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« Previous Page Table of Contents Next Page »mo. El 16 de Enero del 85 sintiéronse temblores de tierra que continuaron durante ese año y el siguiente, con tania frecuencia, que no pasaban ni ocho: días sin que se sintiera un temblor más o menos violento. La
l1l.o'ntaña arrojaba fuego sin césar durante meses ente~
ros, lo que aumentaba grandemente la general cons~
ternación.· El lnayor desastre de estas series ocurrió el 23 de Diciembre de 1586, cuando la mayor parte de
la ciudad fué reduCida de nuevo a un montón de Tui .....
nas, sepultando bajo los escombros a muchos de sus infortunados habitantes; la tierra se sacudió con tal violencia, que las cima3 de las más altas coli'nas fue– ron derribadas, y se formaron profundos barrancos
en varias ,partes a nivel del suelo".
uEÍl 1601 una peste arrebató muchas vidas. Ata– caba con tal magnitud que a los tres días, general– mente, acababa con la existencia de los afectados por ella" .
HEI 18 de Febrero de 1651, como a la una. de la tarde, se oyó el más. extraordinarip ruido subterráneo, seguido inmediatame'nte de tres v~olentas sacudidas a muy cortos intervalos una de otra, que derribaron pOI:
tierra muchos edificios y dañaron otros;, las tejas de los techos de las casas ,fueron dispex;.<?adas en todas direcciones, para 'partículas de paj~ :po:t;un soplo de viento: las cam~anas de los templos sonaron por las vibraclones; moles de rocas se desprendieron de las montañas, y aún las bestias ,salvajes se encontraban tan aterrorizadas, que~ perdien~o su natural instinto, abandonaron sus guadd'as y buscaron refugio en las habitaciones de los hombres".
"El año 16B6 trajo cf:"msigq otra espantosa epide– mia que en tres meSes barrtó ~Otl. la décima, parte de los habitantes .... " "Desde la éapita1, la peste se esparció por loS; pueblos, circunv~ciposY ,de ahí a los más remotos, ocasionando terribles estragos, particu– larmente entre los más robustos de los habltanh~s".
"El año 1717 Iué inernorable: 'en la noche del 27 de A¡:tosto, ]a montaila empezó a arrojar namas,acom~
pañadas de un retumbante ruido subterráneo.. La no– che del 2B aumentó la erupción con gran violencia a– larmando .muchísimo a los ,habita'ntes Las imágenes de los santos fueron sacadas 'en procesión, se: hicieron rogaciones públicas cada día; pero la terrible ert,lpción aún continllaba, acompa:q.ada, a intervalos, de frecnel1..,. tero temblores por más ,de; ,e~atro meses., P01~ ú~tiinO,
la noche del 2qde 'Septieinb~ei la suerte de Guatemala pareció decidida, pues una,~nevitablédestrucc~ón daba señales de aproximarse., Grande fué la ruina de los edificios públicos; mú,ch~s casas fuero'n derrihadafi y c8si todas las restantes quedaron seriamente dañadas; pero ]a mayor deva.stación s~ vio en los templos". "El año l de 1773 fué la época más l'úgub_re en los anales de esta metrópoli; fué entonces destruida para ya no' resurgir jamás de sus ruinas como capital" .,. "ComQ a las cuatro de la tarde del 29 de Julio se sin– tió una tremenda vibración, y a los pocos momentos principió la horrorosa convulsión que decidió la suer~
te de la infortunada ciudad" .. '. "IEl 7 de Septiembre hubo otra que derribó la mayor parte de los edificios que quedaron dañados el 29 de Julio: y el 13 de Di~
ciembre, una todavía más violenta dió fin al ttabajo de destrucción" •... ,"Aún no estaba el pueblo resta– blecido de la consternación que le produjeron los su~
cesos del fatal 29 de Julio, cuando se convocó una reu~
nión con el objeto de aunar los pareceres de los habi.~
tantes para el traslado" '. . .. HEri reunión se estableció que todas las autoridades Se trasladarían, provisional~
mente al pequeño pueblo de La Ermita, hasta 'que los valles de Jalapa y Las Vacas pudieran Ser deslindad0s y que la voluntad del Rey sobre el asunto hubiese sido averiguada" .. "ElIde Septiembre el Gobernador y
todos los tribunales se trasladaron a La Ermita; se completaron los deslindes de los lugares ya. mencio ~
nadas y se· convocó de nuevo a los habitantes para de-– cidir con respecta a la traslación. Este congreso se
verificó en la capital provincial y duró del 12 al 16
de Enero de 1774: Se leyó el informe de los comisio– nados y por mayoría de votos resolvióse hacer el for– ,mal traslado de la ciudad de Guatemala al Valle de
Las Vacas. El Rey dió su asentimiento a esta lesolu–
ción el 21 de Julio de 1771; y por un deCj'eto del 21
de Setiembre siguiente, aprobó la mayor parte de los proyectos que fueron propuestos para llevar a efecto la determinación, cediendo muy liberalmente el total d€/ ingresos de las aduanas, por espacio de diez años, para los gastos de edificaciones, etc. En virtud de este decreto, el Ayuntamiento se estableció en debida forma en el nuevo lugar,el d~a primero de Enero de
1776, 'y el 29 de Ju~io de 17,77 se 'emitió una proclama
en fa Antigua Guatimala, recomendando 3: la pobla– ción trasladarse a la nueva ciudad dentro del térmi– no de un año y abandonar totalmente los restos de! la antigua". ..,
Tal es la referencia que hace el historiador de Guatemala con respecto a la destrucción. de esta ciu– dad; además de la cual, yo vi en el mismo lugar al Padre Antonio. Croques,. un octogenario y el más vie– jo canónigo de Guatemala, quien estaba viviendo en la ciudad cuando ocurrió el terremoto que completó su destrucción. Estaba todavia vigoroso física e intele(}~
hialinente, escribió su, nombrg .con mano firme <.:l11 mi libro de notas y conservaba un vívido recuerdo del esplendor de la ciudad cuando, en ,su niñez, como él decía, los carruajes rodaban allí como en las calles dé Madrid. El día fatal Se encontraba él en la iglesia de San Francisco con gos padres, uno. de quienes, en el momento del temblor le tomó de la mano &! 1'as–
tr~I1dole hacia el patio; el otro quedo sepultado bajo las ruinas de~ templo. Recordaba que las tejas vola–
ran de los techos de las casas en todas direcciones; las nubes de polvo eran sofocantes 'Y la gente corda a las pilas para saciar la sed. iLas fuentes se rompieron y un hombre le' arrebató ei sombrero para sacar el agu a El Arzobispo durmió aquella noche en su ca.:..
rruaje en 18; plaza. Me descripió las ruinas dé los edificios particulares, los muertos que fueron extraídós de entre los escombros y la -Confusión y terror de los habitantes; y aunque sus recuerdos, eran solamente los de un niño, tenía material suficiente para horas de conversación;
lEn compañía del cura visitamos el interior de la catedral. Los gigantescos muros estaban en pie p~ro
sin techo; el interior era usado como cementerio y
las tumbas sombreadas por un bosque de dalias y ár-– boles de set~nta a ochenta pies de elevación que salían por arriba de los muros. El altar mayor se encontra~
ba en pie bajo un cúpula, sostenida por diez y seis coluro'nas forradas de carey y decorado con medallones de bronce primorosame»te trabajados. Sobre la cor~
l1iza estaban anteriormente colocadas la imagen de la Virgen y las de los doce Apóstoles,' de marfil, pero todo esto ya no existía; y más interesante, que los re– cuerdos de su antiguo esplendor o que sus melancóli– cas ruinas, era la bóveda vacfa donde en un tiempo reposaron las cenizas de Alvarado el Conquistador. Por la tarde se me acercó mi joven compañerQ
y noS fuimos para Santa Maria, un pueblo de indios a dos leguas de distancia¡ situado en las faldas del volcán de Agua, con el propósito de ascender a la ci– ma al siguiente día. A medidfl: que nos aproximába– mos al valle, la escena eran tan hermosa que no me admiré que ni aun los terremotos pudieran hacerlo, de– solado. A una legua de distancia llegarnos al pueblo de San Juan Obispo, cuya iglesia y convento Sou vi– sibles desde abajo y dominan una magnífica vista del valle y ciudad de la Antigua. Al anochecer llegamos al pueblo de Santa María, encaramado a una altura de dos mil pies arriba de la Antigua y a siete mil pies sobre el nivel del Pacífico. La iglesia se yergue so– bre un magnífico atrio con varias entradas; y frente a ella se encuentra una gigantesca cruz blanca. Nos
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