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« Previous Page Table of Contents Next Page »ramente arrugada, pero sus ~ient.. tomaban' su vll!l1lldBr ininterrumpido de marfil no empañado. detrás de los •terraplenes ~~ los labiOS abultados. Era un buen ejemplar de la mezcla de africano con 'indio: en su Juventud deblo de ler sumamente hermola y no dudo que hubiese tenido muchos admiradores. Se mostró muy atenta y complaciente. acomadándonos lo mejor posible en su casa. Esta se componía. de dos cuartos pequeños: en uno de ellos había una puerta que daba a la calle y otra al patio: el otro cuarto.
cont~guo al primero. sé comunicaba con éste. El primero era la cocina. y por estar el segundo totalmente desprovisto de muebles. dispusimos nuestras camas en ella: pero quedó muy poco espacio en el otro ex– tremo para guisar la cena. En esta tarea colaboraban con nuestra posadera otras dos mujeres. Una de ellas vieja estrafalaria y fea. de cara cobriza y cabello blanco: la otra una mocita pequeña y delicada. de unos diez y seis años: su tez era clara. ligeramente bronceada. y tenía el pelo ensor:tijado y castaño. La vieja estaba en cuclillas en el sUl)lo delante del caldero como las brujas de Macbeth. en tanto que la joven parecía un hada ejecutando sus mandatos: y como Enrique estaba deplU'iicmdo con la hostelera gi– gantesca en la penumbra de la choza. pensé en el Caballero de Salamanca conversando con alguna de las damas seductoras a quienes amaba.
La cena estaba lista: pero como no había una mesa. se remedió muy bien la falia con dos o tres baúles que se pusieron frente a mi cama. sirviendo ésta de asiento en que también podí", reclinarme. Resultaba superior al mismo inC'Umbrunt epulis (1) de los romanos. quienes tan sólo podían adoptar una postura pa. ra comer y todos saben que lo hacían acostados. Terminada la cena mi compañero in$inuó la convenien. cia de proveer a nuestras necesidades del siguiente día. por cuanto era muy probable que en el sitio donde debíamos pasar no hubiese nada que comer. De consiguiente se preparó alguna cosa: pero esto fue mo:ti– vo de que siguiesen las tareas culinarias durante una o dos horas. con gran molestia para nosotros: era ya más de la media noche cuando pude cerrar los ojos. Esto fue ta,nto más desagradable por la circunstancia de que al día siguiente salimos a las cuatro y media de la mañana. y porque aún durante el corto tiem– po que pude descansar. mi sueño fue interrumpido por un incidente bastante extraño. El hecho es que al cabo de una hora de haberme quedado dormido me despertó una especie de cosquilleo en la cara. y al le· vantarme de un salto pude distinguir una cosa negra en la almohada. En el primer momento creí que era el gato. porque aquello parecía ronronear y tenía pelos. Le pegué con el pañuelo y lo que era se zampó en un hueco del tabique de esteras y cañas quedividía los dos cuartos. sirviendo también de cabecera a mi cama. Estaba yo pensando en qué clase de animal podía ser aquel. cuando vi que alzaban de nuevo li– geramente la estera y comprendí en el acto mi error. No era más que la cabeza de la negra que por inad– vertencia se había apropiado una parte de mi almohada. puesta en contacto con la suya que estaba del otro lado del tabique movedizo. Yo no podía ofenderme por aquel extravaga,nte tété-á-teté (2). a pesar de ser realmente una instrusión muy extraordinaria.
Anduvimos nueve leguas de un tirón hasta llegar a un caserío llamado El Oratorio. donde nos proponíamos almorzar. Confieso que yo estaba medio dormido cuando salimos y a los criados debe de haberles sucedido otro tanto. porque dejaron olvidado el almuerzo que estuvieron preparando durante to– ia la noche. Pasamos por una pequeña barrera que parecía de portazgo y salimos a una verde pradera sombreada por dos o tres árboles grandes debajo de los cuales descansamos consolándonos con las tortas de maíz. los tomates y otros alimentos ligeros que brindaba el lugar. A seis leguas de allí está el pueblo de Los Esclavos. a donde llegamos hacia las cinco de la tarde. pasando por un hermoso puente de cinco arcos puesto sobre un río que más parece una espumante catarata. Esa obra de arquHectura. la única que yo había visto desde mi desembarco que fuese digna de nota y un testimonio de la civilización del país. fue construida en 1792 (3) y reparada en 1810. El pueblo es un lugar infeliz. habitado principalmente por in– dios agricultores. En otro tiempo tuvo mucha más importancia. Además del puente. el camino. a uno y otro lado del pueblo. no sólo es bueno. sino que. según dicen. le hacen reparaciones. Tengo entendido que así es en efecto y esto constituye el hecho más notable por ser probablemente el único camino que se compone en todo el Continente suramericano.
Al salir del pueblo. en dirección de la capital. se sube una cuesta que tiene cerca de una milla ..¡ me· dia de largo. algo tortuosa. con zanjas a uno y otro lado para que discurran las aguas y preteles de cal y
canto con barandas. Aquello tenía un aspecto ente:ramente europeo y sólo faltaba ver bajar la cuesta chi. rriando la Brighton Rocket o la Birmingham Ballom. a la velocidad de diez y siete milJas por hora. para convencerse de que se trataba de un verdadero trecho de macadamización. Vino a aumentar mis ilusio– nes el encuentro de dos deportistas que vestían cazadoras y portaban escopetas. los cuajes estaban pasan. do por encima de la baranda para tomar el camino. Venían acompañados de un muchacho cargado con un venadito que acababan de matar y que. por supuesto. nosotros tratamos de adC!uirir. acostumbrados co· mo estábamos a vivir principalmente de lo que nos deparaba la suerte: pero nUl::stra proposición fue re~
chazada con grosería y se llevaron el animal con bastante ordinariez. Habíamos tropezado sin duda ..::on el señor del lugar y sus guardabosques.
(1) En latin en el texto. (2) En francés en el texto.
(3) Léase 1592. N. del T.
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