Page 57 - RC_1968_07_N94

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puede ser temporal, porque oro ni plata no lo tenemos, Evangelio ~on honrados de los cristianos, y con eso damos lo que tenemos y lo que Cristo :Nuestro Señor y aprenden como los han de tratar, y la reverenCia que nuestro Padre Santo Domingo nos enseñqron a dar, les deben".

que es el bien espiritual, enseñando doctrina sana y ca- ,Volvía a replicar el e~pañol contra el P. Fr. To– tólica, aprobada por los más doctos del mundo, que 11?-as, y. e~ ;Alcalde le mando callar; y para dar senteri– son los que ahora viven en nuestra España, en la Uni- Cla defm v a en a~ue~ punto,. ~n alta voz, teniendo la versidad de Salamanca y en el insigne convento de San vara e~ la man? lzqUlerda, dlJO: "Indios, todo cuanto Esteban, porque solamente el P. Mtro. Fr. Francisco los fral~Ts os dlcen, .fuera de la palabra de Dios. es de Victoria, que ahora actualmente vive en aquel con- malo. . . Iba a c(;mtmu~ hablando; más interrumpió– vento, bastaba para ilustrar un mundo. Esta doctrina, le el P. Fr. Tomas, tomandole la mano derecha que pues, es la que traemos de tan lejos. como el trigO del tenía levantada en alto. diciendo: "Tenga Vmd'qué mercader que dice el Eclesiástico, y ésta es la que pre- ~es dic~ a estos miserables? Mire que les pone u~ gran dicamos en esta Ciudad, y ésta es la que Vms. por sus ImpedImento para ~a fe y que totalmente cierra la puer– temporalidades no quieren recibir. por donde nos fue ta al EvangelIo. SI todo lo que les dicen los frailes es forz'oso irnos a predicar a los indios, gente inculta y malo, si no es la palabra de Dios. y ellos no saben dis– que en opinión de los errados están fuera de la especie tinguir entre la palabra de Dios y la de los hombres de los hombres. En ellos. por la misericordia de Dios, todo lo ten~t:án por m~lo,. :por más bueno que Sea io

mediante nuestra predicación, ha comenzado a dar que se les dlJere, y anSl sera malo el recibir los sacra~

fruto el Evangelio, y tenemos confianza en que Nues- mentas, malo el apartarse de los vicios, y será malo tro Señor prosiga con su divino favor. para que estas abrazar la virtud. La proposi~i6n, de Vmd. señor Al– piedras duras se hagan hijos de Abraham. y se sienten calde, merece mucha correccion y enmienda, porque con este santo Patriarc,a y con Isaac y Jacob, sus des- es escandalosa, y si. por ella se gobiernan los indios cendientes, a la mesa de Dios, que es vida bienaventu- le pedir~, Dios cuenta de ,la perdición de sus almas" (2):

rada en el reino que no tiene fin. Eno~ose con es~o mas el ,Alc.alde; y prosiguiendo "Del modo que nos hemos portado con ellos. sin con el mterrogatorlO, comenzo a examinar los indios darles el m~nor escándalo, ellos mismos lo p~eden de;~'; i: de Chiapa y p:e~ntarles de, la vida d~ los Religiosos; cir de su libre v~ntad, que en eso vendre de muy y aunque los mdlOs respondlan muy blen, diciendo la buena gana. Mas, ;~"Dmo Procurador que soy de mi verdad y alabando mucho a los Religiosos, con todo eso Orden, no permitiré que jurídicamente s.e pregu~te, el P. Fr. Tomás de la Torre requirió nuevamente al Al– porque aunque ellos pertenecen a este trIbunal, nos- calde de parte de Dios y de toda la Orden de Santo otros no y del agravio que en esto se nos hiciere no Domingo no se metiese en averiguar las vidas de los dejaré de dar noticia a qui~n lo castig,ar~ dignamen- Religiosos, así por el agravio que a ellos hacía como te. Si en general o en particular. en publIco o en se- el que se hacía a si mismo, procediendo tal co~o pro– creta hemos infamado; deshonrado o murmurado de cedía y excediendo los límites de su jurisdicción. Mas

algú~ español, o dicho que no se le tenga el respeto el Alcalde continuó diciendo a los indios que no hicie– que se le debe o que no se le paguen sus tributos co- sen lo que los Religiosos les mandasen, amenRzándoles mo el Rey lo manda, díganlo. que nosotros estamos tan y diciendo que si lo hacían, les había de ahorcar. Y 'lejos de entender que es agravio de Vmds. engrande- habiendo terminado de decir, se bajó de su tribunal y cer y ensalzar al invictísimo Emperador. Rey y señor se fué; y la gente se retiró "por la ciudad. Terminando nuestro y deoir el orden que tiene en gobernar los así tan bruscamente la Junta que con tanto aparato se muchos' reinos y señoríos que Dios le ha dado. por vi- había reunido.

rreyes audiencias, corregidores, alcaldes mavores, que Mas, vienao los principales promotores de todo antes 'entendemos les hacemos lisonja en darles por aquel movimiento que no habían conseguido su prinCi– rey y señor uno tan prudente y tan celoso del bien de pal intento por estar los indios de parte de los Re– sus vasallos, que para que ninguno viva desconsolado, ligiosos, volvieron sus iras contra los indios mance– desfavorecido o falto de la justicia, la tiene tan a bos más nobles de Chiapa y Copanobastla, y sin ha– mano que en ningún lugar, por pequeño que sea, se cer información contra ellos les metieron en la cárcel. deje de castigar cualqUler género de delito. conforme diciendo que convenía así porque aquellos ióvenes, con la gravedad que trae consigo. El prohibir a los indios la libertad que los Religiosos les daban, hacían en su que llamen al español encomendero "nuestro señor", tierra mil insolencias. Esto decían en público; más a es conveniente a la gloria de Dios. que no quiere que ellos en particular les decían que les tenían presos por– el nombre supremo con que es conocido de los hom- que no deponían contra los frailes y porque eran sus bres según que ellos lo pueden conocer, se comunique amigos, y que pasarían más adelante si no renuncia~

a la; criaturas. Decimos que Dios es criador de todas ban a su amistad. Pero ni uno sólo de los indios pre~

las cosas, eterno, impasible. inmortal, y el hombre sos se prestó a secundar los planes de los enemigos de criatura temporal, sujeto a mil miserias y a la muerte los Religiosos. El canónigo Perera, teniendo a aque– que le acaba y consume. V de este fin no están más llos jóvenes indios por mártires de Cristo todo el tiem~

libres los señores, los reyes los emperadores. los pa- po que estuvieron en la prisión, como a tales les ani~

pas, que los españoles y los indios ... " (l). maba a perseverar. diciéndoles Que todo aquello había

Al oír esto último, no tuvo paciencia uno de los de redundar en la mayor gloria de Dios, cuyos fieles españoles que allí estaba e interrumpiendo la plática, ministros eran los Religiosos; V el mismo canónigo les en voz alta dijo: "Eso pudiera estar bien excusado, por~ proporcionaba cuantos alimentos necesitaron todo el que de ahí vienen los indios a tenernos en Poco, den- tiempo que estuvieron en la cárcel.

de que los frailes entraron y les dijeron que podía~ Faltaban de examinar el Cacique y nobles indios mas morir como ellos .. , y por este estilo siguió ha- de Cinacatlán, que no habían llegado a tiempo a la blando, hasta que otro español, Que llegaba entonces, anterior Junta; y con la esperanza de conseguir de rompiendo con furia por entre la gente, viendo Que los éstos lo que no habían logrado con los de Chiapa V

Religiosos estaban sentados en el banco de los Alcal- Copanobastla, sometiéronles a un segundo interroga– des, Se puso a reñir con el que allí presidía. dioiendo: toria, que hicieron en secreto por temor a los Religio– "¿Ahí los pone Vmd.? ¿Junto a sí los asienta? Pón- sos. Y si los unos habían dicho muchas alabanzas de gales también la vara del Rey en la mano. La tierra los Religiosos, éstos dijeron más, con lo que quedaron se pierde de esta vez, los indios se levantan contra nos- nuevamente confundidos los que hacían de jueves. otros. Frailes junto a los Alcaldes; esto es confirmar Viendo, pues, éstos que nada de lo que intentab'ln lo que ellos dicen. Echeles Vmd. de su lado. Mire conseguían, sino más bien resultaba todo lo contrario. que se escandaliza la tierra ... " "Antes se edifica, determinaron poner a los presos en libertad, volvién– dijo entonces el P. Fr. Tomás de la Torre, y estos in- dose todos muy contentos a sus casas, porque no ha– dios reciben buen ejemplo viendo que los ministros del bían faltado a los Religiosos.

(1) P. Araya, Parte 11, Cap. XIX. (2) P. Araya, Parte n, Cap. XX.

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