Page 121 - RC_1969_01_N100

This is a SEO version of RC_1969_01_N100. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

tras teIDOl es de que estallara la tOllnenta, puedo ase– gmal que ningunos viajeros la bajalon nlmca en me– nos tiempo A las cinco menos cuarto llegamos al lla_ no La montaña se hallaba oculta por las nubes, y la tormenta hatía ahora con furia arriba de nosotros Cruzamos el río, y. siguiendo a lo largo de él a través de lma tupida selva, llegamos al Rancho de Nopá Se hallaba situado en un claro circular como de cien pies (le diámetro, celca del río, con la selva alre– dedor tan tupida de arbustos y monte bajo, que las ffiula¿ nos podian penetrarla, y con ninguna abertura más que para el paso del camino a través de ehIa. El

lancho no era !'duo un techo en declive cubierto con hojas de palmer". y sostenido por cuatro troncos de ár~

boles Por todo el contorno había montones de con_ chas de Ch1 acol~ y el piso del rancho tenía varias puL

gadas de cenizar:, resto de los fuegos para cocellos. Auenas acabf;bamos de congratularnos por nuestro a_

u'Íbo a tan bello lugar, cuando ya habíamos sufrido tal embestida de zancudos cual jamás la habíamos ex– pelimentado en el país. Hicimos un fuego} y, con el apetito aguzado por ;un penoso día de trabaJo, nos sen– tamos sobre el ('ésped a disponer de una gallina de San Pedro, pero nos vimos obligados a levantarnos, y

mientras ocuuábamos una mano con los comestibles, usábamos la otra para sacudirnos los ponzonoños in_ sectos Pronto notamos que teníamos una mala pers_ pectíva para ]a noche. encendimos fuegos por todo el rededor del rancho, y fumamos desoldenadamente No teníamos pri~a .{:or acostarnos y permanecimos senta_ dos hasta una hora avanzada, consolándonos con el pensamiento de que, si no fuera por los zancudos, nues– tra satisfaC'ci6n selía ilimitada El obSCUlo borde del cIaro se veía alumbl'ado por luciérnagas de extraol–

nario tamaño y brill~ntez, que revoloteaban por entre los til boles, no brillando y desapareciendo, sino llevan_ do una luz fiia; y, excepto POl' su l'uta serpentina; se– mejaban estrellas errantes En diferentes lugares ha– bía dos qlle parecían estacionarias, emitiendo una pá–

lida pelO hermosa luz, y con aire de señoritas rivales en día de recepción Los ígneos eh'culos revoloteaban de uno a otro; y cuando alguno, más at1'evido que los demás, se apro~lmaba demasiado~ la coqueta retiraba su luz, y el revoloteo terminaba' Una, sin embargo, las atrajo a todas frente a ella, y nosotros contamos hasta siete revoloteando a su alrededor

Por último nos preparamos para dormir. Las ha–

macas nos expondrían por todos lados a los crueles a_ taques de los zC'.ncudos, y extendimos nuestlos peta~

tes en el suelo. No nos desvestimos Pawling, con mucho trabaio, iispuso sus sábanas en forma de mos_

quitero; p~ro ba{'ia. tanto calor que no pudo respirar

debaJO de ellas, y se estuvo paseando por los alrede– dores o en el 1'10 casi toda la noche Los indios se habían ocupado' en recoger caracoles' yen: cocellos pa-:–

1 a cenar, y en s(',guida se acostaron a dormir a la orilla del río; pero a ]a media noche, CQn fuertes truenos y

relámpagos, se desencadenó un aguacero torrencial; y

todos ellos se albergaron bajo ¡el cobel,'tizo, y acostán_ dose enteramente desnudos, mecánicamente, y al pare_ cer sin que esto les perturbase, se daban manotadas en el cuerpo. El incesante zu;mbido y los piquetes de los insectos nos mantuvieron en estado de vigilia e irri–

tación. Podiamos protegernos nuestros' cuerpos, pero

con una c;:nbierta sobre la cara el calor era insufrible Antes de amane('er me dirigí al río, que era ancho y

de poca plofundidad, y me extendi sobre el arenisco fondo, donde el agua tenía sólo la hondura suficiente para correr sobre mi cuerpo Este fué el primer mo– mento agl adable que yo había tenído. Mi acalorado cuerpo se I e-':rescó, y allí me quedé hasta el amane– cer. Cuando saH pal, a vestirme se vinieron sobre mi con el apetito excitado por el espíritu de ]a venganza. Nuestro dla de trabajo había sido tremendamente du– lO, "Pero el de la noche fué peor. El aire matutino, sin embargo, E'ra refrescante, y al apuntar el día desapo.-

recielon nuestlos atOlmentadores. MI' Catherwood ha_ bía sufrido menos, pero en el insomnio se le había per– dido un pleciosD anillo de esmeralda, que había usado en el dedo durante muchos años, y que estimaba por

l~s lecueldos que evocaba Nos quedamos algún tiem– po buscándolo, y por fin montamos e hicimos nuestra última salida rumbo a Palenque El camino e1'a pla_ no, pero el bosque seguía todavía tan espeso como en la montafía A las once menos cuarto llegamos a una senda que conducía a las l uiuas, o a alguna otra parte NOS-.1tros habían os abandonado el propósito de ir di– rectamente a las l uir..as; porque, fuera de que nos ha_ llábamos en una destrozada condición, no podíamos comunÍcal'nos en modo alguno con nuestros indios, y

probablemente ellos no sabían dónde estaban las rui– nas Por fin s(¡,limos a 1m llano abierto y miramos hacia atrbs la cordillera que habíamos CI uzado, exten– diéndose hasta el Peté·n y hacia la tierra de los indios sin bautismo

A medirla qt..'e avanzábamos llegamos a una I'egión de espléndidas DJ'aderas ,y vimos hatos de ganado La yerba mostrn,ba ~ el efecto de las primeras lluvias, y la pintoresca apariencia del campo me trajo a la memo_ lia muchas escenas del hogar; pero allí había un álbol de singular belleza que era desconocido, que tenía un elevado y de~nndo tronco y desplagada copa, con ho_ jas de vetde brillante, cubierto de flores amarillas. Continualldo sin preocupaciones, y parando de vez en cuando para gozar de la risueña vista alIededor y a_ pleciar el veJ nLS Ijbres de las obscuras montañas de

atl'á5., nos subimos a una pequeña meseta y mhamos el pueblo a nuestro frente, consistente en una calle cubierta de grama, no interrumpida ni aun po~' una senda de mulas, con unas pocas casas blancas dIsper– sas a cada lado. y sobre una pequeña elevación, en el extremo más d!stante, una iglesia techada con bálago, con una tOSCB cruz y un campanario frente a ella. Un muchacho podria rodar sobre la yerba desde la puerta de la iglesia hasta fuera del pueblo En realidad, este

fué el lug81 má~ muerto que jamás yo vi con vida; pe~

ro, llegando (le pueblos atestados de indios salvajes, su aire de reposo fué muy grato para nosotros. En

los subm bias hElbía chozas de indios esparcidas; y

mientras avanzábamos por la calle, ocho o diez gentes blancas, llOre.bres y muJeres, aparecieron; más de las que habiamos visto desde que salimos de Comitán, y las casas tenían una agradable y respetable aparien– cia En una de ellas vivia el alcalde, un hombre blan_ co, como de sC'sel1ta años, vestido con calzoncillos blan_ cos de algodón, y ('on la camisa de fuera, de aspecto respetable, ~lf!o jOlobado, pero con una expresión en el rostro que infundía desconfianza. Con la que yo pensaba ser la manera más cautivadora, le ofrecí mi pasaporte, pC'ro 'l)osotros le habíamos pertUlb,ado su siesta; se hahía levantado de mal humor; y, mirándo~

me íijamente al lastro, me preguntó qué tenía él que ver con mi pnsaporte A esto yo no pude responder; y, s\guió diciendo, que nada tenía que hacer con él, y que no necesitaba que se lo diéramos; que debíamos ir con el prefecto. En seguida dió dos o bes: vueltas en un círculo como para dem{)strar que no le importa–

ba lo que vensáramos de él; y, como si adivinara lo que estaba pasando en nuestro pensamiento, espontá_ neamente agregó, que ya antes habían habido quejas en su contra. pero que estas. eran inútiles; que no po_ drían removeylo y que si lo hacían tampoco le impor_ taba

Este .:mludo al final de nuestro fatigoso viaje fué

un poco desconsolador, pero era de importancia para nosotros el no tener ninguna dificultad con este áspe..

lO empleado, y, procurando acertar en punto vulnera.. ble, le dijimos que deseábamos quedarnos unos cuan... tos días para descansar, y que nos veríamos plecisados a comprar muC'has cosas. L pleguntamos si había pan en el pueblo contestó, "no hay"; ¿maíz? "no hay)); i,cafe'? "no h~y'" ¿chocolate? "no hay". Su satisfac_

77

Page 121 - RC_1969_01_N100

This is a SEO version of RC_1969_01_N100. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »