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« Previous Page Table of Contents Next Page »dían las ¡'entas internas de Nicaragua desde 1858, año en que sólo produjeron 216 mil pesos. He aquí lo que corres– ponde a cada administración: De 1859 a 1862, primer pec ríodo del General Martínez: $ 1.607,442. De 1863 a 1866, se– gundo período de General Martínez: $ 2.586,238. De 1871 a
1874, período de Cuadra; $ 3.744,430. De 1875 a 1878, perío– do de Chamorro: $ 4.862,003.
En veinte años las rentas internas de Nicaragua se ha– bían triplicado como resultado de la relativa paz de que go– zabá el país, notándose que, si el período de Guzmán marca un descenso con respecto del anterior fue porque en su ad– ministracin hubo una guerra civil hecha por Jerez y Martí– nez. En el período de don Pedro Joaquín Chamorro las ren– tas superaron a las de la anterior administracin en más de un millón de pesos, a pesar del estado de guerra inminente durante los primeros años de su gobierno.
El propio señor Benard nos dice por estas palabras de su expresada Memoria el estado halagüeño que alcanzaba ya el crédito de Nicaragua:
"Bien conocidos son los sacrificios a que ha tenido que someterse siempre el Tesoro Público cada vez que se ha vis– to obligado a usar de su crédito para obtener recursos, tanto por la poca estabilidad de la paz, como por la irregularidad en el cumplimiento de las obligaciones contraídas. Pocos años hace que nuestros Gobiernos, acosados por necesidades perentorias, con rentas notoriamente deficientes, bajo el peso de innumerables compromisos, y envueltos en una atmósfera de conspiraciones y trastornos políticos, se veían sujetos a terribles pruebas de paciencia y desprendimiento, en cambio de conseguir sumas de dinero para vivir una semana, un día. Los pagarés de la Nación, nacidos de transacciones tan des– ventajosas como inevitables, corrían de mano en mano con rapidez vertiginosa, aglomerándose ante las oficinas de Ha– cienda en busca del metal que por su parte huía de las ex– haustas cajas.
"Tan lamentable estado de cosas comienza a desaparecer felizmente en la época de la última Administración, (la de Quadra), al favor de la paz y de una rígida economía, y ha seguido desde entonces alejándose con el mejoramiento de las rentas y la religiosa exactitud de los pagos, no obstante las grandes erogaciones que ya exigen los diversos servicios de la Administración y los importantes trabajos que ahora se ejecutan.
"La Tesorería Nacional, que a veces no tenía cómo hacer frente a un simple presupuesto militar, hoy puede sin temor atender a compromisos de importancia apoyada en la reserva metálica que guarda en sus cajas, en el aumento diario. de sus ingresos, y sobre todo, en la creciente solidez del crédi– to público. Las varias operaciones financieras realizadas en el bienio último, atestiguan el desarrollo de ese crédito y las deferencias que comienza a recibir de parte de los capi– talistas." (99)
Aunque empeñados aquellos hombres en el aumento de las rentas nacionales, no por eso cometieron el error de ex– plotar el vicio para acrentar las entradas, que no en vano era verdaderos estadistas, tanto por la preparación como por las buenas intenciones. Así se desprende de este párrafo de las tantas veces citada Memoria de don Emilio Benard, (pg.
19). Refiriéndose a la producción del aguardiente, después de manifestar que no se han descuidado los dos puntos capi– tales de esa cuestión: la economía en los gastos y la persecu– ción del contrabando, continúa:
"En cuanto a los gastos, se ha alcanzado una reducción de $ 30,000.00 comparados con los del bienio anterior, y de
$ 50,000.00 si se comparan con los que corresponden al de
1873-1874. Tan satisfactorio resultado es debido principal–
~ente a las rebajas en los precios de compra, según los úl– tImos eontratos, y a la menor cantidad de aguardiente como pra?o, pues las leyes que os servísteis dictar, referentes a la subIda del precio de venta del licor y a la competencia para los remates de abasto han dado estos felices resultados: que el producto bruto de la venta sube, que el licor cuesta menos al Gobierno y que el vicio se modera. En efecto, antes, con una venta diaria, término medio de 400 galones de aguardien– te y un costo por bienio de $ 270,000.00, producía la renta unos $ 600,000.00, y hoy, consumiéndose sólamente 340 ga– lones al día con un gasto bienal de $ 222,000.00, se obtiene un producto de $ 623,000.00." --
(99) Emilio Ben:u-d, Memoria de Hacienda de 1879, pág. 31.
EL EJERCITO
Desde ello. de marzo, día en que tomó poses10n de la Presidencia el Señor Chamorro, el prest del soldado fue au– mentado en la suma de diez centavos diarios, y más tarde se decretó que su sueldo era inembargable.
Ello. de febrero de 1876 se promulgó el Código Militar, obra del Doctor Tomás Ayón, y algún tiempo después fueron nombrados los Licenciados don Miguel Vijil y don Modesto Barrios (100) para que eleboraran un proyecto de reformas, las cuales fueron aprobadas por el Congreso y sancionadas por el Presidente el 23 de marzo de 1877. Y en decreto eje– cutivo del 18 de julio del propio año se expidió el Reglamen– to Militar, complemento del ,Código de la materia.
Hasta esa fecha, en lugar de Código Militar, regían a la República las ordenanzas que en 22 de octubre de 1768
había expedido el Rey Carlos nI y algunas leyes sueltas, entre ellas un Reglamento Militar que promulgó el Presiden– te General Martínez. La nueva legislación militar contenía progresos y novedades muy .de acuerdo con el ~spíritu de igualdad republicana que dommaba entonces en NIcaragua. La principal novedad consistía en que el servicio militar sería en adelante obligatorio para todo nicaragüense com– prendido entre la edad de diez y seis y la de cincuenta y cin– co años. El Ejército se dividía en tres clases; el de Opera– ciones, servido por ciudadanos de 16 a 35 años; la Reserva, compuesta por ciudadanos de 35 a 45 años; y la Guardia Na– cional, integrada por los de 45 a 55 años de edad. El siste– ma de reclatamientos forzosos, perjudicial para la tranquili– dad de las familias y ruinoso para la industria y la agri– cultura, quedó sustituído por el de empadronamientos y sor– teos anuales que aseguraban una equitativa repartición de la contribución de sangre, al mismo tiempo que, al señalar al proletario un período fijo de servicio militar, lo dejaba en seguridad de entregarse después al trabajo sin temor de ser arrebatado a él para el servicio de las armas.
La Gaceta de Nicaragua expresa así los motivos que tuvo el Gobierno de don Pedro Joaquín Chamorro para establecer aquellas importantes reformas: "La igualdad reconocida a los nicaragüenses por nuestra Carta Constitutiva, en el derecho y en el deber, venía exigiendo imperiosamente la adopción de un nuevo sistema militar que obligase a todo individuo apto para el 'servicio de las armas, a formar en el Ejército, y viniese a abolir esas injustas y odiosas excepciones que por tanto tiempo han obstaculizado la organización perfecta de las milicias y que han hecho que se estime la condición del soldado como despreciable e indecorosa para el que, bajo algún aspecto, ocupa una posición social superior a la del simple jornalero."
Al efecto, se mandaron a abrir Registros Militares en todos los pueblos de la República para que en ellas se ins– cribiesen los ciudadanos que tuvieran la edad señalada para el servicio. Después se hacía el cómputo por departamentos y pueblos a fin de asignar a cada uno de aquéllos y de éstos, de un modo proporcional y equitativo, el contingente que les correspondía para el servicio militar.
El servicio en el Ejército de Operaciones sólo era obli– gatorio para ocho meses y nunca era permitido exigir mayor tiempo, salvo en época de guerra; pero estos ocho meses po– dían reducirse a cuatro si el interesado demostraba que sabía leer y escribir, que conocía el manejo del arma y estaba su– ficientemente instruído en las evoluciones militares. A los bachilleres que seguían una carrera, se les concedía un plazo de cuatro años antes de llamarlos a las armas.
Una vez hecho el empadronamiento, se sacaban a la suerte los que habían de servil', y en cada una de estas ¡'ifas anuales se excluía a los que ya habían servido; pero aun se podían librar los que pagaban indemnización de 400 a 200
pesos si eran del Ejército de Operaciones, y de 200 a 100, si de la Reserva: no había excepción para la Guardia Nacional, en la que debían servir todos los nicaragüenses aptos. El dinero que provenía de estas excepciones se invertía en los cuarteles para atender al mejoramiento de su higien~, y a la enseñanza primaria que el Código Militar mandaba Impar– tir en ellos.
En fin, esta legislación militar contenía un tratado de policía militar en campaña que contribuiría a l!l morali~a
ción del soldado; muchas disposiciones sobre gobIerno y dIS– ciplina; un capítulo sobre unüormes y divisas qUe acaba con
(100) El Ledo. Don Miguel Brioso repuso al Dr. Viji! quien no tomó parte en la redacción.
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