This is a SEO version of RC_1968_07_N94. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »pudia (que murió en el camino), se embarcó el P. Las Casas con el ánimo de en la Española hablar con Fr. Pedro de Córdoba Jcerca del viaje que habían proyec– tado hacer a Espana, con el deseo de que allá se pu– siera remedio a tales injusticias. Convino en ello Fr. Pedro de Córdoba, y dióle por compañero al P. Fr. Antonio de Montesinos, con quien llegó a Madrid pocos días antes de la Navidad del año 1515.
Consiguió el P. Las Casas entrevistarse con el Monarca quien, por hallarse enfermo, ofreció oírle más despacio en un día de aquella Pascua. Mas esta nueva entrevista no tuvo lugar porque, agravándose la enfermedad del Rey Fernando, falleció en Madrid lejos el 23 de Enero del 1516. Acud;ó entonces el Padre Las Casas al Cardenal Cisneros, que había quedado de Regente del reino en tanto que de Flan– des venía el nuevo Monarca, Carlos V; y el Cardenal dispuso nombrar una Junta que estudiase el asunto "Los Dominicos, dice el salvadoreño Sr. Gutié– rrez, se habían pronunciado desde luego a favor de Las Casas, y varios de los predicadores de dicha Or– den no le iban en zaga al clérigo en el ardor con que defendían a los indios y en la veheme.llcia con que atacaban a los pobladores que los tenían por escla– vos y los maltrataban, Los Frailes Franciscanos, por el contrario, parecían asustarse de las declama– ciones de tan acérrimos defensores y temían las con– secuencias que podían sobrevenir del rencor de los pobladores contra los que querían privarlos de sus intereses materiales" (Cap. 1I). No obstante, en di– cha Junta prevaleció el parecer del P. Las Casas; y éste, junto con algunos Dominicos que le ayudaron, redactó un plan de gobierno en Indias, el que fué aprobado en la Junta con algunas pequeñas enmien– das.
Nombró entonces el Cardenal Cisneros a tres monjes Jerónimos, como imparciales que eran en aquel asunto, para que, con el carácter de comisarios regios, pas~sen a las Indias y tratasen de poner en práctica el plan aprobado por la Junta. Y a la vez "fuéle dado al P. Las Casas el título y empleo de Pro– curador o Protector universal de todos los indios de las Indias".
Llegados unos y otros a América, "los padres Je– rónimos trabajaban cuanto podían, pero procuraban combinar las exigencias de la obligación que habían contraído, con las reglas de la prudencia y circuns– pección". Desagradó este proceder al P. Las Casas, que hubiera querido que, sin consideración, quitaran los repartimientos; y en este sentido reconvino a los Padres Jerónimos, quienes admitiendo algún tanto justificadas las acusaciones que el P. Las Casas los hacía, usando del título de Protector de los indios que se le había otorgado, para más asegurarse en la manera de cómo habían de proceder, determinaron pedir parecer a los Religiosos de Santo Domingo, a los de San Francisco y a los Jueces y Oficiales del Rey. "Estos y los Religiosos Franciscanos con su contestación aprobaron la conducta de los Jerónimos; pero los de Santo Domingo presentaron severo in– forme en latín, cuya síntesis final era: que "los re– partimientos o encomiendas de indios a los españo– les debía considerarse como pésima e inícua gober– nación, y digno del fuego eterno". (Gutiérrez, Cap.
II).
No obstante este tan severo informe de los Domi– nicos, nada hacían los Jerónimos que mejorase la si– tuación, siempre peor, en que se hallaban los indios'
Q. pesar de los deseos y buenas intenciones que res: pecto a ellos tenía Zuazo, que era el Juez de residen– cia. Así que, de acuerdo con éste determinó el P. Las Casas hacer nuevo viaje a España para informar de la inutilidad de la venida de los Padres Jerónimos y del completo fracaso de los planes concertados en Madrid.
Conociendo los Padres Jerónimos el temperamen– to ardiente del P. Las Gasas, hubieran deseado im– pedir su viaje. Pero éste se llevó a efecto, embar-
cando en la isla de Santo Domingo en Mayo de 1517,
de modo que en Julio del mismo año ya estaba el P. Las Casas en Aranda de Duero, donde encontró al Cardenal Cisneros gravemente enfermo. Pudo, sin embargo, tener con él una última entrevista; mas el Cardenal murió a los pocos días sin haber resuelto nada.
Pensó entonces el P. Las Casas en ir a Flandes par informar per~;onalmente a Carlos V de' las cosas de Indias mas
J,¡ poco desembarcó éste en Villavicio– sao Procuró entonces el P. Las Casas informar al Rey, que tenía sólo 16 años, por medio de su Canci– ller Don Juan Selvacio, quien se ofreció gustoso a hacerlo; y con tan buen efecto que un día llamó al Padre Las Casas para decirle: "Manda el Rey nues– tro Señor que vos y yo pongamos remedio a los in– dios; haced vuestros memoriales". No tardó el P. Las Casas el presentarse con éstos al Canciller, mere– ciendo su aprobación y la del Cardenal Adríano. Mas a los pocos días murió el Canciller, quedando el P. Las Casas privado del único y poderoso protector que en la Corte tenía contra las intrigas de sus numero– sos contrarios, en España y en América, quienes las procuraban por todos los medios que tenían a su al– cance.
Pero, al fin, el P. Las Casas salió vencedor de todos su contrarios; y por medio!lel Cardenal Adria– no consiguió se aprobase poner &i~ 'práctica todo cuan– to pedía en el Memorial presentado al Canciller Sel– vacio; pero que no llegó a realizarse por la mala vo– luntad de Berrio, a quien se había recomendado; "ha– gáis lo que Las Casas os díjere"; pero que siguió el consejo: "hagáis lo que os pareciere", que le había dado el arzobispo de Burgos, que era del todo contra– rio al P. Las Casas,
Mas no cesó éste en su buen propósito. Siguió por todas partes a la Corte, hasta que consiguió que el Rey nombrase un Consejo en donde se tratasen las cosas de Indias, Consejo que el mismo Rey presidió la primera vez que se celebró junta, y en la que ha– bló el P. Las Casas con toda la elocuencia que le ins– piraba la justicia de la causa que defendía; con lo que muchos de los presentes, incluso el mismo arzo– bispo de Burgos,· inclináronse a la parte del P. Las Casas. Pero de modo especial inclinóse Carlos V, quien convencido de las razones que abogaban contra el débil proceder de los Jerónimos rehusó el recibir a éstos, a su vuelta de las Antillas, las varias veces que intentaron visitarle; por lo que sin haberse en– trevistado con el Rey se retiraron a su Convento. Esto hizo creer al P. Las Casas que el Rey desa– probaba la conducta de los Padres Jerónimos; de don– de tomó ánimo para suplicar se le diese una contes– tación definitiva antes de que Carlos V se embarca– se en la Coruña de vuelta para Flandes. Cumplié– ronse los deseos del P. Las Casas, a quien se autori– zó para que pusiese en práctica un proyecto de colo– nizaciónen Indias que había presentado, firmándolo así el Rey el 19 de Mayo de 1520: declarándose al mismo tiempo "que la conversión de los indios debía de hacerse con paz y con amor evangélico, y no por medio de la guerra y sus funestas consecuencias de sangre, odio y exterminio".
Con tan buenos despachos dió el p. Las Casas vuelta para América, embarcando en Sanlúcar de Ba– rrameda el 11 de Noviembre de 1520, llegando al fin de su viaje con toda felicidad. contento y lleno de es– peranzas para el porvenir. Mas su proyecto de co– lonización no le díó el resultado que apetecía; a lo que se añadió el trágico resultado de la expedición que organizó a Tierra Firme. Para consolarse en su tristeza, visitaba frecuentemente a los Religiosos Do– minicos, y en particular a los Padres Fr. Domingo de Betanzos y Fr. Pedro de Córdoba, a quienes conside– raba como a únicos y verdaderos amigos y protecto– res.
Del trato frecuente con estos Religiosos, vínole al P. Las Casas el pensamiento de hacerse Dominico;
14
This is a SEO version of RC_1968_07_N94. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »