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« Previous Page Table of Contents Next Page »1546 Y él Y los otros tres Religiosos que estaban con él para tomarlo fijaron en el· sitio una cruz. Tras esto junt6se toda la ciudad, e hicieron todos muy
copi~sas mandas para el edificio;. y aun.que no s~ co– braron todas, ni hubo en eso rIgor ID puntualIdad, 10 que se cobró ayudó mucho para la obra, que no fue tan suntuosa qUe no se pudiese acabar con poco gasto.
El edificio que allí se construyó no era mucho me– jor que el d~ Cinac,antlán, a~nque sí de la misma materia, y estIlo. ASl lo descrIbe el P. Araya: Era la casa de horcones y varas cubiertas cop. lodo, y el tejado de heno, y estaba muy mal parada, porque además de ser tan malos los materiales, había días que no tenía morador.. 'fEmía a la entrada un corral grande, luego otro aposento, y desp~és d~ éste otro corral con otros dos aposentos. DIspuSIeron estas piezas los Religiosos 10 mejor que pudieron: habien– do herjlo iglesia de la sala; y dividieron con unas cañas el coro del altar, quedando bien poco espacio entre uno y otro. Los dos aposentillos que estaban cerca de la sala sirvieron uno de sacristía y otro de celda del sacristán. La otra sala, que estaba más adentro; atajaron con unas tablas podridas, atadas con sogas, para que sirviese de entrada del dormi. torio.EI refecto~ era tan angosto que apenas ca– bían en él, Y' por la !falta de luz era muy triste. En el otro cuarto, aunque estaba medio caído y mup 'mal compuesto, se hizo el dormitorío tan triste y po– bre que, si nuestro Padre Santo Domingo le viera, se tiene por cierto le mandara mejorar. Las celdas se dividían entre sí y del dormitorio, con unas varas fuera de los tabiques, que estaban entre pieza y pie-– za, que encendida luz en una celda daba luz a todas. Las puertas eran unas enteras, la ventana de cada celda un agujero al campo, que se cerraba con otro pedazo de estera,
Esta fue la fábrica suntuosa del Convento de San– to Domingo de Ciudad Real. Muy pobre era para la vida terrena, mas rica y sun\.Uosa para la vida del espíritu. Aquellos varones espirituales, como sabios arquitectos del espíritu que eran, supieron edificar edificando y dando el buen ejemplo de sacrificio, mortificación y pobreza. Antes de eatrar los Reli giosos a vivir en esta pobre y desacomodada casa, iban los seglares a verla, y todos se admiraban mu– cho de ver las celdas tan malas y desabrigadas, .'1
entendían que todo aquello lo hacían los Religiosos para enseñarles con el ejemplo lo mismo que les predicaban en sus sermones. Edificaban al mundo edificando, que dice el P. Araya.
Pronto supieron los Religiosos pagar con creces. a los de Ciudad Real el beneficio que les acababan de hacer. Desda antiguo estaba la ciudad dividida en dos bandos irreconciliables; y pareciéndole al P. Ca– sillas que era cosa muy necesaria la paz para el bien de todos aquellos habitantes y fruto en la Religión, lo tomó muy por su cuenta. Ya en varias ocasiones la autoridad había intentado pacificar a aquellos ha– bitantes; mas todo se había concretado a cortar las tmas, quedando isempre el tronco y la raíz del mal; habían sido paces las que allí se habían hecho mas políticas y exteriores, quedando el alma siempre con deseo de venganza.
Era este negocio muy importante; así lo juzgaron aquéllos buenos Religiosos, quienes confirieron entre sí los medios con que podría conseguirse la dicha de la' verdadera paz entre los habitantes de Ciudad Real. Encomendaron el asunto a Dios en sus ora– ciones particulares y en comunidad; de donde resultó que -.4ill P. Casillas, con el parecer de sus Hermanos, se determinó a hablar a los principales de uno y otro bando. Todos le recibieron muy bien y hablán-
(1) P. Araya, Parte JI, Cap, XXI.
doles en particular estaban dispuestos a procurarse una paz duradera; por 10 que el }=». Casillas pensó en reunirles a todos en la iglesia, como lo hizo. Ya reunidos, hablóles con tanta unción y tanto celo de los grandes bienes espirituales y materiales que con– sigo trae la paz, e hízoles ver tan a las claras los males que acarrea a un pueblo la falta de ella que todos allí mismo con resolución juraron conseArarla siempre con empeño para bien de todos; firmando las paces loS de uno y otro bando el 24 de Noviembre de 1546, esto es, pocos días después de haberse esta– blecido los Religiosos en Ciudad Real; siendo este el primero y no pequeño beneficio que los habitantes recibieron de los Hijos de Santo Domingo. Allí mis– mo, en presencia de todos, sacaron, rasgaron y que– marOn las escrituras, que servían para fomentar sus enemistades; y terminaron aquel acto abrazándose todos muy cristianamente, yéndose luego muy tran– quilos y contentos a sus casas; Y. guiándose siem– pre de los buenos consejos que los Religiosos les da– ban, guardaron la paz qne se habían jurado con tanta firmeza, que en adelant~ vivieron siempre en medio de la mayor concordia.
Concluido este negocio tan felizmente y de tanta importancia para los habitantes de Ciudad Real y
habiendo dado a la Orden en estas tierras los buehos principios que refiriendo vamos, le pareció al Padre
Fr. 'Tomás Casillas descargarse del cargo de Vicario General, que desde su venida de España venía de– sempeñando, y pone en su lugar al P. Fr. Tomás de la Torre, que "era entre todos el sujeto que mejor podía llenar el vacío que quedaba, y ocupar· el pues– to". Propuso el P. Casillas sus deseos y propósito a los Religiosos, así como las razones que para ello tenía; y en atención a ellas, todos de común acuerdo eligieron por su Prelado al P. Fr. Tomás de la Torre pareciéndoles que en efecto era el que mejor podi~
suplir la falta de Padre tan santo y tan venerable como lo era el P. Casillas. .
El P, Fr. Tomás de la Torre comenzó a ejercer el cargo de Vicario General, aunque interinamente el 17 de Enero de 1547, avisando los Religiosos al ho– vincial de Méjico para que confirmase el nombra– miento. No tuvo la confirmación difiCUltad porque el Provincial era el P. Fr. Pedro Delgado y como a todos los había conocido en el convento de San Es·– teban de Salamanca, tenía noticia de las muchas pren– das del elegido. Notificóse la confirmación al P. Fr. Tomás de la Torre el sábado de Ramos, 2 de Abril de aquel mismo año 1547 (1).
Mas, en tanto que esta confirmación venía de Mé– xico, dispuso el P. Fr. Tomás de la Torre irse con un compañero, que fue el P. Fr. Pedro de la Cruz, a un pueblo que llamaban Chamula, donde acordaron dividirse con el fin de que el fruto de su misi6n fUese más abundante. - Quedábase el P. Fr. Pedro en Chamula predicando a los naturales, en tanto que el Padre Fr. 'Ilomás de la Torre se iba todos los días a hacez: lo mismo a un pueblo próximo, llamado Añal– ca, a donde predicaba cada día dos sermones, vol– viéndose todas las tardes a Chamula a pasar la noche con su compañero.
Llegado el tiempo de irse, partieron muy descon– solados ambos Religiosos, pues no hubo allí quien quisiera hacerse cristiano sino tan sólo tres o cua– tro. P.kro la buena semilla había sido arrojada en la tierra y a su tiempo vino a dar el fruto, porque más tarde tuvieron el gran consuelo de ver convertidos a ambos pueblos y a los habitantes de otro lugarci-, 110 que les estaba próximo. Recibieron, pues, todos el bautismo de manos de los Religiosos, Y fueron luego de los pueblos más cristianos que en la pro– Vincia habia, no acabando nunca los Padres de ad-
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