Page 16 - RC_1968_06_N93

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errónea de que el Quetzal hace dos agujeros en el nido;

uno para entrada y otro para salida, evitando así, al dar la. vuel:l:a dentro del estrecho nido, dañarse la co– la, que para él es motivo de orgullo. Sólo hay un aga– jero de entrada y el pájaro no cuida mucho su cola: más de una vez encontramos las largas plumas ver– des colga,ndo del nido, caídas en el suelo, notando que éstas eran plumas quebradas y no las que cambia el pájaro naturalmente. ~l}.

Empezamos luego a construir una plataforma de ob– servación a la altura exacta del nido, para poder obser– var a los pájaros sin que ellos nos verano El arte de los indios para hacer esa clase de construcciones vino a cuento, y en poco tiempo se alzó una plataforma sólida formada de un conjunto de trozas enlazadas con los ca– bles de las aroideas íragontinas. Encima instalamos un cobertizo y cortina de espesas palmas. Allí nos estacio– nábamos casi diariamente para observar Y anotar las costumbres del Quetzal. A pesar de nuestras precau– ciones etnraba la lluvia a nuestro observatorio Y mucha¡. veces regresábamos al campamento mojados hasta los huesos y tiesos de estar parados todo el día sobre la plataforma. Sin embargo, e\ entusiasme nos hacía ol– vidar todo eso. A través de )05 días pasaron ante noso– 'iros las costumbres del Quetzal. La hembra empolla los huevos duranfe la noche. el amanecer deja el nido para alimentarse de los frutos de las palmeras, de los aguacatillos y de los insectos que a esa hora encuentra. El macho pasa la noche en la montaña y regresa al nido como a las ocho de la maña,na permaneciendo en él has– ta que el hambre lo obliga a salir. La hembra vuelve al nido como a mediodía.

Al anochecer, después de haber cambiado turno va– rias veces el macho y la hembra, la madre regresa va– cortitos vuelos y se posa cerca del nido, pero no entra diredamen:le. Ojeando furtivamente él su alrededor

110 entra sino hasta estar segura de que no es observa– da y de que no hay ningún peligro cercano. Satisfecha iinalmente, hace un rápido y corl o vuelo hacia el nido

y sin mayor vacilación entra en él.

La incubación dura de 18 a 21 días y una vez sali– dos los pollitos del cascarón, el nilfdo se vuelve más a– legre con las idas y venidas de los padres hacia sus ham– brientos hijuelos. Como todos los pichoncitos, los del Quetrzal son fodo pico y estómago, y cuando oyen ba– tir las alas de sus padres empiezan a chillar y a gorgo-:– real'. Durante las primeras semanas de la vida del pi– chón, la madre sigue llegando al nido en la noche pa,ra calemar a sus pollitos. En esas selvas lluviosas hace bastante frío durante la noche, pues la temperat'ura baja hasta 55 Farenheit. La naturaleza, sin embargo– ha protegido bien a estos pájaros cont'ra el frío, pues sus plumas son generalmente de dos pulgadas del argo, tu– pidas y espesas, y proveen suficiente calor para sus hi– jue!os y para ellos mismos. Son sensibles a las inde-

mendas del tiempo y cuando llu~ve muy recio no sa– -.:en del nido.

Los polluelos nacen implumes pero a los ocho días se cubren con plllmoncitos de negro y rafé. Ninguna indicación dan de su belleza ulterior la tercera sema– na cuando una pequeña mancha, en forma de V, de plu– mas verdes les sale detrás de la cabeza. lJas alas crecen pronto y están bien formadas para ese poderoso vuelo corto que les es caracetrístico. Ala cU80ria semana les empieza a salir la cola y principian a salirles varias plumas verdes. El pájaro está yet listo para hacer un corio vuelo en caso de emergencia, pero si nada suce– de para asus:l'arlo, permanece en el nido hasta que han llasado cinco o seis semanas. A. menudo les suceden emergencias: durante las tempestades que sobrevienen precipitadamente del Caribe, eIlJOrmes árboles c.aen <3–

rras:lrando todo lo que está cerca. Varias especies d.. gatos silvestres y de halcones medrán por los alrede– dores, y las culebras tampoco son raras. Todo es:lo pue– de obligar al pajarillo a volar antes de su desarrolle I:ompleto.

Teníamos bajo observación más dg diez nidos y

para todos ellos nos valíamos de igualel> plataformas a donde iba yo diariamente llevando registro de cual– quier variación en la vida de estos pájarillos, y obser· vando en un nido lo que n,o había podido ver en ofrC'. En una de mis rondas ví a un pichoncito tomar el VU"'–

lo por primera vez. Alza la cabeza" se mueve nervio'a-, mente, estira el cuello para determinar algún punta hCl:. cía el cual podrá volar por primera vez. El pajari1k' ')arece comprender que en la selva no hay ensayo sil:' éxito, que si pierde su objetivo le será muy difícil le– 'lanfarse del suelo. Por eso quizá trata de estar segutr! <le su meta. El queizalito bate sus. alas como ensaya"~

io su mecanismo. Luego, habiendo determinado el 1lunto objeiivo se lanza al espacio, y de contra la rama m poquito más abajo de 10 que habia calculado y que– la con el pico sobre ellas. A fuerza de bafil' las alas y

esfor71a,rse por subir puede por fin posarse. Ya segura sobre la rama se dedica al siguiente ejercicio que ha practicado desde pinchonzuelo: Primero estira una ala todo 10 que puede al mismo tiempo que estira la pata de ese mismo lado; luego las vuelve a su posición nor– mal y levanta ambas alas hacia arriba, estirando la ca– beza y dejando ver el cuello implume; luego vuelve las ¡¡,las a su posición normal y esfira hacia atrás el ala opuesta a la ejercitada al principio. Terminado esto aun le queda mucho que hacer para "arreglarse". Con el pico empieza a quitarse los pellejitos sueltos que tie– ne por donde le han recién salido plumas. La "toiletfe" está ya casi terminada cuando oye a su padre regresar al nido, y olvidando su serenidad, se vuelve a convertir en el pichonzuelo chillón. Midiendo la distancia que tiene que volar para regresar al nido, revolotea traba– josamenfe para conseguir su ración de comida. Esto que presencié de la vida de los quetzales es quiz,á 10 normal. pues la caída de un árbol u otros peligros pueden hacer

(1) El quetzal (Calurus repledens) es un ave del orden de las TREPADORAS. Nota de la Revista.

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