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« Previous Page Table of Contents Next Page »El anterior poema necesita un anólisis estilístico -tarea que aquí nos es imposible realizar- pues es– tó emparentado con la mejor poesia castellana de su tiempo Basta observar en él los temas del desengaño y de la tristeza -usados por Fernando de Herrera (1534·1597) que mós tarde habrón de ser típicos en la poesía barroca-, el uso de vocablos netamente de su época -como
I1 tristuras//
f
"ilustrantes ll
¡
"pensa–
110"
I II
remedialld' / etc
I
quienes darían margen a un
capitulo de gramática histórica-/ un tono íntimo
t
so– brio y expresivo, un corte y una hechura, formalmente hablando, c1ósicos, en el sentido métrico, rítmico y ex–
presional de la palabra, lo cual revelaba que su autor gozaba de una estimable cultura o, al menos, conoda -dado el dominio y el logro de su poema- el estado de la lírica española, y una coincidencia o semejanza en el contenido de varias de sus expresiones con dos o tres poemas de San Juan de la Cruz (1542-159]) Véanse, pOI ejemplo, algunos versos de Juan de Yeyes
y varios de fas Desesperaciones'
1
Hmáiame tu vista" (Cántico Espidtua]i)
estoy aln ¡sionado ele tal "ista" (Desespelacíones
2
"Como el ciel vo huiste habiéndome herido;
salí tras de tí clamando y eras ido"
(Cántico Espiritual)
"Cuando el ciervo esté helido y la yerba va sintiendo que le hiere
.. .
Así yo, desventurado,
desde que helido quedé
sin conciel to
fui a tí sel lemediado
y en llegando que llegué quedé muel to
(Desesp~raciones . ) 3 "Apaga mis enojos
pues que ninguno basta a deshacellos" (Cántico Espiritual)
n es tan grande mi daño que aunque quieres remediaBa
no POdlás"
5
¡, Por qué, pues, has llegado aqueste cm azón, no lo sanaste?
y pues me Jo has robado ¿POI qué así le dejaste
y no tOInas el lObo que lobaste?
(Cántico EspiIitllal) las mueshas de mi gesto te dh án bien lo que siente el cOIazón.
Que, si puede quejau:,e, de sus males y despecho,
sé dech te,
que jamás podrían contalse
los pedazos que está hecho
pOl servirte".
(Desespel aciones )
y 6
"acaba ya si quieres,
rompe la tela de este dulce encuentro"
(Llama de Amor Viva) "acaba, acaba, señora, de acabar mi vida aplicsa" (Desesperaciones ••• )
Este poema, al parecer, carece de antecedentes
en Centroamérica y quizá ninguna otra composición
similar, comprendida entre la conquista y los fináles de la colonia, puede comparórsele En ese período,
efectivamente, sólo encontramos a "sonetistas pasaje–
ros" -como Juan de Mestanza, Pedro de Liévana y Baltasar de Orena-, a la Rusticatio Mexicana -el poema de la colonia que por sus caracteres disímiles a las Desesperaciones no tienen que ver nada en este
asunto-, a "una especie de monstruo de Ja retórica
bOl roca", Fray Diego Saénz de Ovecurri, autor de "La Tomasiada", fabulistas, como Matías Córdoba y Gar– cia Goyena, a un poeta polifacético, como Simón Ber– gaño y ViJlegas -que cantaba a lo Economía, al cam– po, a la invención de la vacuna, a los hijos de la Amé– rica Española y escribía odas picarescas de mal gusto, fabulillas, anacreónticas y epigramas-- etcétera Asi– mismo es oportuno anotar que en toda Hispanoamé– rica sólo surgieron, hasta el aparecimiento de los precursores del modernismo, dos clases especificas de versos el descriptivo --que estaba ligado a la natu– raleza copiosa en vocablos de su floro y fauna quíenes, al ser nuestras, no tenían nombres en castellano-- y el político -recuérdese a Olmedo, a Quintona Roo, a Gab, iel de la Concepción Valdez, o Juan Clemente
Zenea-, y que el tema erótico en esa misma poesfa
hispanoamericana -opiniones ambas de Menéndez y
PeJayo--- fue cantado, durante el XVII, el XVIII y el XIX, "con cierta brusquedad y aspereza primitiva"
(DesespCl aciones
4
)
3 -INICIO Y CULTIVO DE LA VERSIFICACION OCASIONAL
HcleddJe que adolezco, peno y muero" (Cántico Espiritual) u estoy como un loco
'desvelado,
rodeado de tOI mentos,
aquejado de pares
y tristUlDs
(Desesperaciones •.• )
La poesia ocasional, creada mós que por perso– nas por circunstancias de hondas repercusiones públi– cas, figura a lo largo de toda la historia de nuestro literatura desde los primeros años del siglo XVII, época en que probablemente se inicia, hasta nuestros días. Es, pues, una de nuestras tradiciones merecedoras de una atenta recopilación y de su consabido estudio
18
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