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« Previous Page Table of Contents Next Page »González Víquez: "Ningún lazo vigoroso unía a estas provincias. ,Cada una tenía su Gobernador, nombrado directamente por la Corona; y aunque todas se haIla· ban bajo la demasiado laxa dependencia de un Capi. tán General para 10 administrativo y de una Audiencia para lo judicial, en realidad vivían aisladas unas de otras. El Reino era una agmpación de unidades que no se sumaban y jamás existió un pueblo que res· pondiese a la denominación de centroamericano" (4). Nada más cierto que la anterior afirmación, pero ob· servando lo siguiente: que el aislamiento en que los diversos grupos centroamericanos vivieron durante la Colonia, no consistió en un desarrollo interno, inde–
pendi~nte y propio de cada uno de ellos, como fué el caso, que ya examinaremos más adelante, de las colonias inglesas de Norte América. Nuestro aisla· miento fué el producto del abandono y la opresión conjuntos de que nos hizo víctimas el Gobierno de la Península,
? eneral, y las autoridades de Guatema-la, en pa " Abandono en el sentido de que no se hicieron de las necesidades que aquí se sen-tían y nunc!" trataron de remediarlas. Opresión, en· tendiendo por eIla el entorpecimiento de los esfuer– zos costosísimos de estos pueblos para procurarse por sí mismos un cierto adelanto y bienestar. Adelanto, por ejemplo, cuando no abrieron caminos, no habilita– ron puertos, no recortaron injusticias, no lucharon por abrirle mercados a la producción, etc. Abandono, des. de luego, del que lué en gran parte causa la configu– ración geográfica y regularidad de comunicaciones, que venimos de estudiar. Opresión, cuando impusieron exagerados impuestos ordinarios y extraordinarios, decretaron monopolios, prohibieron tal o cual indus·
o
tria o comercio, o abusaron en cualquier otra forma de las infelices provincias.
Así, nuestro aislamiento, en lo administrativo, no fué propio control de actividades e intereses, y ~r
eso no fructificó en los diversos conglomerados sOCIa– les en una realización y una conciencia individuales ·eficiente sino que fué un aislamiento por imposición
y descuido, absolutamente negativo, que no sólo pro– dujo la ruina material y política del Istmo, sino que \lirvió para fomentar y fortalecer los sentimientos lu· gareños, determinados por el aislamiento geográfico natural, y, sobre todo, lué abriendo una llaga de re– sentimientos, rivalidad y envidia con respecto a Gua– :emala, la cual, no obstante no ser totalmente la culo lable, había de cargar con toda la responsabilidad por ¡er la que directamente imponía los gravámenes, y la lue, por lo menos en ciertos casos, derivaba de elloS leneficios y ganancias.
El caso es como paradojal: existió en Centro Amé– 'ica centralización administrativa, pero dedicada tan :ólo a aislar las provincias. Es decir, toda la activi· lad, la original y la trasmitida desde España, de la Au– tiencía y la Capitanía General de Gnatemala, se re· lujo a un constante entorpecimento para que la po· lación centroamericana se desarrollara armónicamen·
o CIeto Gonzá1ez Víquez Carrillo y Costa Rica ante la Federación. En Revista de los Archivos Nacio– nales. año 1, Nos. 9 y 10, Pág. 517.
te como un todo: Sobre el sistema político-económico
~antenido por España en América, pero hay que de– CIr por bien conocido. Prohibido el comercio entre las diversas colonias, y entre éstas y otra nación que no fuera España, resultaba de tal modo reducida la posi– bilidad de colocación para los frutos que aquí se pro– ducían, que necesariamente, y a faita de estímulo lu– crativo, la producción no sóle no se incrementaba, sino que más bien decaía. Y la situación se agravaba espe– cialmente para Centro América por su situación geo. gráfica, desviada de las grandes lineas marítimas del Sur y del Norte y sometida directamente a la acción de los piratas y filibusteros establecidos en las Anti– llas. Estos últimos se encargaron de hacer más abso– luto el aislamento del Istmo; y más aún, fueron la cau– sa del abandono por los colonos de las ricas regiones del litoral Atlántico. A éstos, que eran los males de toda la América, en general, hay que agregar los que específicamente provenían de la administración gua– temalteca, para darse buena cuenta de la situación de Centro América en la Colonia.
Por ordenanza de 13 de setiembre de 1542 se es– tableció una Audiencia para la administración del Ist– mo centroamericano. Se la llamó Audiencia de los Confines, porque debía funcionar en Un sitio fronteri– zo de Honduras, Guatemala y Nicaragua, siendo sus atribuciones el ejereicio del gobierno, la administra. eón y la justicia. Dicha Audiencia estuvo situada en Gracias (1543·49) en Santiago de Guatémala (1540-65),
en Panamá (1565-67)" desde 1567, definitivamente en Santiago de Guatemala COn el nombre, que desde en– tonces conservó, de Audleneia de Guatemala. Des'e
1560 y para evitar los inconvenientes obvios de un oro ganismo administrativo y judicial a 111 ~ez, la Audien– cia limitó sus funciones al ramo de justicia, y su presi– dente se hizo cargo de las administrativas y políticas. Sin embargo, la Audiencia siguió compartieudo, y cada \Tez en mayor grado, el ejercicio de estas últimas fun– ciones, y desde principios del siglo XIX se constituyó en Real Acuerdo, cuerpo consultivo obligatorio del Gobernador y Capitán General de Guatemala. La organización total de la Administración no era regular, ni adecuada rigurosamente a la división te. rritorial ni a la relativa importancia económica de las regiones, lo que, desde luego, derivó directamente un desorden jurisdiccional y en un entorpecimiento para la acción efectiva de las autoridades, e indirec– tamente en el fomerito de los sentimientos localistas, por las rivalidades, competencias y disgustos que se suscitaban entre los diversos circuitos.
En 1890 la Capitanía General de Guatemala esta. ba compuesta de quince provincias, de las cuales ocho eran alcaldías mayores (Totonicapán, Sololá, Chimal– tenango, Sacatepéquez, Sonsonate, Verapaz. Escuin. tia y Suchiltepéquez); dos, corregimientos (Quezalte– nango y Cltiquimula); cuatro, intendencias de provin– cia (León, Ciudad Real, C()mayagua y San Salvador)
y un gobierno (C~sta Rica). La sola denominación de los circuitos dice de una falta de uniformidad en su organización, de la ausencia de un funcionamiento ho. l'izontal y verticalmente regular, en la administración general. Además, este sistema no había sido siem– pre el mismo, lo que siquiera hubiera producido una
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