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« Previous Page Table of Contents Next Page »contemporáneos; Y él Y sus hermanos de hábito co-– menzaron a predicar también en Guatemala esta mis-– ma doctrina, reprobando los abusos que con los indios se cometían so pretexto muchas veces de civilizarlos. Esta conducta de los Religiosos nominicos disgus– tó a muchos en Guatemala, dando con esto ocasión a varias y continuadas disputas. tAgriáronse éstas con motivo de la excursión militar que los españoles pre– paraban a la región de Tuzulutlán, cuyos habitantes eran tan fieros que nunca habían podido ser sometidos, a pesar de haberlo intentado los españoles en varias ocasiones; por lo que los conquistadores habían deno-· minado a aquella región, "Tierra de guerra". Desapro– baban el P. Las Casas y los otros Religiosos los medios que iban a emplearse; y aconsejaban en cambio los medios pacíficos como más recomendables para el fin que se pretendía.
Estando, pues, un día disputando sobre estos me– dios con algunos españoles, en el ardor de la con– versación uno de ellos dijo a Fr. Bartolomé, que pusiese él en práctica lo que decía, y así a ellos ahorraría trabajo, vidas y dinero. Contestóle Fr. Bartolomé que sí lo haría, pero con esta condición: que ninguno de los españoles entrara en la región a contar del dí.~
en que él comenzase a c,onquistarla, y que de que aSl se cumpliría se le había de dar escritura.
Disparate juzgaron algunos esta propuesta del Pa– dre Las Casas; y, como en son de burla la aceptaron, e hicieron que a nombre del rey se le hiciese dicha escritura, la cual llegó a firmar el Gobernador c'ie Guatemala el día 2 de Mayo de 1537.
Discurriendo entonces el P. Las Casas y sus com– pañeros (a quienes el P. Fr. Francisco Ximénez en su Historia llama -"Los Cuatro de la fama"- por la
mucha y bien merecida que esta empresa les propor-– cionó) el medio de llevar a buen efecto el compromiso tan solemnemente adquirido, pedían oon fervorosas oraciones al Señor les diese a entender el modo de cómo habían de comenzar tan santa empresa. Y el Señor inspiróles un medio originalisimo, cual es el si·– guiente:
Desde que a Guatemala habían llegado, diéronse los Religiosos con ahinco al estudio de la lengua del país; y, como inspirados por el Espíritu Santo, los Padres Fr. Luis Cáncer y Fr. Pedro de Angula ha– bían compuesto en dicha lengua algunas canciones. En ellas exponían brevemente: la creación del hombre, la caída de nuestros primeros padres, su salida del paraíso terrenal; la Redención del género humano, la encar– nación, vida, pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo; el juicio final, el premio de los bue~
nos y castigo de los malos; la falsedad de los ídolos y maldad de los sacrificios que a ellos se hacían, y
otras cosas más.
Por otra parte había en la Ciudad algunos indios ya convertidos y buenos cristianos; entre ellos algu-. nos que se dedicaban al comercio con los indios de otras comarcas. Llamaron los Padres a algunos de éstos, y les propusieron que de memoria aprendie– sen estas canciones; lo cual aceptaron con gusto, apren– diéndolas con relativa facilidad, a causa de la música con que las acompañaban, de ellos nunca oída y que les agradaba mucho.
Entre tanto escribió el P. Las Casas al Provincial de México, que entonces lo era el P. Fr. Domingo de Betanzos, así como también al Presidente de aquella Audiencia, dándoles cuenta del contrato hecho ante notario del Rey, y aceptado y firmado por el Gober– nador de Guatemala y los Religiosos de Sto. Domingo. Con el visto bueno de ambas autoridades, y con saber ya bien los indios las canciones, que acompa– ñaban con algunos instrumentos, no había ya más en qué pensar, sino era poner ouanto antes en práctica el plan preconcebido. Conforme a este plan, prove– yeron a los indios cristianos de objetos traídos de Eu-· ropa, como espejos, campanillitas, tijeras, collares, etc.,
(1) Remesal, Lib. DI, Cap, Xl y XV.
que tanto agradaban a los indios y deseaban tener; y
después de instruirles bien en lo que habían de hacer, enviáronles a las provincias de Quiché y Zacapula. .Como entonces no había posadas, los indios de otras partes que eran bien recibidos, hospedábanse de oc–
dinario en la misma choza del cacique; ál menos en este caso así aconteció. Recibióles, peus, el cacique de uno de aquellos lugares y tratóles muy bien a nuestros indios cristianos, regalándole ellos al día si– guiente' como muestra de gratitud algunos de aquellos objetos de Europa que llevaban, que a él agradaron mucho. Luego pusiéronse en la calle a vender su mer– cadería, que por la novedad atrajo a muchos indios aú;n de lo~ más principales entre ellos, e inoluso ei mIsmo caCIque.
. Aprovecharon ocasión tan propicia nuestros indios crIstIanos; y, en conformidad con las instrucciones que los Padr:es les habían dado, preguntaron a los circuns– tf;lntes SI les agradaría oir una música de ellos nunca Olda. Naturalmente, contestaron que sí' tomando en-– tonces los cristianos sus instrumentos, 'entre los que estaba el femplanane muy propio de aquel país co– menvaron a tocar y a c,antar, con tanto agrad~ de aquellos :r;aturales, que no acababan de admirarse de lo q~e olan, y. cada vez más admirados hiciéronles repetlr la~ canClOnes una y otra vez (1).
El caclq~e, que era hombre de claro entendimien–
t?, no sabIa qué pensar al oíI¡1!,';'~cir que los dioses (Idolos) eran ~alos, y que estaban engañados por– que ~o ~ra~ dlOse~:. flquella noche no pudo dormir.
~} dJa SIgUIente pIdlO a los mercaderes una explica–
c~on de aquello; y ellos contestaron según las instruc– CH?neS qUe tenían, que ellos no sabían dar explicación mnguna, que eso sólo los Padres podrían hacerlo lo por ser siervos del verdadero Dios que daban a co–
no?~r a las gentes. Preguntóles el cacique entonces, qUienes eran aquellos que llamaban siervos de Dios aquellos que decían Padres. Y contestaron ellos' que eran hombres vestidos de blanco y negro sin bar~
ba, con una como guirnalda en la cabeza que no te-
b • ' eran po res y ~o. quenan oro ni esclavos; que enseña-ban en fm, a vIVIr.sólo como el verdadero Dios man– nÍan mujeres, que no comían carne, sino pescado que señado aquellas canciones, y ellos eran los qU~ sa– bían ~xplicar las enseñanzas que contenían. Oldo todo esto, preguntóles el cacique si no ha– bría algún medio para que aquellos Padres le pudie– ran explicar todas aquellas cosas; a lo que le contes–
~aron~ 9-ue ese era el deseo.de los Padres, que cuando el qUISIera vendrían a su tIerra, y que si era gustoso ellos mismos podrían avisarlos para que vinieran. Convinieron, pues, en esto; y así luego dispusieron nuestros cristianos el viaje de vuelta a Guatemala queriendo el cacique que les acompañaran alguno~
de sus indios de confianza, entre éstos un su herma– no que tenía veinte y dos años; éste con el encargo de que se fijara bien si los dichos Padres eran tales como les habían contado, pobres, sin mujer, y que no que– rían oro ni esclavos.
Todos juntos llegaron por fin a Guatemala, sien– do muy bien recibidos y con mucha cariño por los Religiosos, quienes salieron con ellos a enseñarles la ciudad. Después de esto, para satisfacer la curiosi– dad del cacique, que era lo que ellos estaban desean– do, dispusieron entre los Padres que el P. Fr. Luis Cáncer, como más versado en la lengua del país, los acompañase de vuelta, llevando consigo algunos ob– jetos religiosos como eran cruces e imágenes para re– galar al cacique, y así mejor conseguir su deseo de convertirle, porque convertido él fácil era que los de– más siguieran su ejemplo: que es lo que en efecto su– cedió.
Antes de llegar adelantáronse algunos de los in– dios, entre ellos el hermano del cacique, para infor– mar a éste de todo lo que habían visto y oído. In– formado de todo favorablemente, dispuso hacer al
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