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« Previous Page Table of Contents Next Page »recido Hijo de Santo Domingo de Guzmán, honra de su Orden y de la iglesia salvadoreña.
P. JOSE MIGUEL FUNES.-Aunque ha sido nues– tro propósito dejar la Historia de la Orden en Centro América en el presente siglo como materia de estu– dio para otra obrita que tenemos en preparación; no obstante, es tal la importancia para nosotros del be– nemérito P. Miguel Funes que, no pudiendo asegu– rarnos del día de mañana, nos determinamos a ha– cer aquí iUna sucinta biografía de este tan ilustre Ter– ciario de nuestro Padre Santo Domingo; ya que, si bien es cierto que murió en el presente siglo; su ac– ción benéfica en favor de la Orden a que pertene– ció se extiende hasta el año 1870, por lo menos; vi– niendo a ser como el lazo de unión de la historia de la Orden Dominicana en Centro América entre uno y otro siglo.
Nació el ilustre y benéfico sacerdote José Miguel FU'les en la Ciudad de San Salvador el día 29 de Sep– tiembré del año 1839 (1).
Sus honrado.s ,y cristianos padres, D. Vicente Fu– nes y Doña Eusebia Arévalo, descubriendo en su hijo primogénito muy raras dotes de santidad, procuraron con so' 'to 0uidado conservar su inocencia infantil y la. virtuosa hermana, Francisca, A pesar de que en.. .41a époea se respiraba en las escuelas pú- . blicas e1k. bfeute mefítico del ateísmo e indiferencia religiosa, '"sus buenos padres le buscaron maestros es– peciales para que, sin detrimento de su candor, apren– diera en el hogar doméstico los primeros conocimien. tos de doctrina cristiana y letras.
Al lado, pues, de sus amorosos padres, a cubierto de amistades peligrosas, creció el dichoso niño Mi– 'guel como cándida y blanca azucena, síempre puro, siempre limpio y hermoso de cuerpo y de alma, sin perder su e-andor de niño. Sus blancos y apacíbles ojos de anciano reflejajban el candor de su infancia. Dotado de particular ingenio, hizo con brillante éxito sus estudios de Humanidades y Filosofía en el Colegio del Supremo Gobierno, llamado entonces de "La Asunción", obteniendo con aplauso el título de Bachiller. Allí mismo Se graduó de Bachiller en Teo– logía y sagrados Cánones, después de estudiar a fon– do estas altas y difíciles materias eclesiásticas, Fue– ron sus dignos profesores el sabio P. Juan Bertis, el inolvidable señor Canónigo Vecchioti, el elocuente orador sagrado Felípe Novales y el erudito canonis– ta Dr. D. Pablo Buitrago.
Adornado con la diadema de la ciencia y la reful– gente aureola de sus virtudes, por enfermedad del Iltrmo. D. Tomás Miguel Pineda y Saldaña, obtuvo sus Letras dimisorias para poder redbir en Guatema– la las órdenes sagradas. Con anterioridad había re– cibido la tonsura y órdenes menores de manos del Iltrmo. Saldaña, de quien fue amantísimo familiar y admirador incansable de las virtudes de aquel egregio Prelado,
. Llegó a Guatemala, el joven Miguel Funes junto con el diácono Ramón Peña, el también diácono Ma– nuel Velázquez y otros eclesiásticos salvadoreños. A todos ellos confirió la orden del presbiterado el Rvdmo. Sr. Dr. D. Manuel Francisco Barrutia, Obispo auxi– liar, el 25 de Octubre del año 1868. El Ilustrísimo Sr. Arzobispo se congratuló afablemente con ellos, y tuvo la dignación de ofrecerles una comida íntima, en su propio palacio, Presidiendo él la mesa y colmandolos de exquisitas atencIones.
De regreso a su amada patria, llegó a la Capital el día de Todos los Santos, siendo entusiastamente re– cibido por sus buenas amistades. Sus buenos padres y su hermana habían fallecido pocos años antes. El 26 de Noviembre de 1868, fiesta de los Despo– sorios de la Santísima Virgen y San José, celebró su primera misa en la antigUa Iglesia de Santo Domingo. Con tal motivo predicó elocuente sermón el Sr. Ca– nónigo honorario D. Felipe de Jesús Novales. Asistió
de Pontifical el Iltrmo. Sr. Obispo Saldaña, con todo su clero y gran concurso de fieles; y fueron padrinos el Sr. Presidente de la República, Dr. D. F'rancisco Dueñas y tres de los señores Canónigos.
Fue un grande acontecimiento la primera misa del P. Funes. "Hace ocho días, dice el P. Argumedo. me refería él en su lecho de dolor y con lágrimas en los ojos, que nunca en su vida había sentido gozo tan santo y tan grande como cuando ofreció por primera vez la Víctima Divina de la Redención humana. Me refirió que hubo iluminación en las casas de la Ciudad; que a la hora de la elevación del Santísimo hubo de– tonaciones pirotécnicas, marcha triunfal de la Banda de los Altos Poderes; y que las señoras del mercado arreglaron un hermoso arco de flores con esta leyen– da significativa: Viva el niño Miguelito. sacerdote de Dios. Esa sencilla y encomiástica inscripc-ión era la expresión genuina del cariño popular y del alto con– cepto en que era tenido el angélico sacerdote José Miguel Funes. Siempre fUe 'un niño por su vida y sus costumbres honestísimas".
A poco de su primera misa, el P, Funes fue en· cargado de la Capellanía del Hospicio de la Capital; siendo también nombrado confesor de las Hermanas de la Caridad. Pocos meSeS después, en 1869, fue nombrado Cura y Vicario de Sensuntepeque; siendo en esta parroquia, de extensa jurisdicción y numero– sos fieles, a cuyo cuidaóo se hallan al presente los Religiosos Dominicos, donde dio a conocer el P. Funes su gran actividad y celo sacerdotal, por el servicio pronto y amoroso a los enfermos y por el desempeño exacto y constante de Jos demás deberes parroquia– les.
De esta parroquia de Sensuntepeque fue trasla– dado a la Capital, con fecha 14 de Mayo de 1870, en la que fue nombrado cura encargado de la iglesia y
parroquia de Santo Domingo; "lo cual aceptó, como -1 mismo dice, con gran gusto por el deseo que le animaba de hacer lo posible en favor de esta iglesia, que él habí~ querido desde su infancia, y que entono ces tenía el culto casi abandonado por falta de sao cerdote".
En efecto: desde su infancia había oído el P. Fu–
nes, de labios de sus mismos pa~res, ponderar laR glorias de la Orden Dominicana, los trabajos aí;x>stó– licos que sus ReligiosLJs habían llevado allí a cabo antes de la expulsión; el celo que desde su adveni– miento mostraron siempre en la predicación del san– to Evangelio, llevando las luces de la fe a los indios que, fugitivos y errantes, encontrábanse desparrama~
dos por solitario.s e impenetrables bosques; y a los que, junto con la fe, habíanles enseñado la devoción del Santo Rosario, dándoles a conocer sus excelencias. Todos estos datos influyeron poderosamente en el ánimo del P. Funes, quien con la leche de su madre recibió ya el amor a nuestra Orden; pero un amor puro, tierno, constante, eficaz, tan arraigado en su alma que, a través de los tiempos. superando obs– táulos, venciendo no pequeñas ni raras dificultades, jamás le desmintió; antes bien, en ese amor se forta– lecía más y más, anhelando con todas veras que vol– vieran aquellos días en que nuestros Padres realiza– ron su misión evangelizadora en la América Central. El Padre Funes "era dominico en cuerpo y alma, en vida y en corazón".
Constábale que toda su familia había pertenecido . la Vble. Orden Tercera Dominicana; y este era uno de los más ardientes deseos de su orazón, una de las ansias más puras de su alma: pertenecer a esta tan esclarecida Hermandad. Pues bien, en Guatema– la, cuando fue a ordenarse de sacerdote el año 1868, tuvo la dicha de satisfacer estos sus deseos y ansias. Movido por ellos, llegóse a visitar aquel glorioso Con– vento de Santo Domingo, en donde tuvo el gusto
(1) Oración Fúnebre. pronunciada en la Iglesia de! Rosario de San Salvador. el día 4 de Noviembre de 1915; por el Presbítero D. Liuis María Argumedo. T. D.
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