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po de Luzán: la lírica se paga de efímeros éxitos del in– genio: el sentimiento es hasta de mal gusto y conviene disfrazarlo dentro de galas retóricas. con alambdcados giros que 'corresponden al estilo de churriguera en la ar–

quHect~tra: a cada paso se hallan resabios de C'UlterBnis– mo y pocos atinan con una nota capaz de hacer que se destaque su originalidad. Se cantaba a la antigua. 10

mismo que en todos los aspectos de la vida colonial se conservaban rutinariamente tradicionales costumbres. "La educación jesuítica marcó profundamente sus huellas en el alma de los colonos españoles. en los CRIO– LLOS' Y los MESTIZOS que pasaron por las aulas uni– versitarias. donde la metafísicClJ sumergía el pensamien– to ~n profundidades de penumbra azul. y la dialé.::fiC'3 era co~o una malla de raz:onadas sutilezas. LO! filoso– fía escolástica imperaba en toda su magnificencia, A– ristóteles y Santo Tomás dividíanse el señorío espiri– tual. Pla,tón andaba errante, fuera de las aulas. en la mente de algunos pensadores idealistas. A la mHad del siglo XVUI, los jesuitas, consumados latinistas y teó– logos. habían influido poderosamente en las orientacio– nes mentales. Ellos disciplinl'\l'on y formaron hombres de la talla de don Francisco ~Cavier Clavijero. el autol: de LOS TRES SIGLOS DE MEXICO, de don Miguel Mariano Iiurriaga, el teólogo. de don Diego José Abad. el poeta de la celebrada obr", latina HEROICA DEO CARMiNA, de don Francisco Jl::axiel' Alegre, autor la– tino del poemita épico ALJEXANDRIADOS y de la églo– ga NYSUS. traductor latino de la BATRACOM\l:OMA– aUlA y de la ILIADA, de don ,Agus:l:ín de Castro, ha·

ductor de Safo. de Séneca el trágico, de Pedro. Hora– do, Virgilio, Juvenal, y de lYl.llton, young. Gessner. au– íor de una histol'ia de la literatura mexicana y de va– rios poemas castellanos". Puede agregarse el ele– gíaco Juan Ca,rnero. un gl'an emotivo: el comedió– gra1'o don Juan Ruiz de Alarcón y Meudoza. EL liND!1\.–

NO. que figuró en la corie de España. de esmo sobrio

y neto: Juana de Asb1tje, más conocida po¡: SOl' Juana Inés de la Cruz y por LA DECEl.ViA. MUSA. que nuil'ió su alma de sensibilidad él la vista del Ib¡i:1a,dhuail 'Y el

Popocaiepetl; Zapata y Reina y otros más.

Entre ellos, sin desmerecer en altura mental. vas– ta ilustración clásica e inspb:aclo esi!.'o, Se <ll:í.m. can 01'i–

ginal relieve lél! figura literaria de nuestro Landívar. quien recuerda nombres tan ilustres al cantar los lagos de México, entremezclándolos con otras 91:al:as rel'ninis– cencias de América, al calor de la amistad y la admira– ción: "Entonces, cautivados po¡- la seCl'eta dulzura del húmedo campo, los poetas llenlln u veces de armonl? las orillas. Aquí el piadoso CUFllero. en celesiial amor inflamado, llora en versos elegíacos las :l:e¡;ribles heúdas

de Cl'isto. los escarnios, muerte y la Mrenta de la cruz. Allí el ilustre Abad, ardiendo en sagrado estro, c¡.mió en verso al señor sublimes loores. Retumbaron :l:am– bién con formidable canto estas orillas cuando Alegre conocedor del apolíneo arte, cantó las hazañas del h':,– roe hijo de Peleo y las crueles guerl'as. Y aún grab" ¡'on sus nombres en los árboles ribereños Zapata y ReI– na y el ponderado comediógrafo Alarcón, cuando con el suave plectro sus :tristes pesadumbres a,}iviaban, Con iodo. luego que Juana deja oír sus canOl'as melodi,'>:s, detiénese la corriente de las aguas y las aves. inte-

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rrumpi.endo de pronto el vuelo. suspendidas en el aire. enmudecen por largo tiempo y parecen conmoverse los peñascos con los dulcísimos conceptos".

LA RUSTICATIO

La Rusticatio Mexicana se componé de quince libros o cantos. más un apéndice sobre la Cruz de Te– pic y un anexo antepueslo a la obra para expliC'al: al– gunas de las vo'ces usadas, su significado. o los carac– teres de animales y plantas o costumbres que se men– cionan con espontánea ilustración al correl.' del verso: otras notas van diseminadas en las Z09 páginas. Landí– var canta la maravillosa naturaleza americana. sus ad– mirables paisajes, su flora y su fauna. las costumbres de sus pobladores. la vida del campo, la agricultura y las industrias nativas. En él se confunden la vocación poética con las aficiones del naturalista: detalla por eso con la "elegante abundancia" de Virgilio. y puede atri– buírsele el juicio de Macrobio sobre el preclaro hijo de Mantua: "Landívar. que nunca yerra en materia de cienciaa'·. Tiene unos ojos glotones, que paladean el aspecio de las cosas y el simple recuerdo le permite revivir intensamente esa sensación de GUST,O de lo bello: describe así con delectado detenimiento y levan– ta a la dignidad del verso las cosas. los hechos, las visio– nes más insignificantes y humildes, 10 mismo <-'u ando su numen escala altas montañas, se baña en los lagos y los ríos, salta en las cascadas y comulga 'Con el alma nemerosa de los bosques: que cuando asiste inteligen– temente a las ocupaciones de la agricultura y la indus– tria. preside la existencia de los animales domésticos o va a caza de ingenuas sensaciones tras los seres selvá– ticos. bajo la advocación clásica de Diana.

Nadie más autorizado pa¡'a consagrar a Rafael Lan– díval.' que eSe gran genio de la 'crítiea literaria. Menén– dez y Pelayo, de quien se ha dicho con justicia: "Aún más grande, ulás intensa. parece la inauencía del maes– iro en el pensamiento y en la ob:;:a literaxia de la Amé–

rica española. Reveló él los mismos americanos, escri– tOl'es y producciones poco conocidos o descuidados, se– ñaló méritos y bellezas, fijó caracteres que no serían mejor determinados llar oiros, porque el ma'estro fenía el don supremo de ver hasta 10 más recóndito, de se– guir el pensamiento y la trascendencia de las ideas hasta las consecuencias más altas y lejanas, de presen– tar. con sus rasgos distintivos. con su propia vida en el ambiente en que deben estar. las figuras estudiadas o evocadas".

JUliCIO DE MENENDEZ y PELAYO

lLA ANTOlLOGíA J!)JE POJETAS lHI][§P ANOAME– n,ECANOS apareció de 1893 a 1895, estando dedic~~o

su pl'Ímer volumen a los valOJ:es litel'al'i~s de Mex~­

co. y la América Central. CcnfOl'me a las Ideas por el expresadas, en el prólogo de S11 antología de poetas líricos castellanos, Menéndez y Pelayo r-ecoge una se– rie de "modelos de gusto y textos amenos", agl'egando introducciones y notas que por su acierto dejaron se– ñalado el camino a todos los estudiosos de la mate– da, con juicios que siguen siendo hasta la fecha pun-

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