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tiva lengua; pero cu~ndo Jo comprendió y se di6 cuen~

ta que yo ela un compatliota, se despeltaron sus sen– timientos olvidaoos durante tanto tiempo, y nos reci~

bló como aquel a quien la ausencia no habla hecho más

que fortalece~ l<..s lazos que le ataban a su patria El Dr James M' Kinney, cuyo modesto nombre fué tl'ansformado en Comitán en el imponente de Don San_

tlago Maquere, Era un nativo del condado de Westmo– leland, Virginia, y $alió paJ;a Tabasco a pasar WI in_ viérno en beneficio de su salud y a ejercer su profesión Las circunstancjas 10 indujeron a hacer un viaje al intedor, v él rhi~mo establecióse en Ciudad Real En

la época del c6Jeru en Centro América se dirigió a Q1ieí:.altenango, donde fué empleado por el gobierno;

y vivió dOfl años en intimas relaciones con el infortu– nado Genforal Guzmán, a quien él describía como uno de JOS más cP.ballerosos, amables,; inteligentes: y. mejo– res hombres del país Más tarde retornó a Comitán; y se casó con una dama procedente de una fnmi~ia que en:otra,éJoC!l hlibía sido rica y podero~a, pero-que ha_ bia sido despojada de una parte de su riqueza por una revolución dos años antes solamente En~ la reparti– ción de lo que quedaba, le tocó a él la casa de la pla" za; y disgustún~.ole l~ práctica de su. proCesi.6n, la a~

bandonó v tomó la de vendedor de mercaderias Lo mismo que todos los extranjerps en el· país, con mo– tivo de las constantes guerras y levolm:!:lones Se habia puesto nervioso Ninguno de estos sentimientos teQÍa cuando alrihó 'Por primera vez, y cuando ocurrió la

primera revotuc~ón en Ciudad Real él estaba en la pla_ za mirando, C'uartdo dos hombres cay~ron heridos a SQ.

lado. Por fortuna. él los l\evó"a una ,casa pal a curar· les las heripas, :J mientras tanto el partido atacante se abrió paso h?sta .la plaza, y destrozó a cuantos hom_ bres, Sé e~l('ontrfban allí.

Hasta este lugar hab~amos viajado en el caminR para México; aquí ,Pawling iba a dejarnQ8 para seguir hacia, la capital Palenque, quedaba a nuestra derecha, rumbo a la costa d~l Atlántico. El 'Dr. M'Klnney nos describió €l ,'amino COtIla el más espantoso que ningu– no de los que hasta ahora habíamos pasado; ",habla otras dificult."'ldes.: La gu~rra, estaba .otra vez en nUeS–

tra ruta; y.,en tanto que el resto de México se hallaba tranquilo, Tabas('o y Yucatán, los dos puntos de nues–

tro viaje, se ent~ontrabat\ en revoluci6n. :Esto no nos podla halJe-r !lE'rturbado gr;-andemente a nq ser por otra dIficultad

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Era necesario que personalmente nos pre–

sentaramQ~ en Ciudad Real, a tres días de camino di_

rectamente fI1ern de nuestra ruta, para conseguir un pasaporte, sin el cua. no

podria~os viajar pQr ninguna parle de la república mexicana. Y, a más de estas dos cosas, ya de por sí serios obstáculos, había una; ter.;,

cers, a saber· el gobierno de México habla publicado una orden perentoria para impedir a todo~ los. extran, jeras que visitaran las ruinas de Palenque El Dr M' Kinney nos contó qu~ a él mismo le constaba que tres belgas, envIados, en comisión cient~fica por el go_ bierno belFa habían IdQ,a Ciudad ,Real eXPresamente a

soli~itar permiso pare, visitarlas, y que se les:había ne– gado ,Estas ,notici.3a entristecieron en parte la satis~

facci6n de m"estro arribo a Comitán'

Por cC'nsejo del Dr. IVP .lúnneys nos present~mos

per~onalmente y sin demo.ra al comandante, quien te~

nía una pt'queña guarnición como de treinta hombres, bien uniform"dos y equipados, y que. comparados CQn

los soldades de Centro América, me dieron una eleva_ da opinión dE'l ejército mexicano Yo le mostré mi pa~

sapc.rte, y un ejemplar del periódico oficial de Guate– mala, el cual afortunadamente declaraba que yo tenía

el propósito "le ir a Campeche para embarcarme rum_

bo a los ~stados Umdos. Con suma cortesia tomó in–

meaiatament~ a su cargo el relevarnos de la necesidad

de presentarnos pet"scnalmente en Ciudad Real, y ofre–

ció envial UT, correo al gobernador para obtener un pasaporte Este era un punto importantísimo; pero aún asi habría tardanza; y por consejo de él mismo vi.

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sitamos al plefecto, quien nos ,tecibió con igual cor– tesía, lamentando la necesidad de estorbar mis mo_ vilnientos al mostrarnos una copia de la orden del go– bleloo, que era IIllPerativa, y no haCÍa excepción en fa_

v~r de Agentes CQ.nfidenci~les Extraordinarios El,

s~1! embarvo, est"f'ba en verdad deseoso de servunqs, y

dIJO que ~e huena gana incurriría en alguna respon_ sabilidad rOl' ayudarno~, y. que consultaria con el co– mandante Nos separamos de· él muy bien implesio_ nados de la urbanidad y buenos sentimientos de los funrionarios m<:xical'os, y satisfechos· de que, cual– quiel a que flleSf¿' el r~sultado, ellos estaban dlspuestos a tdbutar gran lespeto a sus vecinos del Norte A la

mafl~na sir"uiente, el prefecto me mandó a devolvel el pasapo.l. te accmpañado de un atento mensaje mani– festando que desde luego me consideraban como si hu_

biera llegado acl editado ante' su' propio gobierno que seria feliz de pr<.:porctonarme tQdas las facilidades que estuviesen a su alcance, y que; México estaba abierto pala mí para viajar por donde yo quisiera J\,sf que– dó lemovida una gran dificultad Recomiendo a to–

dos los que des{'~n viajar que se ploveah de un nom-i){amiento d~ \V~shíngt-otl; . Por; lo que toca a las revoluciones, después de ha– ber pasado POl el estallido de' una c'entróamericana no se nos baria retroceder por umi mexicana Pelo' no era tan fácil desembarazarse de la orden que impedía visitar las rUln~s de Palenque Si nO$otros hacíamos una súplica pal"8 que se nos permitiese·, nos senUamos seguros de la buena disposición de las autoridades 10_ cale!); l>elO si no estaba en sus facultades el concederlo

y se vieran obHgadas por órden~s imperativas a ne~

garla, sería u~a falta de. cortesía el pretender tal cosa Al mismo tiempo yante.Ios informes del Dr. M'Kinney, ela desalentador el €:mpri:!:nder el viaje ¡sin esta licen.. Cla El vernos obligados a ¡volver sobre nuestros pa. sos, y a emplender el l~rgo viaje hasta la capital pa_ ra solic.tar el permiso,. serSa terrible; pero supimos que las ruinas Sí' hallaban alejadal5 a alguna distancia de toda habitacJén; nosotros no crefamos que, en me–

dio de una formidable revolución, el gobiernp tuviera soldados disponibles para ~stacionarlos ,allí como guar_ dianes I-'or lo tlue conocíamos de otr,as ruinas, tenía_ mos razón para creer que el. lugar se encontraria en– teramente desolt:,do; podríamos estar sobre el terreno antes que nariie se die,se cuenta que nos l).all~bamos en ias cercanías y entonces di&Poner si DOS quedábaIJlos allí o desocupábamos el campo, según las: circunstan..;.. cias; y bien valla la pena. si lográbamos un día de tran_ quiía posesión Con esta dudosa persp~ctiva, inme– diatamente comenzamos. a reparar lo d~ñado y a ha–

cer Ios, pleparativos para nuestro viaje.

La sat1sfacci6n con que nos encontrábamos en es– te ¿¡lejado lugar" en ca.s~. d~ ~p. paisapo, difícilmente pue...ie- ser apreciada. Eh el' traje; los modales, la apa~

riencia, los háb~tos :\' sentiII\lentos, el doctor se con_ servaba tan idéIltico como sí lo hubiéramos hallado en nuestro propio país. La única diferencia consl~tia en su lenguaJe, que no po~la hqblar coordina()amente, sino intei'calántlolo con expre~iones españolas, El andaba entle los del pUl'!blo, pero no era uno de ellos; y el úni–

co lazo que ;10 ataba era una Qelleza española de ojos negtos, Ulla de ~as pocas que vi en aquella tierra por quien un hombre podría olvidar a los parientes y al ha. gar El est~ba ;; nsIaso de abandonar el pals, pero Se

]0 impedla una promesa hecha a su suegra de no ba~

cerIo mientras ella viviese, Se mantenla, sin embargo, en tan constante ansiedad, que esperaba que ella lo

libr31ía de~ compromiso. . Comitán. la· ciudad fronteriza de Chiapas, contle. ne alred€.ñor de die7 mil habitantes Posee una so– berbia igl<'Fia y un convento bien llenó de frailes do– minicos Las mejores clases, como en Centro Améri_ ca. tentan su domicilio en ]a ciudad, y delivaban su

sub~istencla oe !c.s productos de sus haciendas, las cUa~

les vísitabim de C"uanda en cuando Esta es una impor_