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« Previous Page Table of Contents Next Page »nista del Nuevo Mundo-- sembraban un palo como de ochenta palmos y encima, en la punta, colocaban
un ídolo muy pintado al que llamaban cacahuat o ca– cao En torno de él se formaba un cuadrado de po– los de oonoe penoían de sus extremos dos muchachos de siete u ocho años el uno con un arco en la mano y en la otro con un manojo de flechas, y el otro, en ca– da una de sus manos, con un mascador de lindas plu– mas y un espejo Dábanle vuelta al palo con una cuerda gruesa de bejuco o de cabulla enrollándola en el palo y tirando luego para darle impulso que le hi– ciera dar vueltas devolviéndose la cuerda y a cierto tiempo del contrapás, salían aquellos muchachos de aquel cuadro volando alrededor para caer lentamente sobre la tierra
El comentario que hizo Vaillant sobre este pasa– tiempo, al observar a los indígenas mexicanos, puede aplicarse también a las muertos "Cada vuelta acer–
caba al suelo a los hombres pájaros y oebían, al cam– biar su centro oe equilibrio y ajustar sus alas, producir el efecto de pájaros planeando que se elevaban y caían Esta modesta aplicación del principio del des– plazamiento debe haber proporcionado un espectácu– lo lleno de color y belleza".
61 EL COMELAGATOAZTI,
Hoy otro juego, que era una adaptación local de
El Volador, llamado comelagatoazte frecuente entre los nicaraguas y chorotegas Consistía, según Ovíe– do, en tres palos dos fijos en la tierra y uno atravesa– da que se insertaba "en un renglón rojizo y largo, per– forado en el centro y que rodaba alrededor del paste horizontal que le servía como de eje" "Dos hombres -escribía Lothrop-, cada uno de ellos colgado de uno de los extremos del renglón giratorio, proporcio– naban lo fuerza motriz levantando su propio peso". Esta manera de voltear, agrega Oviedo, "no deja de dar admiración o los que no la han visto ll
C) AREYTOS COMUNES
El resto de los Oreytos, cantares y mitotes eran demasiado comunes y, por consiguiente, menos impor– tantes En el capítulo cuarto de la tercera parte de su Historia General y Natural de las Indias Oviedo re– lata que había otras muchos areytos en los cuales an– daba tan espeso el vino como el cantar hasta que caían los indios hechos cueros borrachos tendidos por el sue– lo Muchos de los que se embriagaban de esta for– ma quedábanse allí, donde caían, hasta que el licor se les pasaba o llegaba el día siguiente porque al que veían caer "de su compañía más le ha envidia que no mancilla e aun pOI que no entró a baylar sino para , "
quedar de aquella manera .
DI LAS "BACCHANALlAS FEISSIMAS"
Mós detalles encontramos en el capítulo doscien– tos cuarenta y tres de la Apologética Histórica de Fray Bartolomé de las Casas Ah~ describe las "baccaha– Iias feísimqs" que solían celebrar nuestros indígenas --adornados can sarteles de cascabeles de oro y otros de hueso, pintados en la caro y el cuerpo, empluma– dos, dando alaridos y al son de tambores y flautas---
cuando el cacique de la región o del pueblo casaba
a su hija, enterrada algún pariente o deseaba hacer alguna sementera.
Auebataban a sus mujeres que mejOles lea parecían en el COlO -esclibia Fray. Baltolomé- y
salidos fuel a estabau con ellas el tIempo que que–
lían sin sel 1ml te los matidos para estorbmllos es– tando presentes, aunque fuesen los plOpios señOles,
pOl no queblantar tan loable costumbre; pOlmanera
que aun hasta en las bullas, las al mas daban para llecados no chica osadía
Estas danzas, además de unir el divertimento y el deleite rítmica, eran aprovechadas para efectuar sacrificios humanos Oviedo describe detalladamente "un oreyto a modo de contrapás en corro" en el que, después de realizar la bebiata, subían al elegido -hombre o mujer- al "montón de sacrificid' y con un cuchillo filoso el sacerdote le abría el costado y le sacaba el corazón La prímera sangre sacrificada era ofrecida al sol y luego se le cortaba la cabeza a la victima En aquel momento todas las mujeres grita– ban e ibanse al monte, a Jos bosques y a los sierras, solas o en compañía de otras, contra la voluntad de sus maridos y familiares. Estos las hacían regresar ya con sus ruegos o promesas, yo con dádivas y si no regresaban por si salas las capturaban y ataban por algunos días hasta que se les pasaba la borrachera pero considerando superior o la que tardaba mós que las otras.
El LAS CLASifiCACIONES DE LOTHROP y BRINTON
Nuestras tribus practicaban estos bailes que so–
l~an acompañarse de cantos y recitaciones en prosa Lothrop, apoyándose en el mismo Oviedo, clasifica estas danzas aborígenes en religiosas, dramáticas (en las que la letra era tan importante como el movimiento) y en bailes comunes con música y mucho licor. Brin–
ton, por su parte, las divide.
n en danzas sencillas, 2) en danzas con cantos,
3) en danzas con recitaciones en prosa;
4) en recitaciones escénicas con músico de un
solo actor; y
5) en dramas completos con música, ballets, diálogos y trojes
Mas solo las tres primeras divisiones son propia– mente precolombinas e indígenas Las otras dos, de las cuales son representantes La Loga del Niño Dios y
El Güegtiense respectivamente, solo se producen du– rante el mestizaje, es decir en la colonia
FI LOS SEIS ELEMENTOS TEATRALES PRECOLOMBINOS
Lo que aquí interesa, más que las ejemplificacio– nes y clasificaciones anteriores, es señalar los elemen· tos peculiares, entresacados de los textos de los cro– nistas, que aportan estos antecedentes nativos de nuestro teatro colonial, elementos que, por lo menos algunas, se conservaron vivos e intactos en los bailes populares y representaciones callejeras posteriores. Aunque no podemos hablar de un teatro pre– colombino nicaragüense, sí sabemos que en nuestra provincia se realizaban danzas de carácter dramático
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