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« Previous Page Table of Contents Next Page »de la ciudad Durante todo este tiempo las luchas de los partidos eran tan violentas como siempre; los cen– tralistas temblando de miedo, pero pm' otra parte re_
gocij<:tdos COIl el desorden en que el país se encontra– ba bajo la ariministración de ]os liberales y porque se había levantado IDl hombre capaz de infuudirles te~
nor Carrera; y los liberales dividirlos, odiándose unos
a otros ellos IVfas la agita~ión era tan grande que de
ambas partes enviaron peticiones separadas al gene_ ral l\1orazán, haciéndole presente el deplorable estado de inseguridad en que la ciudad se encontraua y pi– diéndole entrar y disponer lo conveniente para la se– guridad de todos. Por separado lasdillUtaciones se es–
forzaban por llegar al cuartel general de Morazán pa– ra rendirle homenaje y ser los pdmel'os en implorar su protección. El general Morazán ya tenía noticias del desorden que reinaba en la ciudad y se preparaba para montar a caballo cuando los diputados llegaron.
El domingo entró Morazáll con una escolta de dos– cientos hombres, en medio del regocijo general ma–
nifestado por el vuelg de campanas, los disparos de ca– ñón y otras demostraciones de alegría. El mismo dja los comerciantes, con el lHarqués de Aycinclla y otros de los del partido central, presentaron una petición haciendo ver el estado de terror en que se encontra–
ba el ánimo de los 11abitantes p didiendo a Morazán deponer a las autoridades del Estado y asumir la direc_ ción del Gobierno, convocando una Asamblea Constitu– yente, como el único medio de salvar a Guatimala de
su ruina. Por la noche los diputados de las diferen_ tes ramas del partido liberal tuvieron largos conferen_ cias con el Presidente. lVlorazán coniestó a todos que desean obrar con entera legalidad, se comunicaría al
día siguiente con la Asamblea y que acataría su deci– sión. Desgraciadamente los procedimientos de la A–
samblea eran demasiado bajos y vergonzosos para ser referidos y, hasta donde yo pude entender las con– tiendas de ]a época, el general Morazán, vadeando el torrente de hojas sueltas y folletos emanados de am– po mantenerse en su lugar con, probidad y honor. Los centralistas hicieron esfuerzos desesperados para a–
traerle hacia ellos; pero l\!J:orazáll no podía aceptar el abrazo de los que siempre habían sido sus mcís encar– nizados enemigos y que ahora quisieran ser hipócri–
tas aliados Ni tampoco poclia sostener 10 que él ell~
tendía que era un. error de sus propios partidarios". Entre tanto Carrera ganaba terreno derrotando a varios destacados elementos de las tropas federales, asesinando hombres y aCl~centando sus fuerzas con nuevas armas y municiones. Finalmente todos estuvie_ ciónron de que algo debía hacerse y en una reunión de la Asamblea. en los momentos de desesperación, acor– daron sin debate:
19-Que el gobierno del Estado se retiraría a la Antigua.
29-Que el presidente, por sí o por medio de un delegado, gobernaría el dstrito de acuerdo con el artículo 176 de la Constitución.
En medio de estas escenas en la ciudad y del ru–
mor de peores que venían de fuera, el domingo en la noche se cIió un baile en honor a Morazán, al que no asistieron los centralistas enojados por la no acepta– ción de sus propuestas. Gálvez, el jefe depuesto por Carrera, hizo entonces su primera aparición y bailó toda la noche.
Aunque Morazán era irresoluto en el gabinete, en el campo era enérgico; y estando ya investido de ple_ nos poderes, sostuvo su alta l'eputación de hábil mi– litar. En el boletín del ejército de Mayo y Junio se manifestaba la huella de Carrera, devastando aldeas y
pueblos, y la tenaz persecución que le hacían las tro– pas del gobiel'no venciéndole en todas partes en ca– da encuentro, pero sin logral' su captura. Entre tan– to, los celos entre los pm'Udos continuaban y el go– bierno del Estado se encontraba en una verdadel'a a– narquía. La asamblea no llodía reunirse porque, no asistiendo el partido del Estado correspondía al Vice~
Jefe retirarse y al más antiguo consejero ocupar su
puesto. Pero no había tat persona, el período del consejo había terminado y aÚn no se habían verificado las nuevas elecciones, y mientras Morazán se ocupa– ba en dispensar las salvajes hordas de Canera libran– do a los guatimaltecos del peJigro que los h~bía he_ cho arrodillarse- ante él, los antiguos celos revivieron
y las publicaciones incendiarias fueron lanzadas nueva_
mente, acusando a Morazán de empobrecer el país por mantener soldados holgazanes para sujetar a la ciudad por medio de las bayonetas
El primero de Julio, considerando }"'1Q1'azán a GU8_
tirnala ya lib~'e de todo peligro exterior, regresó a San Salvador, deJando tropas en varios pueblos bajo el comando de Carvallo y nombrando a Carlos Salazar comandante de la dudad. Se suponía a Carrera com– pletamente vencido y para terminar de una vez Car-ballo publicó el siguiente· '
"AVISO
"La persona o personas. que entreguen al criminal
Rafae~ Cabrera, muerto o vIVO (si él no se presenta vo– luntariamente ('onforme al último perdón). recibirá una recompensa de 1 000 dólares, y dos caballerías de terreno, mas el!Jerdóll' de cualquier crimen que hubie_
Se cometido".
El General en Jefe
"Guatemala, Julio 20 de 1838 J N. Carvallo No obstante eso, lo cierto era que el criminal Ca_
rrera ha escrito no estaba denotado Uno a uno 801'_
pl~cndía a los destacamentos de tropas federales y
mientras se recrudecaín las luchas partidaristas se hacían empréstits forzosos para mantener sold;dos h?,.lgazanes, se fodmulaban planes para abolir. El gb– bie'rno del Estado y para formar una junta provisio_
nal que lo sacara de su actual postración, organizando Una Asamblea ~onstituyente el Sr. Rivera Paz a la ca_ heza Carrera, con un número todavía mayor de segui– dores, atacaba Amatitlán, tomaba la antigua y que_ dándose allí solamente el tiempo necesario para sa– quear algunas casas, la despojó de sus cañones de sus mosquetes y municiones y lnnl'chando otra' vez sobre Guatemala, proclamó su intención de arrasar to– das las casas y de asesinar a todos los blancos. No se puede describir la consternación en la ciu– dad. Nuevamente rogaron a Morazán que volviese a defenderla. Un papel escrito a lápiz fué enviado por Morazáll, con un hombre que lo llevaba escondido en la manga de su chaqueta, impulsando a la ciudad a de_ fenderse a sí misma y queda, impulsando a la ciudad
a defenderse a sí Ipisma y sostenerse por unos días; pero el peligro era inminente. Salazar, a la cabeza de las tropas federales (los solelados holgazanes de quienes se quejaban) salió a las dos de la mañana y
protegido' por una espesa niebla, cayó repentinamente sobre Carrera en Villanueva, mató a cuatrocientos cincuenta de sus hombres derrotándolo completamen– tey dej ándole gravemente herido en un muslo. La ciu_ dad fué salvada de la destrucción entrando al siguien– te día Morazán con mil hombres. El sobresaltado cansado por eliminatoria peligro de que habían esca_ pado, aún no terminaba, los partidos estaban espan– tados; todos veían en el general Morazán al único hombre que se declarase clictadOl·.
En estos días Guzmán, el general de Quezaltenan_ go llegó a la. capitªl con setecientos hombres y el ge– neral Morazán hizo los arreglos convenientes para cnccl'l'ar y aniquilar a los cachurecos. El resultado
Lué el mismo que antes: Carrera era constantemente vencído. pero :iiempre lograba escapar. Sus segui_ dores fueron dispersados, sus mejores h.ombres captu– rados y fusilados y él mismo estuvo casi muerto de hambre en la cima de una montaña, rodeado por un cordón de hombres en la falda logrando escapar úni_ <'.amente 1)01' descuido de la guardia. Durante tres meses fué tenazmente perseguido de lugar en lugar, se destruyeron .sus antiguas guaridas y viéndose per-
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