Page 59 - RC_1968_06_N93

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Cuando me estaba paseando por la playa. al anochecer entablé una conversación con un hombre res. petable y entrado en años. un español que a pesar de lo mal que andaban los negoeios seguía COn $u comer~

cio en aquel Puerto relativamente abandonado. De imponente estatura y bastante robusto. llevaba el cabello peinado hacia atrá~ y empolvado. con una caleta: vestía calzones parduzcos de casiminar· sin obo– tonar en las rodillas. medias de seda con motas blancas y negras y grandes zapat~ con pequeñas hebillas de diamantes. Una camisa de la más fina batista. primorosamente aplanchada y con el cuello desabrochado. Ciompletaba su traje. Me invitó a ir a su casa. y CClmo acerté a conocer a muchos de sus íntimos amigos de México. fuí con gusto para charlar un -rato con él. Era muy aficionado al agua fresca y a los cigarros: sus dos hamacas estaban colgadas en medio de coniem tes de aire. escupía en todo el piso de piedra y usaba media docena de tenedores de plata limpios para CClmer. El caballero de quien hablo se llama Don Juan M. es. repito. un verdadero español. porque sabe mirar las nuevas instituciones con burlona indiferencia y las anticuadas con indiferencia burlona. Bastante astuto para mostrarse moderado y teniendo modera. ción suficiente para ocultar su astucia. posee qJ1 CPfll~9%11 ~d9roso con un soplo frío de prevenciones. como

si Don Juan fuese un compendio de su puro (1) y dE su eau sucrée (2). En otros tiempos había ejercido la profesión de médico y todavía atiende el Hospital y gratuitamente a los pobres que necesitan de sus ser.... vicios.

Mr. Barcaistegie aCl1dió al juez de letras para ver !li era posible sonsacar alguna cosa a mis criados so– bre el robo: pero. como yo lo sospechaba. no resultó nada' que permitiese entablar contrlll ellos una aCl,1sa. ción. no ob'StaJlte haberlos illiterrogado separadamente.

En el Puerto estaba fondeado el Carmen. Capitán Proudfoot. barco que hacía el comercio con la India y que venía de China. Fuimos a bordo. Dos semanas antes de llegar había sufrido horriblemente a cau. sa 'de un' temporal. perdió el palo de mesana y hacía tanta agua que tan sólo pudieron salvado poniendo una vela debajo de la quilla. lo que afortunadamente produjo el resultado apetecido. Traía un cargamen. to de articulos chinos. cuYO!; derechQS de aduana habían sido valiosQs para el Gobie~no. caso de poderlos hacer efe~Uvos: pero con ~l Il",tema, e!!~ablec~do me pareció mqy dqdoso que se lograse obtener algq que . correspondiese a lo que la Repúbl~ca ieni. el derecha de esperar a este respecto.

Al anochecer se pasQ revista a unos 200 s,oldados en la plaza. En un costado de ésta había un coberti– zo en que algunas de las autoridl!des Y especialInente el Comisaric;> genera~ -eIltaban sentados. desempe. ñando su p~pel con solemnidad e importancia. Me enteré de que el Comisario era Don José Barazo. sin– tiéndome un poco avergonzado de no haber sabido antes su nombre o de no haberle puesto cuidado. porque era la mismísima persona que me acompañé hasta Acapulco. Supe con satisfacción que sufrió poco a cops~epcia de sq caíd&,.

1.0s soldados que for~an la guarnición proceden de ll!- parte más viciosa del pueblo mexicanQ. la ma· yoría de l()s que encoJliramos en el camino el Oficial s.uó de modo tan enérglco en

defensa de su honra. eran presidiarios que venían a reforzar las filas de la tropa llena de espeJ:'an;as CNe figuraba en la parada. Se me dijo que apenas habría uno que no hubiese cometido crímenes merecedores de la pena de muerte. Me señalaron especialmente uno de ellos. blanco, rubio. pequeño de cuerpo Y que pocija tener unos veinti. trés años. conocido como uno de los mayores bandidos de humana forma. Dicen <¡\le se jacta de haber eo– metido trece homicidios y asesinatos. figurando $cpadre entre las víctimas. Son elementos peligrosos para dar garantias a una ciudad. confiándoles su guarnición y todos los punto!; fuedei!l.

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': Marias. 3 de mayo.-Estábamos almorzando. a las diez de la mañana. cuando nos trajeron la noti. cia de que la bandera estaba izada en el fuerte y la Tartar a la vista. Monté inmediatamente en mi ca· baIlo. acompañando a Mr. Barcaistegie. y subí por la fálda del cerro llamado La Quebrada para vfi!r el in. teresante objeto. Antes de las doce saltó a tierra el Teniente Morgan para averiguar si yo habia llegado.

y pocas horas después desembarcó también· el Capi tán Brown. Me alegré mucho de saber que no lo ha. bíá retrasado. y como tenía mucha prisa de aparejar, se convino en que yo fuese a bordo al otro día.

Lla calle en que habitaba mi hospedadero. el Cópsul. no era ancha, péro una de las mejores y en ella estaban las casas má.s respetables del pueblo. A\ anochecer se formó un grupo de vecinos frente a la casa. entablando un baile al aire libre. La música se componía de guitarras tocadas con buen compás y los es. pectadores lo marcaban,. mucho de ellos golpeando con los dedos los bancos o cualquier oira cosa igual– mente buena para el objeto. 1;)0$ q tres. arDladQi!l ~e guitarras y que no sa,bían ta,ñerlas o ignoraban tal vez la tonada que estaban tocando. desplegaban la maravillosa destreza de sus dedos rascando el reverso del instrumento con tal corre<;ción que expresaban el acento y el sentimiento de la música del modo más

(2) En castellano en el texto.

(3) En francés en el texto. Agua de azúcar.

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