Page 50 - RC_1968_07_N94

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"Estoy cierto, hijos míos, que no os veré más, aSl porque mis largos años me tienen cercano a la muerte, como porque aunque viva mucho, no os tengo por tan cobardes que saliendo a guerra. que se vence con per·– severancia en el pelear hasta dejar la vida, os volváis otra vez a casa de vuestra madre. Rásganseme las entrañas de dolor al veros ir, que os he criado a todos desde muy tierna edad, y en vuestra religión y virtud. prudencia y letras, comenzaba a coger el fruto de mi trabajo, que la gloria del padre es el hijo sabio y discreto. Pero con veros partir tan determinados a cumplir con el ministerio que profesasteis en la Re– ligión de nuestro Padre Santo Domingo que es la di– latación del Evangelio· y la salud de las almas, la mía se me regocija y alegra, y digo con la madre de los mártires Santos Macabeos que no sé qué buena ven– tura os trajo a tomar el hábito a esta santa casa para ser honra suya en los siglos venideros. Como valientes habéis acometido, como fuertes perseverad, que el ne– gocio a que vais de Dios es, y El os ayudará siempre con su gracia.

Muchos son los peligros. pero mayor será su favor para salir de ellos. Acordáos de nuestro Padre Santo Domingo cuando andaba entre los herejes de Fran cia, y miradle perseguido y afrentado, sin tener lUj;{ar donde guardar su vida. y los muchos trabaios que pa– deció por el bien de las. almas, no sólo en diez a!í0s que estuvo en Tolosa, sino en todos los de su vlda, que por este fin rodeara todo el mundo; y como Dios nuestro Señor le sac6 de todos ellos con bien, triun– fando siempre del demonio, y alcanz'ando victoria la verdad y la predicación del santo Evangelio, que como fuego deshace el hielo del poco amor de Di?s. que las resfría, y como sol consume las nubes de OplnIOneS falsas que la oscurecen y ofuscan.

"No sé que haya herejes ni enemigos de la fe de Jesucristo Nuestro Señor en la tierra donde vais, pero por relaciones fidedignas estoy cierto que está muy poblada de muchos que se demasían en agravios. yos-– otros vais a oponeros a sus obras, a: hacerles restItUIr lo mal llevado, de lobos carniceros convertirlos en mansas ovejas, y a libertar los naturales que injusta– mente tienen por esolavos. Y éstos aun dicen que lo son del demonio, por lo poco que se les ha predicade la fe y el Evangelio. Y así con los dos enemigos del alma, que son el mundo y el demonio. habéis de tener la contienda. Las armas contra ellos no es menester que os las dé, cuando San Pablo en la carta a los Gá– latas las dejó señaladas. Ya sabéis las que son: ves-o tíoslas, y ejercitadlas y pelead, que no salís de vida tan regalada que se os pueda hacer mal echarlas sobre vosotros, ni salís de plaza donde nunca se pelea, que muy ejercitados os he visto en obras de mortificación y penitencia, como son ayunos, vigilias, disciplinas, cilicios, rallos, tablas y otras muchas penitenc<ias en que me era necesario iros a la mano porque no os acabáseis. No las olvidéis, os ruego. que con ellas habéis de recibir y vencer a vuestros enemigos, prin– cipalmente con la santa pobreza. Mirad qUe vais a tierra ocasionada, y el oro y la plata trastornan el sentido y embriagan el alma, sacando a un hombre de sí para que no cumpla las obligaciones de su estado. Cuando recibísteis este santo hábito, dejásteis lo pro– pio. No apetezcáis lo ajeno, y quien dio tan liberal– mente a Dios lo que tenía no reciba de los hombres lo que le ha de hacer perder su depósito guardado en parte donde no le roban los ladrones, ni le consume ni le deshace la polilla. Oigamos siempre en esta casa buenas nuevas de vosotros; y encargaos, de parte de todos estos Padres que aquí quedamos, que de todos vuestros sucesos me escribáis a menudo, para remediar con les oraciones de vuestros hermanos los adversos, y alegrarnos y consolarnos de los prósperos".

Los Religiosos que formaban parte de la nueva misión, y que se hallaban allí presentes a esta plá– tica, fueron: los Padres Fr. Tomás Casillas, superior del convento de San Esteban, Fr. Tomás de la Torre. lector de Filosofía, F'r. Diego de la Magdalena, lector

de Lógica, Fr. Domingo de Ara, superior de Galisteo.

F'r. Domingo de Vico, colegial de Salamanca Fr. Do– mingo de Azcona y Fr. Jorge de León, también cole– giales' Fr. Tomás de San Juan, Fr. Jerónimo de San Vicente, pedagogo, Fr. Vicente Núñez, Fr. Jordan de Piamonte, Fr. Pedro Calvo, Fr. Diego Hernández. Fr. Jerónimo de Ciudad Rodrigo, Fray Martín de la fuen– te, F'r. Pedro de la Cruz, diácono, Fr. Juan Díaz y Fr. Pedro Rubio, Hermanos legos. Todos los cuales, en número de diez y nueve salieron de Salamanca ani– mados de los buenos sentimientos y propósitos que la anterior plática del P. Maestro de Novicios sin duda alguna les inspiraría. Por no alargarnos demasiado no nos detendremos a poner aquí las circunstancias de su viaje hasta Sevilla: sólo sí diremos que en el camino y en las posadas procuraban en todo portarse y hacer cual si estuvieran en el Convento.

A este tiempo hallábase Fr. Bartolomé de Las Casas todavía en Madrid; mas tan pronto como tuvo noticir.. de la salida de los Religiosos de Salamanca para Se– villa, se encaminó para esta Ciudad, en donde todos se habían de reunir con otros que allí estaban espe– rando. Llegados, y en presencia de tan gran número de misioneros, tuvo lugar el día 4 de Julio de 1544 la consagración episcopal del Iltrmo. Sr. Don Fr. Bar– tolomé de Las Casas. Y luego, estando todo de ante– mano dispuesto, embarcáronse «m,e la nave, llamada "San Salvador", cinco dias despt.'és~ Y todos, en nú·– mero de cuarenta y cinco, llegaron felizmente a ia Española el 9 de Septiembre de 1544.

No fueron muy bien reoibidos en la Isla, por ve– nir en compañía del Iltrmo. Las Casas. a quien te– nían, y así lo era, como principal autor de las Nue· vas Leyes de Indias, que tanto a muchos habían desa– gradado. Este disgusto vióse muy claro cuando por tal motivo comenzaron a disminuir las limosnas en el Convento de Santo Domingo, en donde se hospe– daban; visto lo cual, flotaron presto una nave en la que se embarcaron todos con dirección a Yuca– tán. Era esto a fines del año 1544.

Al poco tiempo de emprender la navegación so– brevino recia tempestad, que se calmó, para luego enfurecerse más; pero al fin el 5 de Enero de 1545 reconocieron el puerto de San Lázaro en Campeche en donde desembarcaron, siendo muy bien recibidos de los indios y españoles que allí moraban, quienes les ayudaron a bajar a tierra. Lo primero que hicie– ron fUe dirigirse a la iglesia del lugar, en la que ce– lebraron misa de la Vigilia de Epifanía y cantaron un Te Deum laudamus en acción de gracias. Campe– che era una población de unas .quinientas casas de indios y trece de españoles. recibiendo éstos muy gustosos en sus casas a los Religiosos, quienes apro– vecharon el tiempo que allí se detuvieron para pre– dicar a los españoles e instruir y evanj;{elizar a los indios que, aunque infieles todavía, se mostraron muy dóciles a las cosas de la Religión.

Ya habían desoansado lo suficiente los Religiosos;

y pareciéndoles a éstos que dilatarse más en Campe– che podría causar demasiadas molestias a aquellos españoles, que tan bien les habían recibido y trata· ban, dispuso el P. Vicario, Fr. Tomás Casillas, conti– nuar la marcha para Chiapa, que distaba aún ciento veinte leguas, setenta de las cuales, hasta Tabasco sobre todo, eran bastante dificultosas de andar, espe– cialmente por mar las pocas cosas de iglesia y libros que de España traían, dispuso el P. Casillas fletar un barco hasta Tabasco, yéndose en él parte de los Religio– sos en tanto que los restantes irían por tierra. Los primeros hiciéronse a la vela el 18 de Enero de aquel mismo año; pero con tan mala suerte que, a causa de una fuerte tormenta qUe les sobrevino el día de San Sebastián, perecieron ahogadas treinta y dos personas, entre ellas todos los Religiosos, excep– to el P. Fr. Francisco de Quesada, quien iunto con los demás supervivientes pudo tomar tierra en una Isla próxima, que llaman Términos. He aquí los nombres de los Religiosos que perecieron: Fr. Jeróni– mo de Ctudad Rodrigo, Fr. Dionisia Bertobello, Fray

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