Page 63 - RC_1968_05_N92

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Madrid cuamlo se hallaba de Director del Seminario o Cole– gio de Nobles, en donde se educaron mis hermanos. "Después de varias conversaciones sobre este delicado asunto (l\ledó, por fin, convenido con el R. P. General que la retirada se operaría paulatinamente, poco a poco, sin vio– lencia ni odiQsídad y sin que esta disposición causase pertur– baciones de ningún género ni compromisos para el Presiden– te para los Ministros, y en general para todo el Gobierno.

A~í es que, por el correo de mayo próximo le enviarán las instrucciones necesarias al Superior que debe haber regresa– do a

Nicaragua de una excursión o visita que ha hecho al Ecuador. Según las Constituciones y la Regla de los Padres, este Superior es quien debe ejecutar la medida. Para este caso deberá entenderse con el Gobierno, disponer y ejecutar la traslación a los diversos puntos y partes en donde se pide la presencia de los Padres. Verbalmente y por escrito, el P. General protesta y asegura (¡ue, al obrar de este modo, se– "ún mis proposiciones, no es su ánimo g'anar tiempo ni eva– dir lo que hemos tratado, sino efectuar la disposición toma– da sin molestia ni compromisos para nadie, mayormente cuan– do es necesario disponer y enviar los fondos necesarios. "El señor Presidente comprenderá que manejando el asunto de este modo, los partidos favorables o adversos a los Padres no ltallarán, los unos oportunidad para quejarse, murmurar ni vituperar al Gobierno, y los otros para fomen– tar, con este pretexto, disensiones, conflictos ni embarazos a la Administración: en una palaura, las instrucciones que se me han dado y los deseos del Gobierno se llevarán a cum– plido efecto de una manera natural y como si fuese una cou– secuencia de arreglos interiores de la COlltpañía de Jesús. Pensar y esperar que la cuestión hubiere quedado resuel– ta de un modo violento y mediante órdenes demasiado impe– rativas, hubiera sido, primeramente inutilizar y poner en du– da una resoludón favorable tal cual la he arreglado y obte– nido y después odioso para todos: el Gobierno no hubiera ganado nada en el ánimo de la Curia Romana, la cual hu– biera quedado indispuesta y poco accesible para cuestiones o asuntos ulteriores. Arreglado el asunto de este modo, nadie queda comprometido y todo el mundo contento y sa– tisfecho."

No parece que don Pedro Joaquín Chamorro haya acep– tado este arreglo y la verdad es que no se llevó adelante. El propio Comendador de Marcoleta le escribe el 12 de setiem– bre de 1875, cinco meses después: "Tampoco tengo noticias de si Ud. ha aprobado mi gestión y diligencias en Roma, en particular sobre el punto de los PP. Jesuítas que, a mi modo de entender, resolvi de un modo que podía satisfacer a todo

el mundo y no creo ni temo engañarme sobre el particular; pero es para mí y será siempre una gran satisfacción y re· compensa si Ud. aprueba mis trabajos y diligencias". Y en lIIt agregado, fecha 15: "Cómo van los asuntos de los PP. Jesuitas? ¿Se van o se quedan?"

"Los enemigos del Gobierno llegaron hasta informar a la Corte Romana que se estaba preparando una exposición encabezada por el propio Ilustrísimo señor Obispo doctor don Manuel UlIoa y Calvo, dirigida a Su Santidad y contraída a solicitar que fueran retirados los Jesuitas de Nicaragua. 1\Ilarcoleta, al dar cuenta de este rumor en carta del 15 de octubre de 1875, advierte: "Y si, por desgracia y poca re– flexión, la aserción fuere cierta, la posición en nom~ de S.

I. habrá empeorado considerablemente, pues esa cuestión es de las más delicadas para la Santa Sede, y una de las cua– les que no puede ser tratada allí, sino con el mayor tacto

y circunspección", (61)

A propósito de lo que dice el señor de Mal'coleta sobre empeorar la situación del señor Obispo en la Corte Romana, explicaremos que ya estaba algo mal el doctor Ulloa y Cal– vo; debido a su actuación en el asunto del P. José Asunción Martínez, Cura Párroco de Rivas, quien, desde la época de don Vicente Quadra, se había convertido en enemigo del Gobiel'llo y se había juntado con los liberales incluso para hacer la revolución, por lo cual fue comprendido en el decre– to de confinamiento del 17 de noviembre de 1875. Sé ha– b!an establado gestiones ante Su Santidad por parte del Go~

bIerno y de Su Señoría Ilustrísima para que dicho sacerdote fUera separado de su Cti.rato, y como el Obispo no 'había

(GI) Las Oliginale~ de las ea"tas de Mareoletas, en el archivo del doe' tor Pedro .Joaquín Chamorro

acompañado las pl'Uebas e informes satisfactorios, de allí había provenido su malestar con la Corte de Roma. (62)

Supieron los Jesuítas de León que se trataba de hacerlos salir de Nicaragua, pues el P. Gil les dió parte de todo, re~

firiéndoles el objeto de la misión de Marcoleta y las referen– cias que había traído sobre el peligro originado de la per– manencia de los Padres en Nicaragua, debido a las exigencias de Guatemala y El Salvador, y aún todas las cosas que se decían en Nicaragua contra los Jesuítas; y que ambas autori– dact0s. la Civil y la Eclesiástica, estaban de acuerdo en pedir a Su 'Santidad que los retiraran. "A lo cual se ha respondido -agregaba el P. Gil- que nuestra misión es de paz y no queremos crear conflictos: que no pudiendo la Compañía establecerse, irían a otra parte; pero que esto no podía ha– cerse de una vez, lo que pudiera alterar el orden y producir un fecto contrario al que se propone el Gobierno". Y el P. General, dando la razón de esta condescendencia, escribía al P. Superior de los Padres en León: "que trate con el Go– bierno, púes así como estamos agradecidos a la hospitalidad que allí clieron a los desterrados de Guatemala, así deseamos evitar todo motivo de disguto, pues, si han trabajado en aquel país cuanto han podido en bien de las almas, no han tenido otra mira que la de corresponder al efecto y atenciones que el Gobierno v del pueblo han recibido."

No bien" se supo en León que los Jesuítas se irían de Nicmagua por orden de P. General, enviaron sin pérdida de tiempo al Pbro. doctor Ildefonso Albores con una misión se– CI'eta a Halia para que disuadiera al P. General y a Su San– tidad de la orden de retirar a los Jesuitas de Nicaragua; que los pusiera al tanto de la verdad, es decir, que nada de lo que se refería de estos religiosos era cierto; y que suplicara a Su Santidad, en nombre de la mayor y mejor parte de Ni– caragua, que no se ordenase a los Padres la desocupación de Nicaragua.

¡"[ucho se sorprendió Su Santidad de que su nombre an– duviese mezclado en esto y se apresuró a desvirtuarlo me– diante dos documentos, una carta al Canónigo doctor Apolo– nio Orozco y un Breve al ,Señor Obispo de Nicaragua. Am–

mas mensajes tenían por objeto favorecer la permanencia de los Jesuítas en esta República. (63)

He aquí el Breve:

"Pío Papa IX. A nuestro Venerable Hermano: salud y

bendición apostólL:a: Por avisos que nos han venido sabe– mos que los fiel e:; de la Diócesis que presides se hallan en

f~olicitud ~' grave dolor por entender que en ese Gobierno se trata de sel)arar de esas legiones a los clérigos de la Com– pañía de .Jesús. Moyidos ¡}(JI' esto, nos ha parecido, Vene– rable Hermano, dirigirte estas nuestras letras, y encareci– damente te exhortamos en el Señor a ({ue con todo tu celo

y todo tu empeño emplees tus huenos oficios con los que gobiernan esa República a fin de que ese intento, de todo punto reprobable, no se lleve a efecto. Así lo pide la justi– cia, pues se opone más a ella que el que los que desempeñan

el sagrado ministerio y se dan a procurar la gloria de Dios,

y que han merecido muy bien de esa región, SC,ill condena– dos como pertll! hadores de la tranquilidad pública: lo piden el bien espiritual y los comunes deseos de esos fieles, los cua– les, con la expulsión estos religiosos, sufrirán grave pertur– bación, daño e injuria. Confiamos, Venerable Hermano, en que tú, movido por tu eximia piedad y también por nuestra exhortación, llenarás cumplidamente el encargo que te da– mos; y rogando con toda el alma al Señor que dé a tu voz acento de fortaleza y corone tus diligencias con el éxito de– seado, te concedemos del fondo del corazón a y a todo el clero y fieles confiados a tu vigilancia la bendición apostóli– ca, en prenda de nuestro especial amor.

"Dado en Roma en San Pedro, el 25 de agosto de 1875, ailo trigésimo de nuestro Pon1ificado,-PIO l' APA IX." (64)

El General Justo Rufino Barrios no cejaba en su pero secución cOlltra los Jesuítas, pues quería verlos aun echados de Nicaragua. "Por el señor Morazán he sabido-escribe de lVlarcoleta al Presidente Chamorro el 15 de octubre de 1875– las ):luevaS dificultades que Bucsitan a Ud. de nuevo los Go-

(62) "Véase "Enrique Guz~"l1<in y su tiempo" por el eloctor Pedl"O Joaquín Chamarra.

163) Rafael Pérez S. J. ob,'a 'eilada, I""giuas a83 y siguientes.

(64) Refiere el P. Pérez de una misión enviada por el señol' Chamorro y encomendada n. 'un SeñOl" EspinoBa y a un Guzmán; pero la verdad es

(lHe aquel Gobierno no envió tal misión y meDOS encomendada a un Guz– mún pues todos ellos el an opositOl es del señor ChamOll"o.

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