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(f) A. ESQUIVEL (82)

por la paz, por la prosperidad de Nicaragua y pOr la felicidad de V. E.

"Reciba V. E. mi cordial saludo, y sírvase aceptar las altas consideraciones de aprecio y de respeto con que me suscribo, su atento servidor,

Esta-ll frases y las declaraciones públicas del nuevo Pre– sidente de Costa Rica no eran de $ólo cortesía ni para hala– gar la voluntad de su pueblo que repugna,ba la guerra y los procedimientos agresivos del General Guardia y su camarilla; eran por el contrario, sinceros y no tardó en llevarlos a la práctica, pues poco tiempo después de la toma de posesión de Esquivel se supo en Nicaragua que el Ejército que Guar– dia mantenía en Liberia habia sido reconcentrado al inte– rior.

En esta República se celebró tal acontecimiento como un triunfo: .\lubo salvas de art.illería, repicaron las campanas de todas 18..'1 iglesias y las bandas marciales salieron en paseos populares.

Nicaragua con.'cspondió inmediatamente a aquella de– mostración pacifista. El General Joaquín Zavala levantó e1 campo de Rivas y trasladó su Ejército a los departamentos occidentales donde la tempestad amagaba todavía.

Sin embargo, el espíritu del mal iba a entronizarse otra vez en Costa Rica y a amenazar de nuevo desde aIli la tran– quilidad de Nicara&'lla. Un golpe de estado depuso al Ledo. Esquivel el 30 de Julio, dos meses escasos después de haber ascendido al poder, y una de las causas con que los fautores de Guardia pretendían excusar el atentado, era la conducta débil del señor Esquivel respecto de Nicaragua. Don Vicen– te Herre'ra, acérrimo enemigo de Nicaragua, tomó el poder, e hlmediatamente llamó al General Guardia quien había ido a Guatemala a ultimar, con el Presidente Barrios, los arre– glos revolucionarios paloa derrocar a don Pedro Joaquín Cha– morro.

Cuando Nicaragua espera,ba que el señor Herrera iba a reanudar los actos de hostilidad que habían cesado con el efí– mero gobiemo del Licdo. Esquivel, recibió una carta de gabi– nete del señor HeITera en la cual manifestaba sentimientos pacificos y de conciliación.

El Gobierno de Nicaragua no se dejó coger en aquellas redes, pues conocía los motivos invocados por los revolucio– narios para deponer a Esquivel, tenía en su poder copia del acta de 25 de marzó, que hemos trascrito en el capítulo an– terior, y sabía que la camarilla de Guardia había impedido que llegara a Nicaragua la expresión de los sentimientos pa– cifistas del Presidente Esquive!. Si tales eran los verdade– ros propósitos de los amigos de Guardia respecto de Nicara– gua, ¿ a qué obedecia aquel cambio de frente y aquellos ofre– cimientos de paz y de concordia tan ajenos a su modo de proceder?

El gabinete nicaragüense, desconfiando con sobrado mo– tivo, resolvió guardar prudente silencio por algún tiempo; pero al cabo se decidió a provocar explicaciones con el nuevo Gobierno de Costa Rica s~bre aquel punto tan delicado. En 23 de setiembre de 1876 la cancillería de Nicaragua envió a la de Costa Rica una enérgica nota, en la cual acu– saba. recibo de las participaciones del cambio de autoridades . en la vecina República y le daba cuenta que obraba en podeT del Gobierno de Nicaragua el Acta del Consejo de Estado de Cosia Rica de 25 de marzo de aquel año. Explicaba que por ese motivo Nicaragua había guardado reserva sobre los sen– timientos pacifistas expresados por el señor Herrera; protes– taba contra las apreciaciones que en dícho documento se ha–

~ían contra el Jefe de Nical'agua, y porque se trataba de mtervenir en los negocios internos de esta República, "cosa

qU¡l en ningún concepto incumbe a un poder extraño". "Por esta razón-agregaba-no entra mi Gobierno a juzgar sobre la legalidad o conveniencia del movimiento que derrocó la administración constitucional del señor Esquivel y estableció la provisoria del señor Herrera; pero tiene pleno derecho \1>ara examinar y estudiar los sentimientos y tendencias de las personas que, a consecuencia de tales movimientos, apa– recen al frente de los negocios públicos de los Estados veci–

nI os, en relación con la seguridad y los asuntos internaciona– es d.el pais que administra...", se negaba a restablecer las NlaclOnes entre ambos Estados mientras los que firmaron el

~ct~ del 25 de marzo no demostraran con hechos haber de– slstldo de un "medio profundamente inmoral adoptado para

(82) Original, en el archivo del doctor Pedro Joaquín Obllmorro.

realizar aquellas pretensiones". Concluía la nota así: "A más de esto, a nadie puede ocuItarse que el pensamiento cardinal del Acta está puesto en ejecución con el hecho de hallarse armados en la frontera de esa República los revolucionarios nicaragüenses; y con el de que no obstante el decreto de ese Gobierno de 11 de agosto último, cuyo artículo primero dis– pone que ningún libro, folleto, número de periódico o alcan– ce a él, hloj'a suelta o escrito de cualquier especie que sea, podrá ver la luz pública sin previa aprobación del Secretario de Estado en el Despacho de Gobernación, los referidos re– volucicnarios están dando a luz semanalmente en Liberaia, en una imprenta que se titula del Gobierno, un periódico contra la Autoridad Suprema de Nicaragua: de lo cual, no habiendo motivo para creer que ellos infrinjan la ley de ese país, se deduce que aquella publicación tiene la sanción de ese -Gabinete."

Grande fué la sorpresa del Gobierno costarricense cuan– do supo que el de Nicaragua poseía una copia del Acta de 25 de marzo, y sin poder negar su existencia, en su contes– tación enumera agravios imaginarios de Nicaragua a Costa Rica, los cuales ya ha.bían sido declarados falsos y calum– niosos por esta última República; además, en ninguna parte de la contestación de Costa Rica se notaba que su Gabinete hubiera desistido del pensamiento de revolucionar a Nicara– gua; y, por el contrario, alababa a los opositores del Gobier– no del señor Chamorro y acusaba a éste de ser un obstáculo para conseguir ·la unión de los cinco Estados, que era tam– bién otro pretexto usado por los revolucionarios de la época, y concluía cerrando sus relaciones políticas y comerciales con Nicaragua.

Pero el peligro ya no era tan grave. Por razones que expondremos en el siguiente capítulo, Guardia se vió aban– donado de Ban-ios, y nada pudo contra Nicaragua.

Es digna de alabanza la política tradicional del Partido Conservador de Nicaragua, hábil y patrióticamente conduci– da esta vez por don Pedro Joaquín Chamorro. El Gobierno de Nicaragua pudo ha,ber pagado a Guardia con la misma moneda, metiéndole una revolución que indudablemente hu– biera encontrado eco en -Costa Rica, porque en ese país es– taban cansados de la tiranía (83) de aquel autócrata; pero el sOOor ChamolTo, al par que repugnaba esos procedimien– tos que él calificaba de "profundamente ínmorales," seguía fielmente lá sabia política de no intervención en los otros Estados, política que al fin y al cabo, como veremos, asegu– ró la paz y tranquilidad de Nicaragua a pesar de las ma– quinaciones que por todas partes se tramaban para pertur– bar el orden dentl'o de sus fronteras. Nicaragua se mantu– vo siempre a la defensiva, esperando la guerra sin provocar– la; y cada vez que el vecino daba muestras de un acto pa'– cifista, inmediatamente le era cOlTespondido por Nicaragua; por último, ya veremos cómo también la magnanimidad del señor Chamorro con los destelTados y revolucionarios, contri– buyó a establecer aquella paz de que gozó plenamente la Re– pública en los dos siguientes años de su Administración.

FRACASA EL INTENTO UNIONISTA

Hom es ya de volver la vista los otros Estados y exa– minar la política que con ellos mantenía Nicaragua, porque, como hemos dícho, de ese lado amenazó también un trastor– no que con habilidad y energía conjuró el Presidente don Pedro Joaquín Chamorro.

Hemos referido ya incidentalmente que en Guatemala estaba reunido un Congreso o Dieta centroamericana en que se trataba de unificar a los Estados de Centro América. Veamos a qué obedecía esta reunión y cuáles fueron sus re– sultados.

El 9 de abril de 1875 el General Justo Rufino Barrios, Presidente de Guatemala, escribiÓ al de Nicaragua don Pe– dro Joaquín 'Chamorro, preguntándole si su Gobierno estaría dispuesto a concurrir a la formación de una Liga entre los cinco Estados, con objeto de establecer una representación diplomática única, a construir líneas telegráficas que unie– ran a las cinco Repúblicas, comprar por cuenta de todas ellas los vapores necesarios para hacer el comercio de sus costas.

"Además de los puntos consignados--escribía el Presi– dente Barrios al Presidente Chamorro el 21 de mayo de 1875-, he propuesto a los Gobiernos de Centro América el

(83) Las diferencias entre Nicaragua y Costa Rica terminaron en 1888 con el laudo del Presidente Cleveland, y el Tratado Matus.Pacheco en 1897.

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