Page 36 - RC_1968_08_N95

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dé pí'éBión ijúe -1'- t1'itvés de lentos mecanlslbOl de •

Dión pública con largos años de esfuerzo obtnvi~ron

lo que hoy en día tenemos. Sólo el esfuerZo continua. do de los pueblos americanos y de sus auténticos dl·

CONSIDERANDO

Que la Carta de la Organización de los Es· tados Americanos, suscrita en Bogotá en 1948, consagró el propós;to de lograr un orden de paz y de justicia, fomentar la solidaridad en– tre los Estados Americanos, robustecer su colaboración y defender su soberanfa, su in. tegridad territorial y su independencia; fr¡Que la Segunda Conferencia Interameric~na

.~traordinaria, celebrada en Río de Janelro

~ 1965, declaró que era imprescindible im-primir al Sistema Interamericano un nuevo dinamismo, e imperativo modificar la es· tructura funcional de ia Organización de Es· tados Americanos, asf como consignar en la Carta nuevos objetivos ':J' normas para pro– mover el desarrollo económico, social y culo tural de los pueblos del Continente y para acelerar el proceso de integración económi– ca; y

Que es indispensable reafirmar la voluntad de los Estados Americanos de unir sus esfuer· zos en la tarea solidaria y permanente de al. canzar las condiciones generales de bienes– tar que aseguren para sus pueblos una vida digna y libre.

El desarr-ollo material y moral de los pueblos no se produjo por acaso; ha debido obedecer a ciertos impulsos y a ciertas causas. Investigados por el hom. bre esos impulsos y esas causas, Ilegó a descubrirse en ese desarrollo la presencia de causas determinantes y de leyes. Hasta hace poco el hombre ha creído qUI! su máxima intervención en los acontecimientos socia– leS debía reducirse al conocimiento de las leyes que los rigen, para no actuar en contra de los mismos, estorbando su desenvolvimiento,

La Constitución de la Organizaeión de Estados Americanos significa una profesión de fe en relación con la capacidad del hombre, ya no para conecer esas leyes y no estorbarlas, sino para dirigirlas imprimién– doles su voluntad.

La Primera Conferencia celebrada con el obje– to de crear un Organismo que orientara el destino de los Estados Americanos, -celebrada en Bogotá en 1948-, se desenvolvió en un ámbito puramente po– lítico: pretendía lQgrar un orden de paz y de justicia en un marco de colaboración para la defensa de la soberanía, la integridad territorial y la independencia. . Los hechos demostraron que ya ese horizonte era limitado; que ia Organización necesitaba un nuevo dinamismo, un nuevo horizonte, y que debía pene. trar en el campo económico para poder alcanzar al

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rigentes puede garantizarnos que ese proceso pa~o

pero permatlente de evolución que· representa el Sis~

tema interamericano no se detenga y algún día alcan– ce la cura de sus actuales males y deficie~cias,

rABIO CARBALLO MONTERO

Catedráticl? de .Derecho Internacional de la Umversldad de Costa Rica

bienestar de los pueblos, Para hacer eSa rectificación se produjo la Segunda Conferencia Interamericana Extraordinaria, celebrada en Río de .Taneiro en 1965.

Es ya en la Tercera Conferencia Interamericana Extraordinaria, celebrada en Buenos Aires en 196'7,

que se traza el nuevo Organismo la tarea permanen– te de alcanzar condiciones generales de bienestar que aseguren para sus pueblos una vida digna y libre. Por la declaración de sus principios sabemos qQ.e la OEA no deja la soberanía, la integridad territorial, la independencia, la paz y la justicia encomendadas al libre juego de las leyes históricas que pueden dé– terminar la constitución, vida, decadencia y disgre. gación de los Estados: la encomienda a la voluntad humana, puesta de manifiesto a través de un Insti– tuto de Derecho Internacional.

Por su declaración de principios sabemos que no confía al libre jueg-o de las leyes que se ha dicho qlie lo rigen, el desarrollo económico de América. Con. fía la dirección de ese fenómeno básico para el des– envolvimiento del hombre a la inteligencia y a la "\TO–

luntad humanas,. a través de un Organismo de Dere' cho Internacional.

Por su declaración de principios sabemos tamo bién que no deja la dignidad y la libertad del hombre encomendada a la pobre defensa individual, que las entiende aseguradas al bienestar económico y las

C()D.

sidera tarea solidaria y permanente de una Organiza– ción Internacional.

Constituye esa declaración de principios, como lo expresa el título que encabeza estas líneas, una ma– nifestación de conciencia y voluntad de gobierno y

dirección de las leyes que rigen la política, la econo· mía y la conducta ciudadana en todos los Estados del Continente.

No importa el acierto o desacierto en las medi– das que por ahora se adopten para lograr ese gobier– no; lo que importa es que el hombre ha declarado pQr primera vez en América que las leyes que lo gober– naron en la constitución de sus Estados, en la crea· ción y desarrollo de su riqueza y en la formación de su conducta como ciudadano, estarán en adelante so· metidas a su voluntad y a su inteligencia; que en vez de gobernar al hombre serán por él gobernadas en adelante.

La experiencia dl'mostrará cuáles medidas son ineficaces o insuficientes para alcanzar ese dominio del hombre sobre las leyes que antes lo gobernaron; el tiempo traerá las reformas y rectificación que la experiencia aconseje: pero es a partir de la Conferen– cia de Bogotá que el hombre ha entrado, a paso de vencedor, en la senda del autogobierno de su ,destino.

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