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DI POSIBLE lLEGADA DEL QUIJOTe
Una pI egunta interesante que se hizo el historia– dor antes citado hace muchos años fue la siguiente. ¿Cuándo vino a Nicaragua el libro Don Quijote de la
Mancha? El supone que alrededor de 1650 varios volúmenes de la primera edición de la obra de Cervan– tes circularon entre los lectores granadinos La suso– dicha suposición estaba basada en el que, en un estu– dio sobre el intercambio mercantil de los libreros de ta– les décadas, entre la Metrópoli y América, consta que en Sevilla fueron despachados, por el mercader Juan de Sarria, 61 cajas de libros consignadas a su hijo que
era librero de la ciudad de Lima Sarria, el hijo, fue hasta Porto Bello a recibir el cargamento y, como no tenía dinero para satisfacer los gastos del flete y
otros recargos, tuvo que vender de emergencia ocho cajas allí mismo en el puerto Dentro de esas cajas hallábanse "setenta y dos ejemplares de la obra máxi– ma del Príncipe de los Ingeníos".
Por esa misma éllOca --explcsa CuadIR Pa–
sos- ela muy activo el eomcIeio cnhe Nicmagua y
el Pet ú. J~os comerciantes glanadillos viajaban con mllchn fl ecuenda a POI tobelo La rufa interocéanica
pOI Nicalugua se disputaba el hállSiio del comclCio
enhe Perú y la l\'Ietlópoli con la ruta panameña Los
glanadinos eran potfiados en esa pelea coincIcial Tan animado llegó a ser ese comel ciD que ciertos intereses mehopolitanos se sintieron peIjudicados y loglalon
se dictala una plOvidcllcia de 28 de m~nzo de 1620
en 'lIle se plohibía la navegación entre el Reino de Gua1emala y el PClÚ Nicmaguu ledumó coaba Cl:;a detel minaCÍólt. El comcl cio de Granada. se dil'igió a las autOlidades del Reino en términos acuciadoH's, y IOglÓ que la lHohibiciÓll rUCIa levantada Dice Ayón, después de 1 elatal este episodio, que los bené~
ficos Iesultados del ¡establecimiento dcl caIDClcia se sintielon inmediatamente Los granadillos consh 11–
yeron navíos para sus viaies comelciales El ttáfico entre El Callao y El Realejo fue animadísimo El tránsito también de DlelCarleIÍas se luwia indistillta~
mente POI tiella de Panamá o tiella de Nicaragua. Los glanadinos estaban licos }101 esos días según el mismo Ayón El8 el tiempO en que Don Quijote, enhe cajas, lealizaba sus plÍrnelos viajes a las cos~
tas americanas.
De aquíl se deduce¡ por consiguiente, que entre Jos cajas vendidas por el apresurado librera limeño, más de alguna haya sido adquirida por los comercian– tes granadinos que ambulaban por los mercados de Portobelo
E) LA CELESTINA
La Celestina, por otra parte, fue la obra que al correr de los años del siglo XVI alcanzó mayor popu– laridad en las colonias españolas Francisco Pérez– Estrada, entre paréntesis, ha estudiado este tema en su breve ensayo "La Celestina en el Folklore Nicara–
güense ll
F) LA EDUCACION DEL CRIOLLO CON BUENA LECTURA
Es muy probable, como cree el doctor Cuadra Pasos, que, los criollos educábanse en la provincia con buena lectura y casi con la misma facilidad que en España, pese a la distancia El aislamiento de la colo– nia, en este aspecto, no era definitivo A través del
río San Juan, pasando por La Habana, llegaban Con mucha regularidad los libros provenientes de Cádiz. Don Miguel de la Quadra, escribano público de la ciu– dad de Granada, mantenía asidua correspondencia Con su principal importador de libros don Francisco Joseph Castillo, residente en La Habana "Obsequioso de los trabajos de su pluma", don Miguel, como posiblemente lantos otros durante la colonia, alcanzó su amor a las letras Parece que su lectura más frecuente eran los clásicos latinos (entre ellos Cicerón) y españoles, se– gún indican las facturas que se han conservado de sus compras Todo esto sucedía a finales del siglo XVIII y probablemente desde príncípios del síglo XVII en la ciudad de Granada
G) lEON y LOS LIBROS
No obstante era inevitable, fuera de las prohibi– ciones reales, el que durante la colonia los libros no se difundieran en la provincia como ahora Recuérdese que la imprenta en Guatemala se inauguró en 1660 con el sermón de Fray Francisco y Escobedo, y que las primeras cartillas para aprender las letras y la doctrjna cristiana de las cuales se tiene noticia, impresas por Antonio de Rivera (hijo de don José, el primer impre– sor del Reino, traído por Fray Payo Rivera) llegaron a León en 1710
De León, al contrario de Granada, no se ha teni– do noticia alguna sobre el comercio de libros en la colonia Que sepamos, nadie ha sostenido la existen– cia de algún libro impreso que se haya leído en esa ciudad antes de 1700, salvo naturalmente los de auto-res nicaragüenses edítados en Guatemala Que hubo libros desde la conquista en una realidad Pero hasta ahora no conocemos, de los finales del siglo XVIII ha– cia atrás, ninguno impreso El 5 de enero de 1670 don Joseph Pérez del Muro, alcalde ordinarío de Car– toga, certificó que Agustin Guerrero habra recibido de don Fernando Solazar "el dinero, los libros, cuadernos, padrones, libranzas y papeles de la real caja para llevarlos a la real caja de León de Nicaragua". Esos
libros eran manuscritos y no impresos, al igual que los inventariados el 8 de enero de 1726, juntos con "cua– dernos y demás documentos", de la misma caja real de Cartago destinados también a la capital de la pro– vincia
H) lAS LLAMADAS "TINIEBLAS" COlONIALES
Había, hay que reconocerlo, una notable ausen– dia de libros en el resto de la provincia León, Nueva Segovia, Masaya, etc, ausencia que fue una de las causas de las tendenciosas y mal llamadas "tínieblas coloniales tl
,
como han escrito fanáticamente los his~
toriadores liberales Por eso, y por otras causas, Gámez no está muy equivocado cuando afirma que en los primeros años que siguieron al descubrimiento la provincia se hallaba, en cuanto a letras,
lI en com~
pletas tinieblas".
1) El DESPOTISMO ILUSTRADO Y LAS OBRAS
DE ORIENTACION MODF-RlIlA
Fue hasta un poco antes de 1784, cuando Carlos publicó sus Ordenanzas Reales, que una cantidad
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