This is a SEO version of RC_1968_12_N99. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »que Carrera pretendía cuatro mil dólares más y que si no los entregaban regresaría a tomarlos por la fuer– za. Carrera mismo había regresado pidiendo un ca– ñón de campaña, el cual le fué concedido; y por fin dejando un documento en el cual exigia la reparación de ciertos agravios, abandonó la ciudad en medio del indescriptible gozo de sus habitantes.
La alegría de los ciudadanos al verse relevados de peligro tan inminente, era grande en verdad; pero des– graciadamente no podía volver la plena confianza por_ que aún no estaban curadas las animosidades Do1íti~
caso Valenzuela fué nombrado Jefe del Estado; la asamblea renovó sus sesiones' Barrundia a la cabeza del partido ministerial, propu~o la abolición de to~os
los decretos inconstitucionales de Gálvez; se necesIta– ba dinero y hubo que recurrir al antiguo sist~ma de empréstitos forzosos. Esto exaspel:a"!?a a los. r:cos; y en medio de esta confusión, se recIbIeron noticIas que el departamento de Quezaltenango se había separado del Estado de Guatemala y Quezaltenango se había separado del Estado de Guatimala Y declarándose i~
dependiente En estos días también, el gobierno recI– bió una carta de Carrera diciéndole que el pueblo de la capital se expresaba muy mal de él, y que si cont~_
nuaban haciéndolo, todavía contaba con cuatro mil hombres a su disposición para volver a la ciudad y po_ ner las cosas en su lugar. De algún indio quet por casualidad pasaba por sus dominios. Más tarde se su– po que los seguidores de ~arrera habían renun~iado
de su autoridad y que habIan empezado operacIOnes
pOl' su propia cuenta) amenazando a la ciudad con otra invasión determinada, de acuerdo con sus procla– mas a exterminar a los blancos y establecer un go– bierÍlO de pardos libres ("fiebras libres") f gozando ellos mismos de las tierras que les habían sido de_ vueltas por su emancipación del dominio de los blan_ cos Por honra de Guatemala debemos hacer constar que al saber estas noticias un solo espíritu unió a to– dos' sus habitantes y los hombres de todas clases so– ciales empuñaron las, armas; pero esta unión fué mo– mentánea. Nuevamente llegaron n.oticias que C~n·era
¡había enviado otra vez sus emisarIOs para reUlllr sus hordas Y marchar enseguida sobre la ciudad: ~Varias
familias recibieron infort,nes privados, aconseJandp~es
abandonar la capital. CIentos de personas lo hIcIe~
ron así y los caminos se llen.ar~n de mulas .y caballos y de indios cargados con equIpaJes. El domm&.o todos los habitantes huyeron, y el lunes por la ma?-fI;na se colocaron centinelas en las barreras. Se publIco nue_ vo decreto para que todos tomasen las armas. Se pa_ só revista a las tropas. A las diez de la noche ~el
martes se dijo que Carrera se encontraba en PalencIa; a las ¿nce que había ido a sofocar una insurtección de sus pr¿pios bandidos, y el miércoles por la no.che, que estaba nen el lugar llamado Canales. El dommgo cuatlo de Marzo pasóse revista a un Ejécito como de setecientos hombres. De la Antigua remitieron tres– cientos cincuenta mosquetes y municiones, que ellos no consideraron prudente retener porque allí se oía el gr.'ito de "i muera Guatemala y viva Carrera~" ha– hiendo aparecido también pegados a las paredes, car– teles con las mismas siniestras palabras. En estos mo– mentos se recibió una carta de Carrera dirigida al go_ biCI'no aconsejándole desbandar sus tropas y asegu_ rádnlo' que él estaba reuniendo fuerzas solamente para destruir un grupo de. cuatrocientos rebeldes, encabe– zados por un tal Gálvez (Jefe del Estado a quien él mismo había destituido). y pidiendo dos cañones y más municiones. En otra ocasión, probablemente su– poniendo que el gobierno estaría interesado en su suerte, probabl~mente suponiendo que el gobierno es– taría interesado en su suerte, mandó decir que había estado a punto de ser asesinado; lVlorales aprovechán– dose de una oportunidad, sedujo a sus hombres, le ató a un árbol y ya iba a fusilarlo cuando su hermano, So– tera CarrCl'a; llegó y atravesó a Monreal con su bayo_ neta. El gobierno entonces concibió la idea de indu– cir a los rebeldes, valiéndose de la influencia de los sa-
cerdotes
J
a entreg31: las armas pagándoles cinco dóla– res por cada una; pero muy pronto se oyó decir que Carrera estaba más fuerte que nunca, ocupando todos los caminos y enviando imperiosas proclamas d go– bierno. Por último llegaron noticias que ya estaba en marcha con dirección a la capital.
En tales momentos los habitantes de la ciudad tu– vieron la feliz noticia que el general Morazán, Presi_ dente de la República, llegaba del Salvador con mil quinientos hombres. Pero aún entonces dominaba el espíritu partidarista. El general Morazán acampó a pocas leguas de la ciudad, vacilando entre verificar su entrada o emplear las fuerzas del gobierno federal para debelar una revolución en el Estado sin el con– sentimiento de su gobierno particular. El gobierno del Estado se manifestaba celoso del gobierno federal, porfiando en mantener sus prerrogativas que no te– nía el valor de defender y exigiendo al Presidente de un plan de campaña; emitió un decreto concediendo a Carrera y a sus seguidores quince días para entregar las armas, decreto que el general Morazán en su cam– pamento; dos días más tarde fué anunca'\ para actuar conforme las circunstancias.
Mientras tanto, uno de los piquetes de Morazán habia sido interceptado y sus oficiales asesinados, 10 cual levantó gran excitación entre sus tropas, pero an– sioso de evitar más derramamiento de sangre, envió a la ciudad por el Canónigo Castillo y por Barrun– dia, encomendándoles la comisión de abocarse con los rebeldes y persuadirlos para que entregasen las ar– mas, ofreciendo pagarle hasta quince dólares por cada una antes que llegar a los extremos. Los comisionados encontraron a Carrera en una de sus antiguas guari. das de las montañas de Matasquilla, rodeado de sus hordas de indios y alimentándose con tortillas. El traidor Barrundia fué recibido por los soldados de Mo_ razán con rechiflas; su pobre y cansado caballo pes~
man€ció atado en el campamento de Morazán, sin qué comer nurante nía y media; y para completar el pre~
mio de su traición, Carrera se negó a recibirlo bajo sU techo porque. como él dijo no quería hundir su nueva lanza, que era obsequio de un sacerdote en el pecho de Barrundia. . -
La conferencia tuvo lugar al aire libre, en la cima una montaña. Carrera rehusó entregar las armas a menos que las contribuciones que pesaban sobre los in· dios se redujesen a una tercera parte; pero suavizó su asperidad en contra de los extranjeros declarando que únicamente los que no fueran casados saldrían del país y que en adelante sólo se les permitirá traficar en él, pero no radicarse. El perverso cura Padre Lo– bo, con respecto a la insensatez de acusar al gobierno de la tentativa de envenenar a los indios, fueron es– cuchados con mucha atención por ellos, pero Carrera cortó la plática asegurando con vehemencia que el go_ bierno le había ofrecido a él personalmente veinte dó– lares por la cabeza de cada indio que él mismo enve_ nenara
Habiendo perdido toda esperanza de arreglo, el general Morazán marchó hacia Matasquintla; mas, an_ tes de su llegada, ya las hordas de Carrera habían des– aparecido entre las montañas. Más tarde se oía decir que habían aparecido en otro lugar, devastando el país, desolando pueblos y aldeas y, en seguida, antes que las tropas de Morazán llegaran, escondían las ar– mas y se iban a las montañas o permanecían quieta y pacíficamente trabajando en los campos. MI'. Hall, Vice_cónsul británico, recibió una carta suscrita por once súbditos ingleses de Salarná, a una distancia de tres días de camino, quejándose que las tropas de Carrera les habían secuestrado de noche, despojándo· los de todo, confinándolos durante dos noches y un día sin ningún alimento y sentenciado a ser fusila_ dos; pero que por último les ordenaron dejar el -país, lo que ellos ahora estaban haciendo, destituidos de to_ do y mendigando en su camino hasta el puerto. Pocas horas después, a las diez el cañón de alarma anuncia– ba que Carrera se encontraba de nuevo a las puertas
62
This is a SEO version of RC_1968_12_N99. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »