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pOllsabilidad Admitiendo creadores ameliéanos de la independencia, lofe,! españoles absolutistas se libran de la culpa de haber perdido Amélica No debe extrañar si tales histOliadores defienden, a capa y espada, la exis– tencia mitológica de fOl'jadOles cLiollos de la inde.Qen– dencia Si admitielan lo conhaüo tendlían que lecono– cer que los sistemas absolutistas de gobielno que han imperado en España, especialmente el de Fernando VII

después de la caída de Napoleón} significalon pala ::.u

patria la más glande de las desglacias El acueldo táci– to entre los historiadOles absolutistas españoles y los his– tOliadores mitológicos americanoJ mantiene en pie} con grandes esfuerzos} cnnha las verdades más visibles, la le– yenda de los movirniestos cliollos en favor de la inde– pendencia cuando nadie pensaba en ellos ~ocos son los estudiows que se atleven a decir y moshar la verdad Esta veldad significa, pala quienes la defienden, odios de caráctel personal muy intensos El histoliadol que se atl:eve a sostener la vmdad en histOlia amelicana se atrae las antipatías más agudas de cientos de escritores· que, por rutina e ignOlancia, han sostenidp todo lo con– trario Y la antipatia no es s610 de los escdtores vivien– tes Es} en especial, de los descendientes de los histo–

riadOles mueltos que ven peldel ]a glOlia de sus ante– pasados A unos y ohos se unen los políticos llamados nacionalistas' que creen imprescindible seguir sostenien– do mentilas patrióticas pala que las viejas leyendas no pierdan su valor y replesenten, siemple, una enseñanza

No advierte, estos pobles 1 epetidOl es, que sus teOlías son una vergüenza para sus hélOes} pues los hacen vivir en la posteddad como perfectos traidores, ut6picos y semilocos En vez de hacerles un bien les hacen el ma– yor de los males Su historia es inmoral y no moral. Es una histOlia de traidores y no de verdadelOs patriotas La verdad noS' dice quiénes fuelOn los veldaderos pahio~

tas y quiénes no hicieron más que cosechar las siembras ajenas. Nos dice} también} que quienes lucharon por la independencia lo hicieron movidos por nobles y altos ideales y no por bajos odios de laza o mezquinos intere– ses comerciales Los únicos plecursores que la historia VC1ídica y no legendaria puede leconocer en el pasado de Amél'ica son españoles} nacidos en España, y no ame– 'ticanos} excepto el caso de Mhanda Ya hemos hablado del abo caso de Martín de Alzaga. Ahora nos toca expo-' ner, rápidamente, en justa síntesis, la vida del primero de los precursOleB de la independencia del Nuevo Mun– óo: el doctor don Juan Bautista Mariano Picornell y

Gomila, uno de los altos jefes de la masonería española Hablar de masonería en histOlia amelicana, se ha hecho sinónimo de charlatanismo o anticatolicismo La

culpa ]a tienen, en efecto, algunos masOnes que han fan– taseado con exceso sobre la hascendencia de la maso~

nelía y han atacado, sin razón, la leligi6n católica. A

la masonería no hay que adjudicarle influencias y hechos que nunca tuvo ni hizo, ni quitarle verdades que le co– rresponden El e11'or de los historiadones masones y de los historiadOles no masones, consiste, plecisamente, en abultar estas dos tendencias: la de hacer de la masone– ría una fuerza universal o decir que la masonería hispa~

hoamelicana no fué masonelía La biografía de Picor– nell está íntimamente unida a la masonería española,

primero, V americana, después' La masonería europea

tuvo su fuerte razón de ser en las luchas clericales Los

jesuítas, como es notOlio, IlegalOn a tener una impOl– tancia inmensa en muchos !Cinados Su poder era tan glande que dominaban a leyes y a pueblos Las intri~

.gas jesuíticas se extendían a todos los lineones Funda– dos en su autOlidad moral e intelectual, en la enseñanza excelente que impaltían a las juventudes de las fami– lias más destacadas de cada país, su lÍqueza y sus infi–

nitas amistades los hacían poco menos que dueños de voluntades, de tesOlos y de gobiClnos en cada país Opo– nerse a los jesuítas era condenalSe a destierros de toda índole Quien caía en desgracia con ellos podía consi– dClalse incluido en una lista negla de la cual era im– posible salÍ! POi ello la multiplicación de las socieda~

des secretas o masónicas} constituidas por todos, los des– hmedados de la suelÍe} los que POl una u otra causa te– nían disgustos con los jesuitas o el clero y por quienes suponían} ingenuamente} que un camino obscuro podía conducirlo& más lápidamente al éxito que un camino luminoso. Hubo, así, a fines del siglo XVIII, una lucha

oculta entle jesuÍtas y masones que tuvo, en cada ban– do, grandes triunfos y glandes cle11'otas

l Las campañas

de los masones no siemple elan de calácter libelal} co– mo se ha supuesto A menudo clan de hanca adula– ción a los leyes absolutistas Ello ocurría cuando los jesuítas} por ejemplo, predicaban con la palabra y el ejemplo el thanicidio o asesinato político Lo::.' masones

y anticlelicales de aquel entonces, pala captalse la sim– patía de los leyes} denunciaban las doctrinas del thani– cidio de los jesuítas a los leyes absolutistas a fin de que éstos los pel siguiesen Cada cual trataba de tener a su lado el podel despótico del gobieulO para anular a su conhario Los jesuítas y los masones buscaban} por igual} a los reyes absolutistas pala combathse con más eficacia No es exacto que lo::.' masones hayan luchado siempre conha los lcyes despóticos Lo hicieron cuando pudielOll, pero cuando no pudieron se aliaron a ellos para clenibar a los c1elÍcales y al clero en genetal La lucha, en conha de lo que se supone, no €la sólo de liberales

y selViles Estos nomble5' Se difundi€lon, principalmen– te, después de la invasión francesa Ela una lucha de clericales y anticlericales que se apoyaban} sin vmiacio– nes, en el mismo ti anca monárquico. Era una lucha de política leligiosa, no de política pura, y no tenía en cuenta las l'azas} sino la influencia del jesuitismo frente a la influencia del antijesuitismo Es así como vemos} en un bando, glandes y cultos jesuítas, y en el atto bando} aventureros como José Bálsamo, conde de CagIiostro

La masonería se desarrolló enormemente en Eu–

lOpa en el siglo XVIII Ela el siglo de la lucha contra los jesuítas En esta lucha hallábanse empeñados hom– bres de indudable talento y hombl es que buscaban cual– quier género de aventuras En Inglaterra, en Escocia, en Francia, en España, en diferentes fechas, la masone– ría había tenido incuestionable influencia En Flancia habia comenzado a actuar en 1773 y ya sabemos lo que ocurrió después En España la masonería aparece en

1713, antes que en Inglaterra, donde comienza a cono~

celSe en 1717 Ningún autor ha hecho nacer en España la masonería modelna por el insuI5 f o afán que tiene la mayoría de los historiadores masones de llevar los ori-' genes de la masonería a la consbucción de las pirámi– des ere Egipto o de las catedrales de la edad media Hoy podemos afirmar que en la misma tierra donde nació la

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