Page 61 - RC_1968_06_N93

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Hacia las doce del día del 9 anclamos en el Puerto, o por mejor decir, en la rada abier:l:a de Acajutla. A las ocho de la mañana siguien:l:e el Tenien:l:e Morgan fue a :l:ierra con una par:l:e de mi equipaje.' .Suce. dió que mucha gente de la capital estaba reunida allí para celebrar la fiesta de la Santa Cruz. Olvidé de. cir que al anclar hizo la fragata un saludo que fue con:l:es:l:ado por los dos éañones del fuerte con iguill número de descargas. Esto llamó la atención de todo el pueblo, vecinos o forasteros. La mañana es:l:aba muy hermosa y pudimos observar con los anteojos de larga vista que en la playa se agolpaban las gentes

~ndomingadas que con sus chales, tocas y sombrillas tenían un aspecto muy europeo. A la verdad, un pi11l– :l:or bien podía trasladar aquel grupo al cuadro en que representase las playas d,e Ramsgate o de Brighton. El Capitán Brown, cuya cortesía y afabilidad me habían hecho el viaje agra!iable en todos sentidos, envió un bote a tierra con la esperanza de que la concurrencia aprovechase la ocasión para venir a bordo de la iragata, probablemente, el único barco de Su clase que había anclado en aquel Puelto.

Los ventarrones que periódicamente molestan a los marinos en Veracruz soplan también de este otro lado del confinente. Hacia el medio día hay por lo general una gran creciente o marejada sobre la costa. Había empezado en el 1J10mento mismo en que el bote regresaba de tierra y con tal violencia que las se· ñoras tuvieron que renunciar a su propósito con gran pesar.

,Deseando el Capitán Brown apresurar lo más que fuera posible su v~aje al Sur y no queriendo yo de– morarlo, propuse irme a tierra no obstante el tiempo que hacía: de suerte que a las doce me llevaron en un bote. A un cuarto de milla de la costa me trasbordaron a otro con la parte de; mi equipaje que no había sido desembarcado todavía. ES:l:e bo:l:e era el mismo en que el Tenien:l:e Morgan había ido a tierra por la mañana y lo creían mejor para el caso. Sin embargo, nos mojamos lastimosamente. Las olas eran tan grandes que anegaban por completo la embarcación cada vez que llegaba la tercera, y si no hubiéra. mos sabidó nadar nuestras vidas habrían corrido peligro. Si se me permite dar mi opinión, la mejor ma– neras y la más segura de salir a tierra en aquellas cos:l:as es con la proa a la playa hasta embarrancar el bo. 1e en ella, y caso de tener que echar un anclote para hallarlo, el cable debe ser bastante largo, porque de lo contrario quedaría expuesto el bote a los embates de las olas. Creo que estoy en lo cierto, porque esta opio nión mía fue inmediatamente confirmada por las observaciones espon:l:áneas de los que estaban en la pla. ya, entre los cuales había dos o tres mercaderes ingleses residentes en Sonsonate. Uno de ellos me mos:l:ró los tripulantes de un bote que desembarcaron inmediatamente después de nosoiros, procedenies de un barco mercante fondeado en la rada, y que conociendo la fuerza tremenda de aquel oleaje, que no permi– te a las embarcaciones mantenerse a flofe cerca de la playa, habían conseguido llegar a lierra perfecta. mente secos.

La fragata hizo oiro saludo, que fue coniesiado por el fuerte ·con ianta regularidad como lo permi· :lían sus dos cañones. Por fortuna una parte de mi equipaje había sido enviado a tierra por la mañana: -de lo conirario no habría ienido ropa seca para mudarme.

Don Miguel Espinosa de los Monieros, Adminis.irador de la Aduana del Puerio, es un hombre aiento ,e inteligente. Me llevó a dar una vuelia por el pueblo, y como mi deplorable desembarco dominaba en nuesiros pe:t:1samienios, era natural que esio le recordase un asunio que lo traía preocupado desde hacía largo iiempo: la formación de un Puerto. Me indicó la manera de hacerlo, y la cosa me pareció tan fac. fible que no dudo de que un ingeniero inglés podría realizarla con un gasto inferior a &20,000.

Con motivo de las fiestas qu se celebran en el' Puerto, la casa de Don Miguel estaba por supuesto abierta para todos. La sala se veía llena de gentes de toda clase. En el antepecho de la veniana y fu· mando cigarros estaba sentada su bonita hija con otras tres señoritas de Sonsonate, morenas como zar. ,zamoras y alegres como grillos. De las orejas les colgaban grandes aretes planos de oro puro: algunas de ellas tenían una profusión de cadenas de oro al cuello y otras collares de perlas sin pulir, que más pare– cían dientes que los de sus dueñas perlas, aunque no en la mayor parfe de los casos. La mujer de Don Miguel había tomado posesión, ex officio (1), de una de las hamacas y la oira la desocupó para mí un pe. trimeire guatemalieco. Aún cuando éste pertenece al género del mexicano, constituye una variedad de la especie. Usa el poncho o capote mexicano y a veces las polainas de cuero labrado: pero todo su traje es más sencillo. Rara vez tiene bordados de oro o plata: la chaqueta suele ser de algodón sin adornos y cuando se viste de lana lleva generalmente una levita de corte inglés. El sombrero es también inglés, excepto cuando viaja, reemplazándole entonces con uno grande y gacho de paja o de alguna otra cosa liviana, que resulta mejor para librarse de los rayos del sol. En la mesa larga y pesada que ocupaba la mayor parte de la sala colocaron sucesivamente los platos: a cada cual le irajeron uno de frijoles (2), y

como los sirvientes del dueño del a casa no dejaban de atender las peticiones de los huéspedes, creí, como era natural, que las muchas personas que allí estaban pagarían su hospeda.je. Sonaron algunas guitarras frente a la puerta y una docena de parejas se pusieron a valsar. Me senté algo inclinado a hacer lo mis·

(1) En latín en el texto. {2) En castellano en el texto.

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