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« Previous Page Table of Contents Next Page »Terminado el pleito del Encomendero de .chiapa del modo que dicho queda, .quiso el P. Casillas visi– tar a los Padres que estaban de asiento en Cinacan– tlán, llevandQ por compañero de esta jornada al Pa– dre Fr. Alonso de V~alba; y entrambos se alegra– ron mucho, dando gracias a Dios por· la mucha que había concedido a aquellos indios para que saliesen del modo bárbaro y ciego en que poco antes vivían. al político y cristiano en que entonces se hallaban. gracias a los trabajos y predicación del P. F'r. Tomás de la Torre y demás Religiosos que allí habían esta– do desde su salida de Ciudad Real.
Después de estar allí algunos días quiso el P. Vi– cario visitar algunos de los pueblos por donde habían pasado a su venida de España· y en esta jornada qui. so que le acompañase el P. Fr. Tomás de la Torre Ambos sufrieron mucho, no tanto por las dificultades del viaje y otras privaciones, cuanto por el estado las– timoso en que hallaron a los naturales de los lugares p.or donde pasaban. La mayor parte de ellos estaban sm bautizar, y los que 10 estaban ignoraban casi en absoluto las cosas de ·la Religión, de modo que en la práctica no había diferencia de unos a otros.
Cuando los Pad.res comenzaron a predicarles las verdades de la fe, dijéronles algunos de los bautlz'ados que· nada de cuanto les enseñaoan les haoían dIChO y que el bautizarse sólo lo habían hecho para pod<'Á
ser personas de Castilla. . Con esto dicho se está que seguían con sus supersticiones lo mismo que antes, y como antes adoraban a sus ídolos y hacían otras co– sas indignas del nombre de cristianos. Oían con guS– to a los Padres, y aún estaban dispuestos a hacer cuan– do les predicaban; sólo en una. cosa hallaban mucha resistencia, y era en deshacerse de sus ídolos de car– ne, porque los más de ellos tenían varias mujeres. Pero a ruerza de predic,arles uno y otro día era grandísimo el fruto que los Religiosos hacían; y hu– biera sido mucho mayor si la necesidad no hubiera obligado a éstos a dejarles, porque los Padres que estaban en Soconusco llamaban con mucha instancia al P. Casillas, y los de Guatemala también le invita– ban para que fuera a visitarles; y como era muy ;usta la petición de unos y otros, aunque con gran senti– miento suyo y de los indios partieron pasando otra vez por Cinacantlán en donde se quedó el Padre Fr. Tomás de la Torre, siguiendo el P. Casillas a Chiapa.
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EL ANGEL BUENO Y EL ANGEL MALO. - VISITA EL P. CASILLAS EL CONVENT6"i>E COPANABAS. TLA. DE DONDE PASO A LA VERAPAZ. - LASTIMOSO ESTADO EN QUE ENCONTRO A LOS RELI· GIOSOS QUE ESTABAN EN SOCONUSCO. - VISITA EL P. VIC.ARIO EL CONVENTO DE SANTO, DOMIN– GO DE GUATEMALA. - LlOS RELIGIOSOS DOMINICOS ENTRAN POR PRIMERA VEZ EN LA PROVINo CIIA DE LOS ZOQUES. - VUELTA DEL P. CASILLAS A CHIAPA: ENFERMA DE GRAVEDAD EN EL
CAMIN·O. - EL CONVENTO DE ClNACANTLAN.
Estando en esta ocaSlon en Chiapa el P. Vicario
Fr. Tomás Casillas, tuvo noticias de algunos Religio– sos que anteriormente había enviado a la Verapaz, quienes en su apostólica excursión habían llegado has– ta Zacapulas, situada en las márgenes del río Negro, en las que se encontraba· también el pueblo de Cu– men, distante quince leguas del Quiché.
Administrando un día el bautismo en Cumen, acer– cóse al Padre un indio como de sesenta años. Pregun. tóle, como tenía por costumbre hacerlo, si prometía no volver a adorar a los ídolos; a lo que el indio contestó con una carcajada. Extrañado el Padre de aquella risa, preguntóle la causa de ella; a lo que el indio respondió que se seía de la pregunta que le hacía, porque ¡.cómo iba a prometer no volver a hacer una cosa que nunca había hecho?
Más extrañado aún el Padre con esta tan inespe– rada contestación, pidióle explicación de cómo siendo sus padres y todo aquel pueblo idólatras, él nunca ha– bía adorado a los ídolos. A lo que el indio respondió: que mucho le habían reprendido y aun castig'ado, por no adoradlos; pero que él jamás lo había hecho, por esto: "Siendo yo de seis o siete años, continuó dicien– do, se llegaron a mi dos hombres, que me han acom– pañado sieJllPre hasta q?e tú !Ias venido ~ este lugar, que despues no les he VIsto mas. Uno de estos andaba siempre a mi siniestra, y era tan feo, bruto y horroro– so, que por más que me decía, no solamente no le obe– decía en 10 que me aconsejaba, más ni quería mirarle a la cara. Del otro lado, a mi derecha, andaba siem– pre un joven blanco, hermoso y tan gracioso, que luego me enamoré de él, y le quería tanto que por conten– tarle hacía cuanto me mandaba.
"Entre las cosas que este joven me mandaba era una, que no adorara a ningún ídolo, diciéndome Que aquellos no eran dioses, que no podían hacer bien, que eran demonios que siempre procuraban mi mal; y cuando me decía ésto, el que estaba a mi siniestra huía por no oírle. Y cuando mis padres me castigaban por– que no quería adorar a los ídolos, él me consolaba, di– ciendo: que tuviera paci~ncia, y que sufriera aquellos trabajos hasta que llegaran a estas partes, que no tar-
(1) Libro VII, C'ap. In.
darían mucho, algunos hombres vestidos de blanco que me darían noticias del verdadero Dios, a los cuale~
debía creer y hacer todo lo que me dirían y manda– rían, si quería ir con él a gozar del verdadero Dios. Por lo que habiéndome dejado ahora qUe habéis veni– do vosotros, vestidos de blanco, tengo por cierto que sóis aquellos que venís a enseñarnos la verdad, y a destruir a los ídolos: mira, pues, si querré adorarlos bautizándome, cuando nunca los he adorado".
Con esta relación y otras noticias, que aquellos Re– ligiosos daban a su Vicario, excusado es decir cuánto gozarían el P. Casillas y los otros Padres que estaban entonces en Chiapa. Por ello dieron gracias a Dios . por su gran misericordia con aquellas gentes; sirvién- . doles esto de no poco consuelo, e inspirándoles más ardientes deseos de trabajar por la evangelización de aquellos países.
Con esta no pequeña satisfacción, y el gran deseo que tenía de ver a los Religiosos que traba;aban en la evangelización de la Verapaz y a los de Guatemala partió el P. Casillas de Chiapa. De paso quiso visitar a los Religiosos que estaban en Copanabastla, que tu– vieron gran contento de ver entre ellos a su Prelado quien llegó a tiempo de poder consolarles, porque esta~
ban muy tristes por haber fallecido poco antes el P Jorge de León. . Detúvose el p .. Casillas en Copallabastla menos de 10 que quisiera por la instancia con que le llamaban los de Soconusco, quienes deseando salir de aquella tierra por la poca salud qUe en ella tenían, no se atrevían a salir sin la licencia de su Prelado. Hallólos éste en la
mism~ casita que la otra ve;¡¡ los había dejado; y ellos con solo verle parece que se alentaron de sus enferme– dades, porque estaban tales que el más fuerte apenas si podía andar sin báculo. .
En vista de esto, dispuso el P. Casillas dejasen aque– lla tierra; y llevólos consigo a la Ciudad de Santiago de los Caballeros, en donde hallaron bien compensados los trabajos de aquella jornada con la gran satisfacción de hallarse entre sus Hermanos en el Convento dfl Santo Domingo de Guatemala, recientemente construi– do. "Halló, dice el P. Remesal (1), el P. Vicario Fr
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