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muy racional de u.n plan o de un cl'iterio de coloniza– ción, Como éste no existió, las poblaciones nacieron en número, situación y condiciones únicamente confor– mes con la voluntad individual de capitanes y tenien– tes, Y como éstos nunca actuaron organizados y uni– ficados por nn sentido de colaboración, sino al contra– rio, en una forma anárquica y muchas veces opuestos unos a otros, por cuestiones personales o jurisdiccio– nales, sus fundaciones quedaron desparramadas en los

800 kilómetros de longitud del Istmo, en mesetas y va– lles independieN.tes e incomunicados y largamente dis– tantes unos de otros.

Pensemos: si hoy día, aumentadas enormemente las áreas de población y contando con carreteras, ferro– carriles, aeroplanos y líneas marítimas regulares, las relaciones de los países centroamericanos dejan tan–

to que desear para una efectiva e íntima comunicación, cuán nula sería ésta durante la Colonia y primeros tiempos de independencia. 1l es porque las condicio· nes ol'ográficas de Centro América no se prestan en forma natural y fácil para establece¡'la. No existen valles tendidos a lo largo del Istmo, qne servirían pa· ra conectar y ¡'efundir poblaciones ffistmJi1tes. lL@s 1!Ímj·

cos valles son los del Atlántico, pel'o, fuera de qne estos son relativam.ente pequeños como para obrar ese fin, ningún efecto pm'üeron tener en los pdmeros tiem– pos coloniales, por la 1llbicaeión genei'al ~ie las lmida– des ll1e desarrollo social en la vel.'tiente illeli ll"acífico. Los ríos, en su mayoría, son perpendiculares a la costa, y en consecuencia sólo pudieron senil' pal.'a unificar las poblaciones del interior con las costeñas correspon– dientes latitudinalmente, pero nunca las situadas a lo largo del Istmo. Atendiendo a todo esto, dice el CURSO DE GEOGRAIFIA de Vidal y Camena: "lLos altos de Guatemala, las fél'tiles llamll'aS de El Salva·

1l1000', los valles de Honduras, la depll.'esión del JLag'o lile Nicaragua, la meseta de la cadena volcánica de Cos–

ta Rica, son otros tantos centros de wi¡¡1ja imiepenlillien– te, que casi. no tienen .'elaciones nat-lRlt'ales entre sí".

(1) y natmalmente, en la Colonia Jia admini.stración la justicia, la defensa exterior, el cmne¡'cio, enconh'a– ¡ron en tal hecho nn factm' negativo de gl'a:n importan– da, que embarazó en mucho su normal funcionamiento, Fuem de la natural influencia que el solo hecho de las largas distancias tiene, para aflojar y matal' re· laciones sociales, podemos l'ecl}l'dar aquí la que la Greo– logia Humana le asigna a las regiones montañosas, pa– ¡'a medir con exactitud la fuel'za de la tendencia sega mentadora, puramente geográfica, en l!Jentro América, "lLas cordilleras influyen en el homb¡'e, haciéndolo re· gionalista. . .. lEI hombre qune nace entre montañas gus–

ta de las patrias pequeñas", dice Rafael Toval' Ariza, analizando el influjo de los Andes en la desintegl'ación lile la Gran Colombia (2). )Por cierto, al concluir ese capítulo, dice 'lrova!.' .AJ:iza que "en pura lógica, no debe sorprendernos la descomposición de la Pan-Co– lombia en tres Repúblicas, sino, más bien, con toda franqueza, debemos reconocer que 10 sorprendente ra-

(1) Vidal de la Blache y P. Camena D'Almeida, Cur– so de Geografía, Vol. 59, Pág. 369.

(2) Rafael Tovar Ariza. La desilusión de la Gran Colombia y sus causas. En Revista de las Indias, Vol. n N 8, Pág. 75.

dica en que el divisor no hubiera sido todavía mayor". Nosotros creemos que mucho tuvo que ver en esa di· visión únicamente tripartita, aparte de las legítimas razones históri{Jas aducidas luego por el autor, la exis– tencia de grandes áreas continentales o internas, cuya necesaria sujeción económica a las áreas litorales, neu– tralizó los efectos disolventes de la Cordillera. Por el motivo contrario, porque la anchura del Istmo es

reducidísima y ninguna área tel'l'itorial tiene el carác– ter de continental o interna, sino que todas lo tienen, hablando en términos económicos, de litoral, los pue– blos centroamericanos no contaron con ese control o neutralizante geográfico que oponer a la influencia se· paratista de la lejanía y el tel'l'eno montañoso, El

mal' abiedo para todos (cuando no dos mares); es dedr, la ([Jomunicaeión libl'e con el mundo entero, fué, pues, otro factor de segmentación en nuestro snelo. PI'e· guntémonos pm'a notario mejor: en cuanto a las co– municaciones con el exterior, ¿qué ne'-'>,~idad tiene

G

'- 't-'\. uatemala de Honduras, Nicaragua d®~;~a,!,';_a Rica, o ([Jualquiera de cualqu.iera? Simplemen(íi,t;fninguna; si. tuación muy distinta, por cierto, de las \~lregiones del

interior de 10 que fué la 'Gran Colombia~" con respec· to a las l.'egiones ll11e la CllOsta.

lEI mal' al servicio libre y directo de todos los pue· blos centroamericanos, es indudable, entonces, qUe de· terminó en todos y cada nno de ellos 1illll1a conciencia rle suficiencia, un espíritu de "nosotros nos bastamos", nada propicio para creai' y consenm.' su. unión. Por 10 anterior, y hablando en general, dice la GEOGRAFlJ:A UNIVERSAL de Granger, que el sepa· ratismo centroamericano "es una consecuencia geográ, fica de las condiciones materiales, y no puede achacarse tan sólo al espíritu inquieto e individualista de los ili·

jos de lEspaña" (3). Como ihnstracón de 10 cual debe– mos ll'ecordar qne en la misma Colonia hubo algunas tentativas de escisión, invocámllose ¡razones de orden geográfico: en 1622, Costa Rica pidió que S1R territorio fuese agreg'aüo a la .Allldiencia de ll"anamá, en y en 1814

el mpntaillo a Codes por Nicaragua, don José Antonio lL.ópez de la Plata, pidió que dichas ¡'egiones fuesen separadas de la Audienca de Guatemala, pal.'a qne se gobernal'an solas, pidiendo para ello la erección de una Capitanía General y nna Audi.encia en la ciudad de

JLeón.

y conocido el escenario de la ]Federación, pasemos ahora a sus antecedentes históricos, estudiando para ello ciertos aspectos del desenvolvimiento social en la época colonial, lEI punto que nos proponemos en esta nueva legislación, es el de determinar si la unión o la fusión de los pueblos del JIstmo se habia venido produciendo o llO, en el transcurso de esa época, en forma natural, como consecuencia de la organización administrativa y del! desarl'ollo económico.

2.-lEL REmMlEN AIDMJiNlIS'lrRA'lrJIVO

lEN LA COlLONlLA..

Examinemos primel.·O el régimen administrativo, Y

para empezaJ.', transcribamos unas frases de don Cleto

(3) Ernesto Granger, Juan Dantfn Cereceda y Juan Izquierdo Croselles, Nueva Geografía Universal, tomo nI, Pág, 47.

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