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favol' a estas potencias; tanto valía el poder de Alemania después de Sedán, que aquellos países no vacilaron un mo– mento en ponerrse de parte de la fuerza contra el derecho. En el curso de esta intervención se apreciará cómo había logrado Alemania mal impresionar a sus aliados contra Ni– caragua: la insolencia y descortesía de éstos llegó a a igua– lal'se y aún a sobrepasar a la de von Be,rgen; pero ninguno se portó peor que el Ministro Americano Mr. George William– son. Más tarde del incidente que vamos a relatar, el Dr. Adán Cárdenas, Ministro de Nicaragua en Guatemala, escri– bió a don Pedro Joaquín Chamorro que el Presidente Barrios le había informado que Williamson era el peor enemigo de Nicaragua. Cárdenas confirmó persolnamente que en reali– dad existía esa mala voluntad del Ministro yanqui, pues nun– ca lo saludó Williamson las diversas veces que se encontra– ron, y habiéndole hecho la obligada visita de cortesía, no la correspondió por lo cual la Legación de Nicaragua partió de Guatemala sin despedirse de Williamson. Von Bergen, en cambio, se mostraba siempre cortés con el diplomático ni– caragüense. (132)

el, Los representantes de Alemania y Estados Unidos querían mudar las leyes del derecho diplomático.

Habiendo fracasado las gestiones del diplomático alemán, el Gabinete de Berlín creyó necesario presentar un ultimátum al Gobierno de Nicaragua.

El 25 de junio de. 1877 llegaron al puerto de Corinto los señores Werner von Bergen y George Williamson, represen– tantes diplomáticos de Alemania y los Estados Unidos res– pectivamente. El Ministro de Relaciones Exteriores de Ni– caragua les dió la bienvenida. El 28 estaban ya en Mana– gua.

Sin embargo, no todo debía pasar como de costumbre y de acuerdo con las reglas del derecho internacional. Resuel– tos los expresados diplomáticos a ocasionarle nuevas dificul– tades a Nicaragua para justificar su conducta impropia, pro– vocaron un nuevo conflicto.

El Encargado de Negocios de Alemania exigió que se le recibiera ese mismo día 28 de junio; el Ministro America– no se señalaba el mismo para su visita el día siguiente. Esta fecha, 29 de junio, es feriada en Nicaragua, y ade– más en ella se celebraba el cumpleaños y el onomástico del Presidente, pues es el día de San Pedro Apóstol. En vista de esto y de ser un derecho de las naciones fijar el día en que deben ser recibidos los diplomáticos, el Ministro de Relacio– nes Exteriores señaló a ambos señores el 30 de junio, a la una y a las tres de la tarde respectivamente, para recibirlos, uanque era sábado y las oficinas debían cerrarse.

Ambos diplomáticos calificaron la actitud del Ministro Rivas como una "falta a las reglas elementales de cortesía internacional"; pero el expositor de Derecho Internacional Seijas, comentando tal parecer, y citando a Calvo, se expresa así:

"La falta de cortesía estuvo de parte del Encargado de Negocios de Alemania que pretendió ser recibido en audien· cia pública justamente en días de fiesta, y cuando el Presi. dente de Nicaragua celebraba la fiesta de su aniversario. Se– mejante pretensión sería considerada en Europa, no sólamen– te como una grave falta a los deberes de la cortesía interna. c!onal, que ameritaría el retiro del representante extranjero,

Sll~O hasta como tina provocación violenta e inusitada. Ade– mas la falta de cortesía entre las naciones no puede consi– derarse como un insulto." (133)

.Después de esto, quisieron excusar su falta con otra. Por escrIto se dirigieron al Presidente Chamorro, quejándose en tono destemplado de la descortesía del Ministro y expresaban la seguridad de que el Mandatario no aprobaría esa conduc– ta.

11' El Presidente 'Ühamorro contestó a von Bergen y a Wi-lamson con la siguiente merecida lección: "Managua, junio 30 de 1877.

"Señores:

"He tenido el honor de recibir la atenta comunicación de Sus Excelencias de esta fecha junto con la traducción es~

-c--__

GU~t~2) l Carta del Dr. A~án Cárdenas al Presidente Chamorro, fechada en eh ma a el 20 de SeptIembre de 1877. (Archivo del Dr. Pedro Joaquin amorro).

Pá~~~~ 25~· S. Seijas, Derecho Internacional Hispano Amelrlcano. t. 11.

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pañola de la nota que hoy mismo han dirigido al señor Mi– nistro de Relaciones Exteriores.

"Aunque por los usos que rigen en el Gobierno de este país no corresponda al Presidente de la República comunicar– se directamente con ninguna persona privada ni funcionario público de cualquier categoría sobre asuntos oficiales, sino que todo debe tratarse por los órganos legales de las Secre– tarías respectivas; como una muestra especial de considera– ción para con Sus Excelencias y de mi deseo de que se mano tenga la mejor armonía entre Nicaragua y los países que representan, he tenido a bien hacer una excepción en el pre– sente caso, contestando su comunicación citada.

"Siento que Sus Excelencias hayan podido interpretar como una falta de cortesía de parte del señor Ministro de Relaciones Exteriores el haber señalado para la audiencia que Sus Excelencias solicitaron un tiempo distinto del que Sus Excelencias mismos le fijaban. El señor Ministro no ha faltado a los deberes de cortesanía. El, con mi conoci·, miento y por mis instrucciones, hizo uso del derecho que tie– ne todo Gobierno de distribuir el tiempo destinado al des– pacho de los negocios públicos conforme al grado de peren· toriedad de ellos. Por el contrario, debe manifestar a Sus Excelencias que es el Gobierno de Nicaragua quien se ha sen– tido tratado en esta ocasión con menos consideraciones de las que tiene derecho a esperar de parte de Sus Excelencias co– mo representantes de Gobiernos con quienes la República mantiene amistad y buenas relaciones; pues no sé que sea admitido en las' prácticas diplomáticas que al Representante de un Gobierno, cualquiera que sea el carácter de que esté investido, toque fijar el tiempo en que se le ha de recibir en audiencia por el Gobierno ante quien está acreditado, para tratar de los asuntos que entre ellos se ventilan.

"De la misma manera me ha sido penoso que esa cir– cunstancia que, como dejo dicho, no implica en manera alguna falta de cortesía y de consideración a Sus Excelencias pudie– se privarme del gusto de que Sus Excelencias me hicieran la visita particular que me indican, pues siempre me será grato darles personalmente las muestras de mi aprecio; no considerando que el incidente que se ha cruzado pudiera afec– tar nuestras relaciones personales establecidas con anterio· l"idad.

"Soy con toda consideración de Sus Excelencias muy atento y seguro servidor,

(f.) P. JOAQUlN CHAMORRO." (134)

Cedamos la palabra a don Anselmo H. Rivas:

"Los señores Representantes no aguardaron la contesta· ción del Presidente ni la del Ministerio, y se retiraron a la ciudad de León en vía para Corinto.

"En León dijeron que habían sido objeto de una serie de desaires de parte del Gobierno, y lanzaron expresiones que impresionaron a mucha gente. Los señores Ayón y Ze· peda, sin saber 10 que había ocurrido en la capital, intenta– ron oficiosa y patróticamente calmarlos e inducirlos a que regresaran; pero ellos manifestaron que sólo que el Presi– dente les enviase un telegrama separado a cada uno, invi. tándolos a que volviesen, contendrían su viaje. Los señores Ayón y Zepeda telegrafiaron con tal objeto al señor Presi· dente; y aunque era avanzada la noche, éste reunió su Con– sejo de Ministros en el cual se resolvió que era humillante para la República que el Jefe de ella diese espontáneamente aquel paso, tanto más cuanto que la conducta de los señores Representantes era poco amistosa. En consecuencia, tele. grafió a los señores Ayón y Zepeda, manifestándoles que tendría gusto en recibir a los señores Representantes diplo– máticos y en discutir con ellos el asunto que les había traído a la capital, encargando a dichos señores enseñasen a los Representantes el telegrama para que conociesen sus dispo· siciones. .

"Esto sucedía poco después de la media noche. Como he manifestado, el señor Presidente estaba muy indispuesto y se retiró a descansar de las fatigas de los cuatro días tras" curridos, manifestando el deseo de que los señores Ayón y Zepeda no insistiesen en un asunto sobre el cual se había trazado ya el Gobierno su norma imprescindible de conducta. "Como a eso de la una de la mañana el telegrafista llegó a decirme que los señores Ayón y Zepeda llamaban a la ofi– cina telegráfica al Sr. Presidente para conversar con él. En otras circunstancias me habría apresurado a hacer saber al

(134) Gaceta de 1877, pág. 229.

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