacamal, y des– pués de una ausencia de casi un año regresó salvo, pero desnudo y extenuado, con las ufias y los cabellos largos, habiendo permanecido ocho días con un solo caribe en las riberas de un tUl bulento rio, buscando un vado y viviendo de rafees y yerbas Construyó una choza en las orillas del Rfo Chacamal, y vivió al11 con un sirviente caribe. preparándose para otl o

más prolongado viaje entre ellos, hasta que al fin al_ gunos barqueros que llegaron a tlaficar con él 10 en– contraron muerto en su hamaca con el cráneo pal tido Habra escapado de los peligros de un vi,aje que nadie en aquel pafs se atrevió a arrostrar, para morir en

manos de un asesino en un momen~o de supuesta se_

guridad Tenia el brazo colgando hacia aCuera, y un Ubro en el suelo; probablemente fué herido mientras lefa. Los asesinos, up.o de los cuales era su criado, fueron capturados, y se hallaban por entonces presos en Tabasco Desgraciadamente, el pueblo de Palen– que no había tomado, sino, poco interés en todo esto, excepto en el hecho extraordinario de su visita a los caribes y ~ su regres..o salvo. Todos sus papeles y co– lección de curiosidades fueron dispersados y destrui– dos, y con él perecieron todos los frutos de 'SUS traba_ jos; pero, si él estuvierl;l vivo, serfa el hombre, entre todos los demás, llamado a efectuar el descublimlen– to de aquella miSteriosa ciudad que tanto ha impresio_ nado nuestra imaglnacióll:

Como las ruinas de Palenque son las primeras que despertaron la atención bacia la existencia de antiguas

y desconocidas ciudades en América. y como, por tal motivo, son quizás lT!ás interesantes para el público, no estará demás establecer las circunstancias de su descubrimiento primitivo

El relato es: q\.te en eJ año 1750, un glUpo de es–

pañoles que viajap31;l PQ'r el interior de México, pene_ traron a las tierras al' norte del distdto de Carmen, en la provincia de Chiapas, cuando de repente encon– traron, en medio de un~ va~t.a soledad, edificios anti– guos de piedra, lestos de una ciudad, que abarcaba todavia de diez y ocho a veinte y cuatro millas de ex– tensión, eonocida de los indios con el nombre de Casas de Piedras. Por lo qué yo conozco del país. no acier_

to a comprender por qué razón viajaba un' grupo de españoles por aquella selva, o CÓl)1o p1Jdieron haberlo hechO Antés me inclino, a creer que la existencia de estas ruinas fué descubiert~ por los indios, quie– nes tenían claros en di&tintas partes de la selva para sus milpel'Ías. o _quizá ya eran conocidas POl" ellos des.... de tiempo inmemorial, y por sus informes los habitan– tes serían inducidos a visitarlas

La ~xistencia de tal ciudad era enteramente des_ conocida; no se hace mención de ella en ningún libro, ni hay tradición q,ue jamás haya existido. Hasta la

f~cha se Ignora "éómo se llamaba, y la única denomi-

nación que se le da es la de Palenque, por el pueblo en cuyas cercanías se encuentran las ruinas

Las nuevas del delicubrimiento COl rieron de boca en boca, fueron repetidas en algunas ciudades de la provincia, y llegaron al asiento del gobierno; pero se les prestó poca atencion. y 105 miembros del gobierno, por ignorancia, apatfa. o por la actual imposibilidad de ocuparse en algo que no fuera los negocios públi_ cos, no tomaron ninguna medida para explOl ar las ruinas, y no fué sino hasta 1786. a los treinta años

subsiguientes al descubrimiento, que el Rey de Espa–

ña ordenó una exploración; el tres de Mayo de 1787,

el Capitán Antonio del Río arribó a la aldea, en comi_ sión del gobierno de Guatemala, y el cinco prosiguió hasta el sitio de la ciudad en ruinas En su informe oficial dice: que debido a la espesura de la selva, y a una niebJa tan densa que era imposible para los hom– bres distinguirse unq,s a otros a cinco pasos de distan– cia, el ec:lificio prin~ipal qued6 completamente oculto a sus miradas.

Regresó a la población, y después de concertar medidas con el diputado del distrito, se dió una orden a los habitantes de Tumbalá. requiriéndoles doscien– tos indios con hachas y podaderas El dla 17 del mis_ mo mes setenta y nueve trabajadores llegaron provis– tos de veintiocho hachas, consiguiéndose después vein_ te más en la aldea; y COD éstos se movió otra vez para adelante e inmediatamente comenzó derribando árbo– les, lo cual fue seguido de una general conflagración El informe del Capitán Hel Río, con el comenta_ rio del Doctor Paul Félix Cabrera, de Nueva Guate– mala, deduciendo un Qt'igen egip·cio para el pueblo,

ya sea por negligencia o desconfianza del gobierno es_ pañol, permaneció encerrado en los archivos de Gua–

temal~ hasta la época de la revQlución, cuando, bajo la aCCIón de los principios liberales, los manuscritos originales llegaron a manos de un caballero inglés que había residido largo tiempo en aquel país y se publicó una traducción en este idioma, en Lonfu.es en 1822 Esta fué la primera noticia que I1egó a Euro_ pa del descubrimi~nto de estas l'wnas; y, en vez de electlizar la opinión pública, sea por falta de interés en el asunto, por desconfianza, o por cualquier otro motivo, tan poca atención Se prestó a ello, que en 1831

la Literary Gazette, un periódico de gran circulación en Londres, 10 anunciaba como un nuevo descubri– miento efectuado por el Coronel Galindo, cuya infor_

tunada muerte ya ha sido referida. Si un descubri– miento semejant~ se hubiera verificado en Italia. Gre– cia, Egipto o Asia, al alcance del turismo europeo, ha– blÍa creado un interés 'no inferior al descubrimiento de Herculano o de Pompeya, o al de las ruinas de Paestum

En tanto que el informe y los dibujos de Del Río dormían en los archivos de Guatemala, Carlos IV de España ordenaba Qtra· expedición. a la cabeza de la cual fué puesto el Capitán Dupaix. con un secretario

y dibujante, y un destacamento de dragones Sus ex_ pediciones fu~ron hechas en 1805, 1806 Y 1807. siendo la última de ellas a Palenque.

Los manuscritos de Dupaix, y los diseños de su dibujante Castenada, estaban a punto de ser enviados a Madrid, que a la sazón se 11alIaba ocupado por el ejército francés, cuando estalló en México la revolu– ción; entonces fueron ellos un objeto de importancia secundaria, y permanecieron durante las guerras de la independencia bajo el control de Castenadaj quien los depositó en el Gabinete de Historia NatUl'al de México En 1828 M Baradere los desenterró de las cajas del museo, en donde, a no ser por este acciden~

te, podían todavla haber permanecido, y las noticias de la existencia de esta ciudad se habrían perdido nue– vamente. El Congreso Mexicano habla pasado una ley prohihlendo a cualquier extranjero que no estu.

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