Page 100 - RC_1968_12_N99

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cita. IEI patio se encontraba . lleno de _caballos con gran variedad de elegantes monturas~, Aunque íbamos solamente a nueve millas de distancia y a un pueblo grande de indios, era necesario llevar camas, ropa de dormir y provisiones. yn séquito de, sirvi~r:tes sufi~

ciente para llevar pertrechos de una pequena exp~­

dición militar fué e'nviado por delante, y todos partt~

mas. En las afueras todas las ansiedades y peligros que dormitaban en la ciudad se olvidaron. Nuestro, camino se extendia sobre una extensa llanura que pa...:. recia a

medida que el sol Se ocultaba tras los volca~

nes de'Agua y de Fuego, un hermoso juego de bolos ~n

el cual nuestra comitiva, pre~edida por una larga fIla de indios con cargas sobre sus espaldas, formaba el cuadro. Yo me sorprendí al ver que las seiloras no eran buenas amazonas. Ellas nunca montan por pla– cer, y, por falta de comodidad en el c.amino, rara vez viajan.

Fué después de anochecer cuando llegamos al bol'..;.

de de un profundo barranco que separa a M;ixco dell1.~­

no. Descendimos, y, al subir del lado opuesto, s~h .....

mos de ía obscuridad de un barranco a una calle Ilu–

minada, y, a dos o tres cuel:'pos de caballo, a una 'p~a­

za resplandeciente de luces y llena de gente, pas! to– dos indios en traje de fiesta. En el centro de la. pla–

za había una hermosa' fuente, y en el lugar ~omm~n­

te un',;i.' gigantesca iglesia. Cabalgamos haCIa arrIba,

rumbo a la casa_ que había sido preparada p;ara . las

dama:;, Y: dejándolas alU, los' caballeros se dlspers~"" ron en busca'.de alojamiento para ellos; Las puertas de toda,s las casas' estaban abiertas .y la únicp. pregun...; ta que se,-hacia era que dónde habría un c~arto. ~l­

gunos '1os jóvenes 'no se tomaban esta molesba, pues habían dispuest(} trasnoch;ar, Y. el Sr. P. Y: yo, habiendo asegurado un local, :regresamos. a la, casa 0-'

cupada por las damas.. En una esquiI~a. ~abia un~

TIENDA como de diez pl~S en cu~dro" dlVldld~ "Y" con estantes que les sirvieron para cloocar sus ,sombreros

y chale~. El, resto de la habitación contenía sola"": mente una mesa larga y bancos, ,.A. los pocos momen– tos las sefíoras estaban listas y todos, salimOfl para dar un paseo, Todas las c~Iles, y callejones ep.tal;mn bri-'– llantemente ,ilwninados, y a, través de algun~s había arcos decorados con $iep:1preverde Y luces, y en las es– quinas había altares bajo emparrados de ramas ador– nados con flores. El espíritu de la alegría parecía

tomar posesión de nuestras guías, quienes, cyando se les antojaba, entraban a cualquier casa, y después de una animada charla la dejaban, inventando salir . a,

tiempo que el último de los de la comitiva iba entrari...l do. En una casa encontraron un poncho enrollado cuidadosamente, sobresaliéndole el mástil de una gui–

tarra~ -:E.l dueño de la casa sabía únicamente que ~sta

pertenecía a un joven de Guatemala, que la habia de–

jacl0 cOmO una señai de su intención de pasar la n!Jche

allí. Uno de los jóvenes desenrolló el poncho, y ca~

yeron algunas rebanadas de pan, las que él distribuyó

y con media rebanada en. la boca, tocó un vals, el cual fué seguido por una cuadrilla; la buena gente 4e la

casa parecía c;.omplacida c;Ie este libre uso de su techo, y batiendo palmas todos. alrededor" con Jl1uchas ex~

presiones de buena voluntad por ambos lados, salimo~

tan sin ceremonia como habfamos e'ntrado. Hicimos una jira por todas las calles principales, y cuando re-– gresamos a la plaza la procesión iba saliendo de la iglesia.

" La procesión del pueblo én honor de su santo pa–

trón es el gran orgullo de los indios y la piedra de toque de su carácter religioso, Cada indio contribu– ye con su trabajo y dinero para llevarla a cabo, y es

el más honrado a quien se le permite la parte más

importante en ella. Este era un pueblo rico> en don–

de vivfan todos los arri_eros de Guatemala; Y en nin– guna parte había visto una procesión indfg~na tan im-

ponente. La iglesia, estaba situ.ada sobre una eleve..– ción al frente de la plaza, con Su entera fachada ri–

-oa en ornamentos: e iluminada por la luz de las antor_ chas; y en el gran atrio y las gradas estaban apiñadas multitud de mujeres vestidas de blanco. ,En el centro

y frente a la portada había un espacio claro y, con un ruidoso canto, la procesión atravesó la entrada. Primero venía el alcalde y sus alguaciles todos in~

dios, con la vara en una !pano y candelas de cera en– cendidas, de seis u. ocho pies de largo, en la otra; en

seguida un grupo de diablos, no tan traviesos corno los diablos de GU8itemala, pero más feos, y probablemente lnás parecidos, de acuerdo con las nociones de los in– dios; a continuación; sostenida en alto por indios, una gran cruz de plata, primorosamente cincelada y orna~

mentada, seguida por el cura, con un palio de seda sostenido sobre su cabeza en los extremos de largas pértigas llevadas por indios. A medida que avanzaba la cruz todos se arrodillaban, y a un extranjero se le habría considerado culpable de un insulto hacia su

santa religión si hubiese omitido el conformarse a es~

ta ceremonia. Después seguian imágenes de santos rriás grandes que lo natur~l, conducídas en. hombros

de indios; y en seguida una imagen de la Virgen, pri–

morosamente vestida, con la túnica resplandeciente de lentejuelas. A continuación venía una larga pro– cesión de indias vestidas con sus trajes típicos, con una gruesa faja roja trenzada en el pelo; que pare;..:

cía un turbant~, todas llev~mdo cirios encendidos. lLa

procesión pasó por las calles ilUminadas, bajo los ar– cos, y parándose 'de tiempo e'n tiempo frente a los al~

tares, dió la v~elta al pueblo, y/ como a la hora, con un ruidoso canto, ascendiq las gradas de la iglesia. Su vuelta a entrar fué anunciada con· una descarga de colletes, después de lo cual todos se reunieron en la plaza pal'a 'la exhi1?ición de los fuegos artificiales. rranscurti6 algún tiempo a.ntes de que estos es~

tuvieran preparados, porque los que figuraban e'u la procesión, particularmente los diablos, tenían que sel,'

los principales directores. Nuestra comitiva era bien conocida en Mixco, y aunque las gradas de la igl~sia

estaban atestadas, uno de los mejores lugares fué in– mediatamente desocupado para 'nosotros. Por su pro~

ximidad a Gu.~temala, el pueblo de Mixco conocía a

todas las principales familias de aquella ciudad, y es– taban alegres de ver tan distinguida compañ~a en su FIES'I¡A; y la manera familiar aunqqe respetuosa con que en todas partes eran tratados, manifestaba una

,sencill~z de costumbres y una bondad de s.,entimkmtos

f

entre el rico y pobre, que para mi fué una de las par– tes más interesantes de toda la fiesta.

La exhibición principió por los TOROS¡ el hom– bre que hacía de toro lo hizo al agrado de todo el pú– blico, dispersando y haciendo huir a la muchedumbre en la plaza; se abalanzó hacia las gradas de la iglesia,

y, en medio de risas y de gritos, se fué. Palomas vokdoras y otras piezas vinieron en seguida; y todo el: espectáculo terminó con la. gran pieza nacional del Castillo de San Felipe, que era una representación del rechazo de una flota inglesa. Una elevada estructu– ra representaba el cas~illo, y un pequeño bergantín encaramado en la punta d~ un palo, como un gallo de campanario, la flota.· El berga:ntín lanzaba una anda– nada, y en seguida, por un repentino salto~ giraba so– bre un eje, y lanzaba otra; y mucho desP1lés; cuando ya estaba acribillado, el castillo seguía arrojando por todos lados una magnánima corriente de fuego. Cuando todo terminó, regresamos a la POSADA. Un mantel estaba extendido sobre la larga mesa, y

en unos pocos minutos, bajo la dirección de las seño– ras, fué cubierta con los materiales para el día de

campo, traídos de Guatemala. Los bancos se a'rrima_ ron a la mesa y todos los que pudieron hallar asiento

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