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lada manifestación que revele la actividad de un pue– bla civilizado En efecto, si carecemos de literatura

propia, es porque no tenemos sabios, escritores, erudi– tos, etc l1

.

En octubre de 1888 Juan Valera, en una de sus Cortos Ame, iconos, ~ más exactamente en el prólogo de Azul, decía que a Daría no podía exigírle que fuera nicaragüense, porque no había ni podía haber aún historia literaria, escuelas y tradiciones literarias en Ni– caragua, afirmación desde luego válida. Valera na– turalmente ignOlaba nuestra literatura popular, folkló–

rico de la colonia --abundante en conciones¡ roman–

ces/ oraciones, cuentos y representaciones teatrales– que de ninguna manera puede considerarse auténtica.

Además desde los alrededores de la independencia hasta el advenimiento dariano, no se dieran valores suficientes para constituir una robusta y sólida tradi– clan Ni siquiera lo paco que se produjo en ese pe– riodo es digno de figurar en una historia de la litera–

turo centroamericana, pero por lo menos debe men–

cionarse en una nicaragüense. Aún m6s. el número

de autores es exiguo y casi nadie vale la pena.

La bibliograflo centroamericana, desde la Santa Iglesia de Guatemala, madre de hijos fecundísimos

-folleto del Padre Juan de Cartagena, Rector del Co–

legio de Chiapas- hasta la Historia de la Poesía His– panoamericana, de Menéndez y Pelayo, pasando par Juarros, Beristoin y Souza, Ramón A. Salazar y Manuel Ponceltis S J, da noticia apenas de una escasísima cantidad de literatos nicaragLienses situados entre 1503

y 7881 Resulta escaslsimo en comparación con los doscientos y tantos guatemaltecos que dan Marcelino enumeró en la BibÚoteca Hispanoamericana Septen– trional. El Padre Poncellis, que dedicó un capítulo a

la literatura del istmo de la anterior centuria en su

manual de Literatura Hispanoamericano, no cita a

ningún nicaragLiense y sólo nombra a guatemaltecos:

a Antonio José de Irrisari -autor de la Historia crítica

del asesinato cameiido en la persona del mariscal de Ayacucho--, a José Batres Montúfw y a los hermanos Diéguez. Y en la Antología de Poetas Hispanoameri, canos sólo aparece representada Guatemala y en su

estudio preliminar -donde cita a Quiñónez Sunsin– don Marcelino considera a los poetas del istmo "versi–

fiCadores más o menos descuidados y farragosos", con

la excepción de los ya mencionados hermanos Diéguez, del mismo Batres Montúfar y de José Trin.idpd Reyes, educado en León

5 -RUBEN DllRIO. FUNDIUIOR DE La LlTEnaTUna lIIÁClOlllllL

Con Darío, por cc;msiguiente, se inician nuestras

letras. El, tipico producto de nuestra genio y para-

digma de nuestra universalidad, le dio a Nicaragua el

pasaporte de entrada a las letras yola cultura hispa– noamericanas, fundando con su definitiva conquista lo

que hoy padrla llamarse república literario nicaragüen– se de la que es nuestro clásico.

6 -GENEROS CULTIVADOS

De 1887 a nuestros dios se ha cultivado la his– toriografla, el periodismo lambos géneros predomina– rOn en el siglo pasado y a comienzos del actuaO, el

cuento, la crónica, el teatro, la novela, el ensayo, la

critica, la poesía, mas no podemos hablar de una cuen–

tística, de una ensayística, de un teatro, de una

critica y con mayor razón de una novelística nicara–

gLienses Las póginas en las que nos ocuparemos de la evolución de esos géneros tienen el único fin de tra– zar una completa slntesis histórica, a sabiendas de

que están todavla formándose y buscando su tradición efectiva y continua.

7.-VAWR DE La POESlll ACTUAL

En cambio si pademos hablar de un<;I poesía nica–

raguense iniciada por Daría, continuado por Azarías

H Pallais, Alfonso Cortés y Salomón de la Selva -los

"tres grandes" sucesores inmediatos de su ejemplo-–

y por los poetas aparecidos del 27 en adelcmte. Sólo

en poesía, por tanto, presentamos un fenómeno ya tra–

dicional -lleno de magníficos aportes y de la más exigente calidad- que ha mantenido un nivel sufi– cientemente variadó y original que es difícil observar a

primera vista en ningún otro país de Hispanoamérica.

Tan es así la cuestión que dicha realidad -prodigiosa

si se quiere-' - tendrá en el futuro casi o la misma tras– ¡;:endencia que el propio caso de Dorio Para ilustrar– nos un poco imaginemos a un aficiona90 a la lectura de versos que en 1976 parte o un país lejano y que regresa, ignorando toda la producción posterior, medio siglo después Su sorpresa seguramente lo descon– certaria comd ha desconcertado, por ejemplo, a varios críticos y estudiosos de algunos paises.

8 ..:.....l\DVERTENClll 11IIDISPElIISIlBLE

En el presente trabajo, finalmente, no suprimir",

mas' las noticias biográficas y los títulos bibliográficos; sobre todo en las dos primeras partes en las qu", ad", más, en vistp de que las producciones de sus autores son apenas conocidas, intercalaremos algunos frag– mentos ilustrativos y omitiremos el juicioctltico reque–

rido, juicio que trataremos de mostrar en .Ia tercera

parte donde haremos un esfuerzo por tratar de poner las cosas en su verdadero sitio.

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