Page 60 - RC_1968_05_N92

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de sér el goberuante supremo de un pueblo compuesto de ciuadadanos libres y no de siervos abyectos.

"Esa oPi>sicióll acreditará en Nicaragua y en el exterior (Iue no existe la tiraltía en este suelo.

"Esa oposición· probará que en Nicaragua, bajo vuestra administl'ación, se goza de completa libertad. Y ya se sabe que donde hay libertad hay partidos, así como hay sectas donde hay filosofía. .

"Si esa oposición os ceusurare injusta o sistemáticamen– te, os ofrecerá la oportunidad de presentar vuestra conducta más acrisolada. Si tuviera de su parte la razón o la ley, os haría volver f.obre vuestros pasos, evitándole al país los ma– les que pudiera acarrearle una providencia que, dictada con las más puras intenciones, no dejara por eso de ser inconve– niente o ilegal. Así, en todo caso, la oposición os será útil o Batisfactoria."

El Presidente Chamorro contestó poco más o menos: "Que, republicano de corazón, abundaba en las ideas expre– sadas por el señor Campo en su discurso: que tenía la con– vicción de (lUe en todo país civilizado y libre debe h'aber I)artidos: que esos partidos son útiles siempre que no pre– tendan hacer triunfar sus ideas por la fuerza; Porque al em– I)lear ésta, atacan la libertad de los otros y los autorizaría a que hiciesen uso del mismo medio, lo cual produciría la anarcluía; que él es de los que creen convenieJl.te y justa la toleraucia política y religiosa: que por lo que hace a la pero fecta garantía de la libertad de imprenta, es tan entusiasta por e1la, que bajo su administración la habrá ilimitada: que la habrá hasta para calumniado. Que él procurará atraer a sus enemigos multiplicando las escuelas, estableciendo telé– grafos y mejorando las vías de comunicación. Pero que si todo esto no bastase para desarmarlos, si arrastrados IWl' mezquinos inte¡'eses personales o por violentas I)Qsiones, lle– gasen a turbar la paz pública, al)eJando a las vías de hecho, con la mira criminal de entregar al pais al extranjero, a su I)esar se vería compelido a la adopción de medidas enérgi. cas y aun severas; porque siendo su primer deber como Jefe de la Nación, conservar el orden público, faltaría a ese deber dejando impune a quienes alteren aquél." (53)

Al reg-resar a León, siguió el Presidente Chamorro dan– do muestras de amplitud respecto de aquella ciudad. Ofreció, en efecto, poner en condiciones de decencia el salón de la Corte Supl'ema de Justicia, votando para ello del tesoro na– cional la suma necesa11a. En su vh;ita a la Corporación Mu–

nici~)al, el Sr. Chamorro inició la idea de abastecer a León de ag'ua potable por medio de cañerías, indicó que se debería organizar una compañia anónima con acciones por valor de cíen pesos cada una, y alli mismo ofreció suscribirse pel'so– nalmente en diez acciones. Este progreso para León se lle– vó a la práctica antes de terminar el período del señor Cha– mOlTO y en el discurso ele inauguración ele la Aguadora de León (setiembl'e de 1878) a cargo del Doctor Tomás Ayón se leen frases que consignan el agradecimiento de aquella ciuelad por los esfuerzos de la administración Chamorro en pro de su adelanto: "En nombre del Director-dijo el ora– dor-rindo las gracias al señor Presidente de la República por la protección que como particular y como gobernante se ha servido dispensar a la Empresa..."

El otro incidente es más significativo, pues se trata nada menos de una crítica dil'ig-ida personalmente al Presi– dente durante un lunch con que fue obsequiado por don Juan Bautista Sil.casa.

El Doctor Tomás Ayón, contestando el brindis del señor Sacasa, se pronunció contra las revoluciones, porque "no son los trastornos públicos los que pueden hacer la felicidad de la patria". "Ciertamente--continuaba el ilustrado Doctor Ayón; ¿qué nos han dado las revoluciones? El incendio de nuestras mejores ciudades, la destrucción de nuestra riqueza la decadencia de la industria, la desmoralización de las cos~

tumbres, la pérdida .de nuestros deudos y las desdichas de todo género."

. El Ledo. don Vicente Guzmán, opositor del señor Cha– morro, tomó la palabra y dijo que era cierto que los tras– tornos causaban muchos males a los pueblos, pero que las causas de esas revueltas eran los Gobiernos que cerraban universidades; que era bueno que el Gobierno se eletuviera a meditar la causa de las revoluciones, que no sin razón se ha dicho que vienen de arriba; que el Gobierno debía apoyar– se en la mayoria, escogiendo entre ésta a los hombres que deben regir los departamentos.

(t>3) Gaceta de 1875, páginas 285·6.

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El Doctor Ayón refutó a Guzmán en la parté legal, y

luego volvió a tomar la palabra el Presidellte Chamorro y

1" LIJO: .

"No admito en absoluto la ¡lroposición sentada por los señores Lcdo. Guzmán y doctor Núñez de que las revolucio. lIes vienen de arriba. Puede esto suceder, pero también es cierto que muchas veces tienen su origen en las regiones in– feriores al Poder. Estas revoluciones tampoco son siempre justas. Cuando un Gobierno comprime la libertad de im– prenta, ataca la propiedad y viola las garantías, el pueblo tiene. derecho de levantarse en defensa de sus fueros; pero cuando un gobierno como el actual, respeta la libertad de imprenta, permitiendo hasta que se le calumnie, asegura la prol>iedad Y demás garantías del individuo; cuando ese go– bierno trata de fomentar la industria, de establecer telégra– fos y vías férreas, de proteger la enseñanza y todos los ra– mos de la administración; cuando pe¡'manece inalterable e¡¡ preseilcia de una oposición sistemada, porque, repuhlieano I)Or pdncipios, deja a todos en libertad para opinar como gusten sin pretender que le amen, contra\"Íando sus senti– mientos (aplausos¡) en este caso, señores, no es propio de republicanos querer derrocar ese gobierno, ni se nota un sólo rasgo de patriotismo en tal proceder. Sin embargo de esto, .:eñores, hoy se conspira (aplausos). ¿ Qué se quiere, qué se pretende? ¿Qué princípios son los que se invocan? Una revolución sin principios debe hacer temblar a una sociedad regularizada. Llamo la atención de los padres de familia, de lus esposos, de los hermanos sobre los hechos bárbaros, sobre los crímenes espantosos que se acaban de consumar en San Miguel, en esa ciudad ayer rica, próspera y feliz, y hoy víctima del furor revolucionario. Téngase presente to– do lo que allí ha sucedido. ¿ Se pretende acaso colocar a este Gobiemo en la dura situación en que se ha encontrado el Gobierno de El Salvador? (¡No, no! dicen unos. Otros aplauden con mucho entusiasmo). Continúo. Hay personas tan ciegas en la oposición que si a mí me fuera dado el don ele hacer descender el maná del cielo y de convertir laE¡ pie– dras en oro para labrar la felicidad de cada uno de los ni· caragiienscs, continuarían en su ingrata tarea para evitar que yo me prestigiara. Seámos patriotas, y fijando nues– tra atención en el progreso del país, no perdamos el tiempo en formular inculpaciones inmotivadas". (54)

El 13 (le julio regresaron de León a Managua el Pre– sidente y su comitiva. Un numeroso y selecto acompaña– miento los encaminó hnsta el "Convento", demostrando este hecho que el señor Chamorro se había ganado a la ciudad fi\le poco antes haLía adversado con acritud su candidatura. Desde esa fecha don Pedro Joaquín.Chamorro fue muy que–

1 ido y estimado en la iVletrópoli.

INTENTONAS REVOLUCIONARIAS

Dijimos que el señor Chamorro inauguró su periodo de l1l<'.ndo bajo malos auspicios. En efecto, seg'Ún la frase de don Enl'Íque Guzmán, mJtor de muchas de aquellas conjuras, "El año de 1875 fue el año de las conspiraciones. Hubo por lo menos una cada mes. Comenzó la serie por la fa– mosa del Chilamate (febrero), y terminó por la de Chambó (noviembre)... Y esto nadie puede saberlo mejor que yo, puesto que anduve mezclado en varias de aquellas zaraga–

t as." (55)

La oposición se la hacía el Partido Liberal, inconforme porque no tenía el poder, y siempre maquinando para con– seguÍllo aun por medios vitandos. Sin embargo, algunos anúgos inconfonnes, también se agregaron a las filas de la oposición. A 11J10 de ellos le dijo don Pedro Joaquín Cha– morro con una franqueza muy suya, que no aspirara a Di– putado, que su ruesto era en una Gobentación Militar. Mo– lest.ado por aquella frase, aquel cOlTeligionario se incorporó

::¡ los revoltosos.

De esta franqueza proverbial del señor 'Chamorro nos ha dejado testimonio don Anselmo H. Rivas. Refiere éste que cuando pedían al señor Chamorro su apoyo para algún asuntu en las Cámaras, ofrecía estudiarlo antes de com– prometerse; y una vez enterado, si le parecía correcto, ofre– CÍa su voz y su voto; pero si no estaba de acuerdo con la solicitud, decía al interesado:

-Siento mucho no poderle ayudar; y por eso estaré en contra de sus pretensiones.

(54) Gaceta de 1875, p~ginas 305-6.

(55) Artículo "Por fin ... !". en El Te'rniómctro, Riv88 13 de Agosto

de 1882.

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