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usaban otros medios conducentes al fin, empleándose las limosnas de las alcancías de demandas del Santísi. mo Rosario, y 10 que se procuraba que sobrase después de las principales funciones, que se hacían en esta iglesia por el Cura y Director de la Tercera Orden de Santo Domingo y Cofradía del Rosario.

"La Junta parroquial celebró diez y seis sesiones en orden al trabajo de la iglesia, como puede verse en el libro de Actas, en las cuales se explican varios por– menores, y entre ellos la manera cómo el Supremo Gobierno cedió el terreno que antes de la ruina ocupaba el cuartel de artillería, para completar la manzana entera de la iglesia. Mas con motivo de esperar la lá– mina de hierro, que ofreció dar el gobierno del Sr. Zaldívar, se pasó más de un año en espera y no se comenzó a trabajar, ocupando lo que había de madera por juzgar el empresario de la obra, Sr. Melara que no debía comenzarse hasta obtener la ámina para evi– tar que se arruinara la madera labrada puesta a la intemperie, y que de la misma lámina se haría el ran– cho provisional para los trabajos.

"Durante esta dilación aunque se han seguido aco– piando maderas, hubo quienes se interesaran más que antes en ':W... el Gobierno se tomara el terreno, la man– zana enter~e Santo Domingo, no obstante estar he– chos los cimientos y ya puestos los pernos de hierro. Estos opositores intentaron que no se pusiera la igle– sia para poner la estación del ferrocarril, o plaza del mercado. Apurando las circunstancias, recurrí al lImo. Sr. Obispo Diocesano haciéndole presente lo que pasaba, pues ya los malos habían logrado que el Go– bierno fuese hostil, no cumpliendo con lo ofrecido de dar la lámina (la cual, según se averiguó, ni la habían pedido); y por otra parte, por exigencias y. maquina– ciones de cierto círculo, la prensa impía afeaba la obra en construcción, reprobándola so pretexto de que ha– bía muchas iglesias (aunque no es cierto) y que no se necesitaba la de Santo Domitlgo, injuriando principal. mente al Cura de esta parroquia; sabiéndose además

la mal~ disposición de algunos sujetos que componen el Gobwrno.

"En vista ~e lo ocurrido, el Ilmo. Sr. Obispo, bus– cando u!1 m~dlO de apartar las dificultades, y a fin de que la 1~~esl~ no deJe de hacerse en el mismo sitio, le pareclO dIsponer que se hiciera iglesia Catedral puesto. que. hast.a el día n? se había hecho, sirviend~

la antigua !~leSIa pa~roqUlal, que existía desde antes de ~~ ereCClOn del epIscopado ~n San Salvador; y que

hacI~ndose Catedral n~ se ha~I!l con sólo limosnas de la CI~dad, que no s~rIan suflClentes para acelerar el trabaJO de la obra, Slll? que empeñaría a los Señores Curas_ para recaudar l1mo~nas en .toda la Diócesis; y

e~p~nandose con más razon el ObISPO y Cabildo Ecle–

slas.ti~? era .de esper~rse que resp~taría más esta dis– poslClOn, evitando. aSI.que se atrevIesen a desapropiar del terreno a la IglesIa.

"En tal virtud convocó al Cabildo Ecco. a Capítulo

y teniendo varias sesiones. sobre este particular, emitiÓ el acuerdo de 17 de SeptIembre de 1880, cuyo últitno

y decimonono artículo dice así: -Considerando que la nueva Catedral no puede tener otro título que el Divino Salvador del Mundo en el misterio de su admi. rabIe Transfiguración, que tenía la antigua y que la Sma. Virgen del Rosario, el Patriarca Santo Domin– go y demás Santos de su Orden podrán recibir en el nuevo templo un culto más espléndido del que tenían en la arruinada iglesia de aquel Instituto Religioso. "Con fecha 23 de Diciembre del mismo año (188(})

el mismo Ilmo. Sr. Cárcamo, para asegurar de la me~

jor manera posible el derecho, que en la nueva igle– sia Catedral tiene la Sma~ Virgen del Rosario y el Pa. triarca Santo Domingo con todo lo correspondiente al culto de la antigua iglesia, que se ha tratado de re– construir; así como también que casi todos los vecinos de esta Ciudad, que han ayudado con sus limosnas para la reconstrucción de esta fglesia de Santo Domingo, tienen por objeto que se perpetúen estas seculares in!– tituciones, que en su mayor parte han hecho conservar la fe.

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DEVOCION A LA VIRGEN DEL, ROSARIO EN SAN SALVADOR. - SU ANTIGUEDAD. - LA COFRAiDIA DEL ROSARIO. - LA HERMANDAD CONOCIDA CON EL NOMB'RE DE "ROSARIO DE L.A PIEDAD". – .. ES LA sANTISIMA VIRGEN iDEL ROSARIO DECLARADA SOLEMNEMENTE SEGUNDA PATRONA DE

DE LA REPUBLICA DE EL SAL.VADOR.

Aunque de los primeros tiempos no tengamos da– tos en concreto que nos digan la gran devoción que siempre en San Salvador se ha profesado a la Santí– sima Virgen del Rosario, la tradición nos habla muy claro sobre este punto. Oigamos sino de nuevo las palabras, trascritas en el capítulo anterior, del Ilmo. y Rvdmo. Sr. Obispo, D. José Luis Cárc.amo, fervo– roso Terciario de Santo Domingo.

"La devoción de Nuestra Señora del Rosario, de Santo Domingo y demás Santos de su Orden, es casi tan antigua entre nosotros como la misma Capital, puesto que desde el año 1551, en que se fundó el Convento de Religiosos Dominicos, está establecida. -Tan saludable devoción fue acogida desde enton– ces con grande aprecio por nuestros antepasados, co– mo lo demuestra la numerosa Cofradía y la solemní– sima función de Nuestra Señora del Rosario, de cuya magnificencia consta en los libros antiguos.- La mis– ma devoción tiene tan hondas raíces en la piedad de este Pueblo, que ni la extinción de aquel Instituto Religioso, ni las c.alamidades de todo género, que han hecho desaparecer otras instituciones, no han bastado para debilitarla, como lo prueban las no interrumpi– das prácticas religiosas y funciones que desde el año

1829 se han celebrado y celebran en su honor, &".

y como si esto no fuera suficiente, escuchemos lo que el Ilmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo, Dr. D. Adolfo Antonio Pérez y Aguilar, dejó escrito en su Carta Pastoral sobre el Rosario, correspondiente al mes de Octubre del año 1915: "No hace mucho tiempo, dice,

que podíamos todavía contemplar las ruinas que el terremoto de 1873 causara en el antiguo Convento que la piedad de nuestros padres levantara al Santo Patriarca Domingo de Guzmán en el mismo sitio don– de hoy se yergue nuestra elegante Catedral.

"En ,ese templo, dedicado al E1undador de la íncli– ta Orden de Predicadores, cuya gloriosa historia a través de los siglos va confundida con la de la salu– dable devoción que nos ocupa, se sentaba en hermo– so trono la imagen de Nuestra Señora del Rosario; era el centro de la Archicofradía del mismo nombre y una de las parroquias de la Capital, cuyo ú1tim~

celoso párroco, el respetable sacerdote, J. Miguel Funes, vive aún, como para dar testimonio de cuan– to significaba para El Salvador aquel santuario, que formaba algo así como el trasunto de su historia y como el pregonero de las empresas gloriosas de este pueblo tan predilecto de Dios.

"Cuando vemos esa imagen bendita, pensamos que allí está El Salvador entero con la majestad de sus glorias, y también con sus dolores: por eso al pasar delante de ella nos descubrimos con respeto.

"Esa Imagen venerada de María hace cuatro 'si– glos que nos está contemplando; ella nos vió nacer y vió nacer a los padres de nuestros padres; ella es el gran relicario que guarda la piedad de nuestros abuelos y el recuerdo de nuestros días juveniles; ella verá también cuando se apague la luz de nuestra pu– pila. Ella estuvo presente en todas pu~stras angus– tias y en nuestras penas, y las calmo SIempre; y en

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