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« Previous Page Table of Contents Next Page »guien mfrándonos tras ella. Era éstá, en éfecto, la imagen ·de un pueblQ. desierto. Nos dirigimos al CA– BIllDO, cuya puerta se encontraba c.errada· y el ~~
portal empalizado, 'probablemente para evitar la en– trada del ganado disperso. Arrancamos la cerradura, rompimos la puerta para abrirla, y descagando las mu– las mandamos a Agustín en busca de víveres y ío–
rr:aje. Al cabo de media hora
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regreso con un huevo, que fue .todo ·10 qué :pu"do; conseguir~ ,pel'o él había excitado al ,pueblo, y; el ALCALDE un indio con bastón de pomo de plata, y varios alguaciles con lar– gas y delgadas ·varas o inSignias de autorid~d, llega-o ron a examinarnos. Nosotris les mostramos nuestro pasaporte. y les dijimos adonde ibamos. a lo cual, con su caracteristica y habitual indiferencia, no manifes-" taran' sorpresa. "' No pudieron leer .el pasapOrte, pero examinaron el sello y. nos lo devolvieron; Les pedi– mos que nos proporcionaran huevos, gallinas, leche,. etc., a "todo: lo cual ,contestaban, lo que ~.después nos fue muy familiar," UNO HAY" Y a los pocos mi– nutos se retiraron dejándonos al cuidado de :nosotros
mismos. ' :
El cabildo tenia como ,cuarenta pies de largo pOl
veinte de ancho, con paredes enyesadas; su mobilia– rio se componía de una mesa larga y dos bancos de alto respaldo, y el a]~alde nos envió un 'jarro de· agua. Denostamos al arriero por, detenerse en un lugar don– de no podlamos conseguir nada p~ra comer, y coro'" pusimos nq,estra <»ntida:y cena: :con pan y chocolate, teniendo cuidado de no darre, a él nada; Habla cla– vos en: las pa:redes para colgar las ,hamacas, 'y al ano':'" checer nos· preparamos pata dormir. Mr. C. estaba: en:
su hamaca, ,y 'yo' me encontraba medio tlesvestido, cuando 'la puerta fué repentin~l1nente abierta con vio~
lencia, y velntichico o treinta hombres se pi"eCipitaron al interiorr, 'el alcalde, los "alguaciles, soldados, indIos y mestizos, individuos trapientos y; de aspecto feroz, armados: COn 'varas de servicio, espadas, garrotes, mos– quetes y MACHETES y con rajas de pino encen– dida.s. A la cabeza de ellos estaba un o~icial: como de veintiocho a treinta años de edad, Con sombrero gla–
~eado y espada; y'de expresión inteligente y malvada, quien: más tarde supimos que era capitán
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de! ¡una de una! de· las compañias de Carrera,. El alcalde eviden– temente estabá ebrie, y dijo que quería ver mi pasa– porte otra ve~.' Sé lo dí y él lo puso en manos del joven: oficiál, quien lo exan'linó'y dijo que na era vá....; !ido. Mientras tanto Mt Catherw<iod y' yo nos< habia– mas vestido: '.yó 'no era muy versado en la lengua. es– pañola; y, por niedio de Agustín, manifesté mi carác... ter Qficia), señalando espedalJnEmte la autórizaci6n del Comandante Peñol y del General Cáscara. El no prestó atención a mis explicaciones; el alealae dijo que ya antes había visto Un pasaporte, y que estaba impresO, y ef!. un ,pequeño pedazo de pape~ no más grande" que su mano~ mientras que el mIo era el que me
había dádo el gobierno en tina"hoja'en cuarto. A ritás de esto, elloS dij~l:on' <i.'4e el sello del General Cáscara era s610 del departamento de Chíquimula, y que éste debia ser el del Estado de Guatimala. yo hice todo lo posible para demostrar la insuficiencia de
estas 'objeciones; mas; después de una acalorada dis– cusión, el joven nos manifestó que no proseguiríamos nuestro 'viaje, sino que deberíamos quedarnos en Co– motán hasta que. se pudieran enviar infórmes a Chi– quimu18, y se recibiesen órdenes - de' aquella plaza. Nosotros no estábamos dispuestos a permanecer en ta– les inanos; los amenazamos can las consecuencias de poner obstácuJg5 en nuestro camino: y por último dije
yo' que, antes qUe ser detenido allÍ' con pérdida de tiempo, abandonaria ppr cOIp.pleto mi viaje a Copán, y regresaría por el cámino por donde había llegado; pero ambos, el oficial y el alcalde, dijeron perentoria– mente qu~ no saldriamos de Comotán.
En seguida el joven :rrte'dijo que le entregara mi pasaporte. Le respondí que' el pasaporte me había sido' dado por mi propio gobiern.o; que él evidenciaba
mi carácter oficial, necesario para mi seguridad per– sona]¡ y que yo no lo entregaría. Mi. Catherwool hi;.. zo una docta exposición de- las' leyes internacionales, de los privilegios de un embajador, y\ del peligro que podría acarrearles la venganza del gobierno DEL NOR–
TE Jo cual yo sostuve "con algún calo!', pero todo fue inútil-o Por' fin yo le dije una vez más que no le entregaría mi pasaporte, pero 'le' ofrecí llevarlo yo
mismo, bajo la' custodia de soldados, a Chiquimula, o a cualquier otrái parte qUe" quisieran enviarlo; él res– pondió éon, insolencia que nosotros no iríamos a Chi:.... quimula ni 'a ningún: otro lugar; ha para adelante ni para 'atrás; que 'deberlamos permanecer donde está–
bamos y entregar el pa·saporte. Reconociendo que los argumentos y las objeciones eran ineficaces, coloqué el' paPel deoajo de rtJ.i. chaleco, me abo"toné "bien -la chaqueta en -medio del ¡lechal y le dije que déber.ía tomarlo por la :fuerza; y' el oficial con Un destello de
satisfación que cruzó por su villano rostro, respondió que a'si lo
haria. Yo añadí que, eu.alquiera que fue~
ra el :re~ultado inmediato, a la postre sería fatal para ellOs; a lo q~e' contestó, "COJ1. desprecio, que eUos co– rreran el riesgo. Durante todo' ese tiempo, la banda de cobardes rufiane~ estuvo con las manos en la em.... puñad"ura de sus espadas y machetes, y dos bribones con aspecto de asesinos sentados sobre un banco oon
sus mosquetes éontra el hombro,' y la boca de sus ca– ñones' apuntándome a tres pies de distancia del pe:... cho. Si' hubiéramos tenido más tiempo- de estar en
e' lpafs habríamos estado' más alarmadós; pero como todavía no coriocíamos el carácter sanguinario del pue--– blo" .y. todos' los procedimientos eran tan ofensivos e insultantes, sublevaron nuestra Indignación más que nuestros temores. Agustín, quien, desde que había sufrido una herida de machet~¡ eh la cabeza, que no
lo mató~ era' siempre belicoso, trie suplicaba en fran– cés que ordenase el hacer fuego, diciéndome que una descarga los dispersaría a, todos. 'l'eniatnos once car– gas,' todas seguras; estábamos excitados, y, ,si el mis....: mo joven hubiera puesto 'las manos, sobre mi; pienso que 10 habría' deribado en tierra por lo menos; pero, muy afortunadamente, antes que él hUbiese tenido tietnpo de dar sus órdenes para caer sobre nosotros un hombre que entró después De los demás, de :mejor clase, con sombrero gJ.asea~o· y ch~queta,' par6se ade~
lante y pidió 'ver el pasaporte. Yd estaba determina"': do a no soltarlo de mis ma.nos y lo tuve en alto fren– te'a la luz de una' raja de pin<> mientras él Id leía. y, a petición de Mi'. Ca~erwoO"~, en voz alta. - . Desde entonces he dudado si aUn el oficial lo ha– bría leido, o, de ser asf, si él habrfa comunicado su contenido, porque produjo efecto so~re ~I alcalde y suS alguaciles; y, q.e.sp\lés de algunos momentos de ansiosa
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ex-pecíadi.ón, para nosotros, se abstuvieron de
ejecutar sus amenazas,' pero dijeron que debíamos per– manecer bajo custodia. Pedí un expreso, para llevar inmediatamente una carta al General Cáscara, lo cual rehusaron; pero, "a: mi ó*,edmiento de pagar ~l costo
de dicho expreso, el alcalde- me prometió enviarlo. Sa–
biendo que el General Cáscara era italiano, y teme– roso' de confiar en mi español, escrlbó una nota, que Mr. C. tradujo al italiano, informándole de nuestro arresto y de nuestra prisión;' que habia exhíbido mi
pasaporte especia:! de mi propio gobierno al alcalde y a los soldados' que nos arrestaron, con las firmas dél Comandante Peñol y la de él, que daoan fe de mi carácter oficial. las que no se juzgaron sufiéieu– tes; pedla ser puesto en libertad inmediatamente, Y que se nos permitiera seguir nuestro viaje sin ulterio– res molestias; y agregando, por supuesto, que mani~
festariamos al gobierno de' Guatemala, y también al mío, la manera en que habíamos sido tratados. Para darle' mayor importancia, Mr. Catherwood firmó la nota como secretario; y, no llevando yo conmigo el sello oficial; la 'sellamos, sin que nadie lo viera, con un medio dólar americano nuevo, y se la dimos al al– calde. El águila extendía S\lS alas, y las estrellas res~
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