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« Previous Page Table of Contents Next Page »fasto con la calma ensoñadora de las ermitas enclava– das en siHos agrestes. las capillas diseminadas por la hendi.ción de Dios entre la verde campiña circundante. Amaba las fuentes. Más de veinte elevabas el es– iro cristalino de sus chorros y surtidores en la paz mon–
iil de la ciudad. ostentando canterías admirablemenle talladas con fino encaje de piedra. ya en las plazas. ya en las calles. tranquilas o borboteantes. en un desper– dicio de f¡'ansparencia y frescura.
Mas su predilección lo llevaba de preferencia a pa– sear. a pie o en el forIón de sonoro a!l:rastre. por los al– rededol'es de la ciudad, hacia las SALIDAS de :risueño panorama, con selváticas perspectivas y olor a natura– leza desnuda.
Frecuentaba la ALAMEDA, transponiendo el puen– te de LOS REMEDIOS, admirando en el templo de El Calvario las pinturas del artista guatemalteco Montú– far: viendo curiosamente la huerta de los franciscanos. donde trabajaban los humildes hermanos TERCEROS con la vista baja, como si enterrase su propio pensa– miento. Cerca se alza la iglesia parroquial de los Re– medios, se encuentra el rastro de cruento oficio. y ser– pentea por su desigual cauce El Pensativo, con alterna– tivas de modesto arrastre y turbulentas cóleras. Buscaba si no el ameno de San Lázcu:o, entretenido en vez rumiar a la vacada de fermentado olor y grandes lacrimosos, o ramonear a las cabalgaduras el fresco pas–
to: estampas virgilianas que despu.és se reproducirán con fiel colorido en su memoria y que él se complacerá en calcar con delectado estilo. Vaga por el férfil y amé' no prado que se ve y goza, situado a la parte occiden– tal de esfa dudad, que tiene por término y lindero el abundante y noble río de la Magdalena, y que propasa– do su curso ofrece, entre su margen y la sierra, que co– ne del vo1cás de Fuego y ofros c~rif.lS, el apacible .ob- . jeto de molinos, pueblos y granjas", odoranfe vega denominada el P¡:aclo del Cor:Ujo.
En fin, le placía e! ambiente umbroso de los T AZA–
CUALES de 30cofenango, afiebrado por el inierés de las transacciones comerciales; se atrevía has!:a la CHACA– HA, donde los naturales del país moldean con gran ha– bilidad y cuecen sus afamados ar!:efactos de loza. o buscaba solaz en la finca El Portal. paraje abusdante en placenteros panoramas, par donde corre el río del mismo nombre con la naturalidad de un verso virgilia– no, enh'e colinas de suave turgencia. En la enfrada de la propiedad, tras unos pilares de pétrea ver!:icalidad. se admiraba una virgen de grani!:o empotrada en un muro y la siguiente inscripción, igualmente grabada en piedra, "así se levantan y sosUenen los derechos de ]a humanidad". Antes de 1773, fUe El Poríal propie– dad de la familia de don Pedro de Landívar, quien tenía también en ella algunos cultivos.
SUEÑOS
Hacía también otras excursiones no menos ame– nas y poseídas de gratas sorpresas; era en las tardes, por la hora en que las campanas vibraban con los golpes len– :l:os de la oración; de labios de una vieja criada, que im– ponía a todos los sirvientes el respeto de sus largos años
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de serVICIO, apreciándose en tanto como la vajHla de
pIafa heredada de clan Esteban, escuchaba Con el áni– mo suspenso maravillosos relatos, leyendas, cuelltos y
consejas con sabor él! misierio, eco de tradiciones fan:tás– Hcas, lucubraciones del caprichoso numen popular su– persticioso y milagrero.
Unas veces eran heroicos hechos de armas, en que chocaban con furia las lanzas y salían a relucir las es– padas en atrevidos molinetes; los caballos Se encabri– tan. sudorosos y piafantes, al castigo de las espuelas \' la tensión del freno, y caían malheridos los paladines con una rosa sangrienta en el pecho y una frase célebre en los labios; no era xa\!:o que el propio rey premiase más :tarde 'con un beso y un blasón nobiliario la valen– tía y e! temple guerrero de un gallardo garzón, ni que la princesa suspirase y al pasar el joven paladín dejase caer distraídamente un pañuelo de perfumada batista, O se :I:rataba de ocultos eldorados, de prpdigiosos te– soros que guardaba un dragón de fieras fauces de fue– go y larga cola pestilente, al que Se llegaba por un ca– mino empinado de :l:rabajos y sembrado de asechanzas mágicas, de las que salvara a un príncipe andariego la virtud de un cabello pel'fumado por la gracia de una princesa cautiva. Ya! refería la fábula casos sorp.:e11– del1fes de ENTll:ERROS y aparecidos, que ienían POi'
resu1l:ado improvisadas fortunas; o bien actuaban duen– des, hadas y b¡'ujas, y hasta entraba en escena la figu– ra roja y bicorne de satán, con una verde casaca que denunciaba su presencia por su intenso hedol.' a azufre. En el ámbito de sus historias revoloteaban mUrciélagos de alevosas alas e insaciable hocico, bestias extrañas y
magos que operaban en su persona las más curiosas me– tamorfosis; faunas y floras exh:aordinal'ias por su as– pecio y dimensión, decorando la escena de hechos inu– sitados, en un ambiente penumbxoso de hechicería; ta– lismanes. enigmas, sortilegios. Ya simples broncas de H:;;onas pendencieras, o milagros de sanios, saldando te– niblas cuitas y clareando con sus nimbadas aureolas los antros oscuros del dolol', el sacl'ifico y la miseria. Entre iodos, Rafael marcaba su preferencia por los relatos de la vida del 'campo, el ejercicio de las aríes de–
mésticas y el esfuerZ'o de las diarias faenas; o la vida misteriosa y simple de los animales del bosque: los cas– tores industriosos que hacen diques y puentes en los ríos: la rapidez espantadiza de los venados con rami– ficaciones anuales en sus cuerl10S; la acechanza :traido– ra de los tigres famélicos: la agilidad de los simios pe– ludos de 'Colas prehénsiles ue se burlan de las gentes; la exis:l:encia alada de las aves de multicoloreados plu– majes y argentino canto.
La imaginación se iba poblando de seres extraños
y era teatro de una vida fantástica, alimentada en lar– gas horas silenciosas, en un plano irreal en que las palabras tornaban consistencia de cosas y encadenaban las más absurdas posibilidades. Doña Juana Francis– ca vigilaba con su instinto maternal, y en ocasiones re¡;>réndía con suave manera a la vieja ama: "No ad· "¡,iertes que llenas la cabeza del niño de ensueños y fan– tasías. Algunas de tus histOl'ias le causarán terror y en general todas sobreexcitan su natural nerviosismo; aca– barás por enfermado".
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