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,-del' SU- destino histó~ y por el ~,)
lógico y la rápida continuidad con qUe ban desarro· lIado, su cultura y su acontecer social.
Las historias corrientes que leemos sólo se fijan en las dos primeras características (la fuerza y la ri·
queza), pero no prestan atención a las dos últimas que son la clara conciencia del destino histórico y la lógica interna del hacer sociopolítico. Por esto se ha creído que sólo los países grandes pueden ser gran– des y que los pequeños están condenados a ser irre– mediablemente pequeños. Nos ban impresionado, nos han intimidado la fuerza de las armas y el brillo de la riqueza, pero no son estas fuerzas' las que nos han esclavizado. Nos ha esclavizado la ignorancia de nuestro propio nombre. No hemos podido decir ni si. quiera qué es lo que queremos. No hemos tenido conciencia de nuestro destino como naciones. Como consecuencia. no hemos !'lido lógicos y constantes en nuestr<i, ,~, histórica. He aquí ~l pecado de los pai– ses peq '~\~~;~.
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Descendamos un poco de estas especulaciones de filosofía de la historia y veamos los pequeños ejem– plos de nuestras pequeñeces en el caso de Centroa. mérica.
"La región centroamericana, decía COn mucha razón el Señor Ministro de Educación de Costa Ri. ca. Licenciado Guillermo Malavassi Vargas, se ha perfilado como un modelo de unión de países dentro del conjunto de, las naciones. Pero cuando se trata de participai:: en congresos internacionales, desaparece el buen' espíritu regional, esa unión que da, indu– dablemente tanta fuerza a nuestros pueblos y se vuel– ve, para efectos de representación. a la "atomización" en unidades nacionales. Me parece que si nos congre. gamos porque nos sentimos hermanos porque habita– mos en territorio que invita a estrechar lazos, porque tenemos mucho en común, porque la unión hace la fuerza, debiéramos buscar la manera de fortalecer ante el mundo esa utiidad y no permitir, que se de– bUte". (Discurso inaugural de la Quinta Reunión Or– dinaria del Consejo Cultural y Educativo de ODECA, en San José, Costa Rica, del 8 al 13 de febrero dt'
1968).
Las palabras que decía el Ministro Mala.vassi se refieren a un hecho o a una multitud de hechos que todos conocemos y lamentamos. Revelan estas pala· bras que los centroamericanos nos llamamos así, con este nombre pomposo y sonoro, sólo porque suena
ESPIRITU C'ENTROAMERICANISTA
El carácter y el perfil espiritual de los pueblos, hemos dicho, deciden no sólo su esencia sino también su consistencia y su perseverancia a través de las vi· cisitudes de la historia. Los pueblos que no tienen personalidad perecen, son disueltos y asimilados por las armas o por las letras de los pueblos superio.
bien, .. ;pel'G' en la ~~:JMf~-~ ula,ra
conciencia de 10 que slpUloa. , "
Desgraciadamente, o mejor dicho, lÓpCllUllente, nuestra actuación en las reuniones Internaconaleses apenas una breve y ocasional manifestación del'Dlal cotidiano y crónico que en casa padecemos.
De la abundancia del corazón babIa la boe.. D. esta triste abundancia que el griero del evanrello lla– ma PERISEUMA TES KARDIAS, (abundaneia o iDo
mundicia del corazón), podríamos poner muchos e. jemplos. Pero no es necesario. No es necesario que hablemos de las groserías que se cometen a 'Yece. en las aduanas de las fronteras. No hace falta que meno cionemos las rencillas y mezquidades en los inter~
cambios económicos y aquello de que cada uno quie– re "trato preferencial" (casi diríamos "reverencial';), como si la integración centroamericana hubierá d., hacerse de to(]os para uno y no de todos para toiJos. Pero no, no hablemos de eso, ni tampoco dé loi plei· tos de compadres en las fronteras por Un á:tbolque nace "de acá de este lado" pero que una de sus ra–
mas da con su sombra al otro lado. En estas cosaS se gasta tiempo, tinta, papel y, a veces, hasta mate· rial humano y carne de caiión.
No, no hablemos de lo que abunda. Hablemos de 10 que no abunda, ~ decir, de 10 poco pero bueno que ya se viene haciendo en el sentido de la unión. La ODECA, Organización de Estados Centroamerica-nos, y el CRLT, Centro Regioal de Libros de Texto, han venido 'haciendo una obra enorme, lenta. tientí fíca y delicadísima, en medio de una conspiración de silencio o de críticas desaforadas que COn saña apun-' tan a los errores sin fijarse para nada en la obra po– sitiva y sin leer siquiera la abundante documentación noticiosa que envía la Oficina de Relaciones Públi– cas de la ODECA.
La ODECA y el Centro Regional de Libros de Texto, después de muchos aiios de ensayos y expe riencias, han llegado a la clara convicción de que la unión tiene que comenzar por la educación. Niños y
adultos debemos ser educados en la unión y para la unión. Cuando se haya formado la conciencia cen– troamericana y nuestros pueblos sepan claramente lo que desean en la marcha triunfal de la historia, en– tonces, aun sin la fuerza y la riqueza de los imperios monstruosos, seremos grandes en el espírita.
res. Por el contrario, los pueblos aparentemente 4é– biles, por el hecho de ser Inferiores en armas, eD población o en territorio, pero que tienen una eul–
tura avanzada y su propia concepción del mundo, subsisten heróicamente aun en medio 4e la haml. llación y la derrota. No se dejan .almllar. Sll1leD ID-
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