Page 34 - RC_1968_08_N95

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mercado internacional, casI siempre hacia abajo, p()– siblementeno se lograrán más que paliativos a nues– tro subdesarrollo.

Resolver estos puntos será resolver el problema larvado que siempre ha significa40 en el fondo. un conflicto de intereses, en el que América Latina ha soportado la peor parte.

A este respecto creemos que constituyen ya un avance apreciable las normas contenidas en los Ar– tículos 37 y 38 de la Carta Reformada.

I1)-,.Un~ reforma en la estructura interna de la administración pública en muchos de los países miem· bros de la O.E.A.

Cualquiel' comentario que se haga sobre el pre– sente estado de la OEA, sus deficiencias actuales o sus necesidades ~en mi concepto- tiene que partir de la premisa de que la Organización de Estados Ame· ricanos es una entidad que, con ese u otro nombre, debe necesariamente existh' en América.

Podrá pensarse en otras organizaciones que cu– bran tan solo a sectores del Continente. como la de la zona andina o la ODECA, o en una que abarque úni· camente a los países latinos del Hemisferio. Podrá discutirse si algunos de los problemas internacionales de América no deban ser ventilados más bien en el foro universal que ofrecen las Naciones Unidas. Pero aun en esos casos siempre habrá que volver a la neo cesidad de qne exista un organismo en el cual los la– tinos y los estadounidenses analicemos en común los asuntos tan variados, múltiples y complejos que unen o desunen a los americanos de habla inglesa y espa· ñola.

La prueba es que la OEA, con todas las debilida· des y defectos que aún conserva, no cabe duda filie ha seguido desde que fuera creada bajo el nombre de Unión Panamericana hace más de ochenta años, un proceso continuo de desarrollo, de fortalecintiento de sus .mecanismos y de superación. al menos parcial, de sus deficiencias.

De oficina comercial, carácter con que fuera fun· dada, pasó a ser la entidad con funciones políticas que era de más menester en la familia interamericana; después de carecer de ninguna facultad en los cam– pos sociales y económicos y de los Derechos HUma– nos, a partir de 1948 ha ido. adquiriendo cada vez ma– yores atribuciones en esos aspectos. Durante déca– das su Consejo estaba casi por definición sometido a la hegemonía del Gobierno de Estados Unidos; su Presidente nato era el Secretario de Estado y sus otros miembros necesariamente tenian que ser los Embajadores acreditados ante el propio Departamen– to de Estado. Todo eso desapareció desde 1925; aun-

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Esto último implica una reestructuración de, la maquinaria administrativa de cada país, como factor de previa. solución para que los programas de: desarro

110 que impulse la O.E.A. o cualquier otro organismo, sean realmente llevados a la práctica.

La ineficiencia, para decir lo menos, de la admi· nistración pública en muchos países americanos, es uno de los mayores obstáculos a su desarrollo. Cree. mos que la O.E.A. debería impulsar pr()gramas de reforma administrativa de varios de sus paises miem– bros, concebidos y asesorados en su ejecución, por téc nicos de las mismas áreas cuya administración púo blica se trate de mejorar. Esos programas deberían incluir también, el problema tributario, en su fondo y en su forma.

FERNANDO PODRNlER

Ex-Presidente de la Federación Centro Americana'

de Ab9gados.

Ex- Presidente del Coleg;o de Abogados de Costa Rica. Ex- Embajador de Costa Rica en Washington. que todavía sería de desear que algún día la sede de sus oficinas centrales deje de estar en territorio nor. teamericano, para continuar esa búsqueda de un ma– yor equilibdo entre las diversas naciones que la for. mano Las muchas reformas alcanzadas demuestran que ella es una organización cap~ de evolucionar y de mejorar periódicamente sil estructura. Por con.

siguiente, estimo. que la 'actitud que la opinión públi– ca .americana adopte ante la OEA no debe ser Una posición negativa que persiga su destrucción o termi. nación, sino .la actitud positiva de propugnar Su constante progreso y de presionar porque sus fallas y deficiencias vayan siendo eliminadas.

Mediante un largo proceso de estudio y prepara. ción. a través inclusive de una reunión de expertos en Panamá, recientemente una Conferencia Extraor. dinaria celebrada en Buenos Aires adoptó una am– plia reforma de los Estatutos de la Organización que en estos momentos está s~metida a la aprobación de los Poderes Legislativos de los países m,iembros.' Las reformas acordadas en DlJlcho se refieren a temas pu– ramente formales, a la par que no llegan a contestar o a resolver en forma total las críticas' profundas que se le hacen a la OEA. Pero por una parte, hay en ellas mejoras que no pueden menos de ser bienreei. bidas aun por el crítico más exigente. Y por la otra parte, las enmiendas aprobadas en Buenos Aires re– presentan un jalón más en el proceso permanente de evolución positiva de que siempre ha demostrado ser capaz la organización. Por consiguiente, si bien el texto convenido está muy lejos de ser la satisfacción de todas las fallas que por daños se le han apuntado a la Organización, ello. ~o debe ser motivo para dejar de aplaudir su adopción.

Es indudable que en el mecanismo de sus órga– nos de acción hay una positiVa conquista al estable– cerse la Asamblea anual de plenipotenciarios; se ter. mina así con la vieja Conferencia Interamericana que ya tuvo suficiente historia para demostrar sus' ine· ficiencias. A p~sar de que se la suponia una reunión ,ordinaria. la forma esporádica en que tenía lugar la

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