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bada por bula de Paulo lit aunque después se ac'haca– ra a la congregación que :l:al bula no se con:l:enía en el ' 'Sumario de las reglas y constituciones de la compa– ñílll de eJsús", ni en su "Thesaúrus", no obs:l:ante ser la base canónica del ins:l:itu:l:o de la compañía, de su le– gislación y de su his:l:oria. Censuran :l:ambién los nu– merosos enemigos de Loyola el ar:l:ificio para indepen– dizarse hasta cier:l:o pun:l:o de la tU:l:ela pontificia, al pre– sen:l:ar como fundamen:l:o la bula de Julio III, que en– vuelve una oscura y amplia forma para que ac:l:úe in– dependiení:emen:l:e el general con su Consejo: es:l:rac:l:a– ban además la bula de Gregario XIII y acabaron por omitir completamente la original de paulo 111: el pa– dre Juan de Mariana dice al respecto: "En es:l:e gobier– no andan paralogismos y sofismas, que engañan sin én– :l:enderse'·. En fin, al principio se tildó de heré:l:icos a Loyola y a sus adeptos, denunciando per:l:urbaciones ner viosa que sus servicios provocaban a las beatas. Dígase 10 que se quiera, quizá a favor de esa :l:en– dencia a la indisciplina 'contra el Vaticano, la Compa– ñía de Jesús contribuyó en loable formación a la con– servación y progreso a la cu1:l:ura intelectual, siempre dentro de las limitaciones de cas:l:a que tuviera la acti– vidad del espíritu por ese tiempo. Regateando excelen– tes colegios en Roma, C'oimbra, varias ciudades de Es– paña y luego en el Continente Americano, a la par que desenvolvían sus estudios teológicos, fecundos en obras en la segunda mitad del siglo XVI. con alarmante rapi– dez llevaron a cabo una inteligen:l:e labor de penetra– ción social y económica, que pronto tendría resonan– cia en el campo de la política. Vinieron a constituir así unlll fuerza: respetable por su riqueza ma:l:erial y es– piritual. manifiesta en su creciente expansión. en su dominio de las conciencias, en la dirección de la ense– ñanza, en su produeción literaria y científica, en sus templos sun:l:uosos y sus vastos y bien provistos con– ventos.

"Ya en el último cuarfo del siglo XVI los padres de la Compa,ñía de Jesús, por quienes hacía tiempo se suspiraba en la 'colonia, llegaron a México, solicitados por un vecino rico y enviados por Felipe I1, de acuerdo con San Francisco de Borja, general de la Orden. In– mediatamente :tuvieron templo y casa. Cacique hubo que envió tres mil indios a :trabajar en ello". Po co después venían a Guatemala, instalándose modes:ta– men:l:e has:l:a que el 18 de julio de 1626 inauguraron su :l:emplo, de sencilla pero sólida y hermosa arquitectu– ra, rico en arcos y columnas. recubier:l:os sus muros con decoraciones de madera labrada, y des:l:acándose los al– tares recamados, con hornacinas en que resanaban las esculturas y pinturas de los santos extáticos entre un decoro de cirios, palmas de plata y dorados ornamen– tos. Sus naves amplias resonaban' con las graves me– lodías del órgano, adornado su interior por "sesenta estatuas y cuarenta euadros~' en cuya facción pusieron el celo de Un concurso de inspiración y técnica los aro :l:istas de la época.

No menos imporfante era el convento, amplio y cómodamente amueblado, 'centro de meditación y estu– dio qUe se honró eon el trabajo de pacientes religiosos y grandes pensadores, como "el padre Manuel Lobo, el

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lítera:l:o y filósofo Francisco Xavier Solchogéll y el maes:l:ro An:l:onio Zepeda, a quien quiera uJia entraña– ble amistád con el poe:l:a Landívar. Aprovechándo un legado de 30,000 duros del rico y filantrópico vecino don Antonio Justinino, construyeron en 1690 el edifi– cio para el colegio de San Francisco de Borja, y en 1767 ferminaron los trabajos de la casa de estudios. "Sean cuales fueren las ideas que se tengan sobre la Compañía de Jesús -dIce Salazar_, es lo cierto que en el siglo pasado, y en medio de las oscuridades de la colonia, los individuos de esa orden brilaban por su sa– biduría.· Pues bien, deJ:}tro de esa orden, sin des. merecer en cuan:l:o a la calidad intelectual' de sus de– ,más componentes, hizo su profesión mayor Rafael Lan· dívar, en el año de 1765. Habiendo. regresado de Mé xico, en 1762 según Batres Jáuregui, fUe profesor de gramática y filosofía en el colegio de San Francisco de Borja, rector del mismo plantel y prefecto de la Congregación de la 'Anunciata, adscrita al mismo esta– blecimiento.

Por ese :l:iempo sobrevinieron :terribles desgracias a la familia del poefa, desde que don Pedro fuera ente– rrado en las bóvedas del templo de San Agustín, en agosto de 1749, había quedado doña Francisca Javiera administrando los bienes de los Landívar: pero en 1761 se declaró en ella la locura, por 10 que pasó la admi. nistración a su yerno Joaquín' de Lacun~a: éste tenía entonces 51 años y sus fuerzas es:l:aban minadas por el dolor que le produjera la, pérdida de su esposa, Rifa Josefa Landívar, muerta' el 19 de mayo de 1759, por una terrible enfermedad y 'las desazones qUe le produ– jera la reclamación del hermano de don Pedro. Tomás LJandívar y, Caballero, quien se presentó pidiendo la he– rencia', aunque luego se contentase cón recibir 5.000

duros y posesionarse de los efectos encomendados a su administración en Comayagua, desapareciendo después sin dejar rastro alguno que nos permita precisar el sitio y la fecha de su muerle. Don Joaquín, hizo pro– digios para recobrar la salud, aeudió a los famosos cu– randeros indígenas, Se dice que hasta consulfó a brujos que operaban clandestinamente, e hizo romerías de su– plicante al santuario de' Esquipulas y a la ermita del Carmen, en busca de consuelo 'y alivio.

LA EXPULSION

"Ya en el siglo XVII se hace a los jesuitas el re– proche de haber prostituido la cris:l:iandad católica con el ES'PIRITU FARISA1CO-RABlNICO, y falseando los mandamientos morales del evangelio con SUTILE$ FORMULAS TALMUDICAS. Es en realidad asombro– so hasta qué punto llega a vecés la semejanza entre la teolog'ía moral jesuita y las máximas de la MISNAH judía, tanto que a veces es diñcil a la vista de una cita poder decir en el acto a cuál de los dos sistemas de doc– trina obedece".

Pero la causa de la animadversión contra la Orden de Loyola era principalmente los celos que. provocaba su poderío incontenible: avasallilban las conciencias, in– trigaban en la política con pOderosa influencia, dispo· nían de riquezas sin cuento y "de SUB colegios mayores

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