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SERIOS PROBLEMAS

DE NUESTRA ECONOMIA

ARNOLDO RAMIRO BVA

Ministro de Economía, Comercio

e Industria.

Nos encontramos empeñados en un proceso di– námico de integración regional, como la vía más factible de acelerar nuestro desarrollo económico. Creemos en el sistema económico de Libre Em– presa y creemos todos que a la iniciativa privada debe dársele la oportunidad de desarrollarse en forma ópti– ma en un clima de Democracia, Paz y Libertad. Creemos que ella constituye el resorte principal de la actividad económica nacional, y que debe ser estimu– lada para que el país alcance un más rápido creci– miento económico.

Como polí~tíca básica del Gobierno no se contem– pla la participación de éste en aquellas actividades económicas y Sociales que por su naturaleza pertene– cen a la Empresa PrivaJa, y la intervención estatal se dejará única y exclusivamente para aquellas activida– des donde no puede intervenir la iniciativa privada o donde se necesite su participación para ejercer su fun– ción reguladora o estabilizadora de la actividad Eco– nómica Nacional.

La economía nicaragüense, después de haber re– gistrado una rápida expansión de 1960-65, al crecer el producto Interno Bruto a una tasa promedio anual de 8.1 por ciento, en 1966 experimentó un descenso al bajar su tasa anual a 3.6 por ciento. En cifras ab– solutas, el Producto Interno Bruto pasó de C$ 3,654.5 millones en 1965 a C$ 3,786.2 millones en 1966. (Precios constantes en 1958).

En 1967 se estima que el crecimiento del Produc– to fue de 4.2 por ciento, un poco mayor que el año anterior, pero inferior al promedio del quinquenio 1960/65. El crecimiento per cápita fue del 1.2 por ciento, menor que la meta ménima de 2.5 por ciento fijada en Punta del Este. Las causas de este descenso en el ritmo de crecimiento son ya conocidas, como las sequías que afectaron las cosechas agrícolas de 1966 y 1967 Y que detuvieron el crecimiento de las expor-

taciones, siendo el algodón el principal rubro de expor– tación afectado. A esta causa principal se puede mencionar que las cuotas de exportación al café y al azúcar, limitaron considerablemente las posibilidades de poder compensar con las tradicionales actividades agrícolas el descenso experimentado en la actividad algodonera.

Como consecuencia de las sequías, la producción agropecuaria que había alcanzado en 1965 un monto de C$ 1,630 millones, bajó en 1966 a C$ 1,538 millo– nes recuperándose un poco en 1967 al llegar a C$ 1,645 millones. (Precios constantes de 1958). La producción para la exportación que fue la más afectada, bajó de C$ 716 millones en 1965 a CG 655 millones en 1966 y subió a C$ 706 millones en 1967, nivel todavía inferior al alcanzado en 1965. La pro– ducción para el consumo interno, bajó de C$ 446 mi– llones en 1965 a C$ 383 millones en 1966, y subió a C$ 42 J millc>nes en 1967, nivel todavía inferior al de 1965. En cambio la actividad pecuaria mantuvo su ritmo ascendente al pasar de C$ 423 millones en 1965 a C$ 439 millones en 1966 y C$ 453 millones en 1967. La actividad pesquera pasó de e$ 6.8 millones en 1965 a C$ 18.1 millones en 1966 y C$ 22.2 millones en 1967.

Esto indica que la diversificación agropecuaria ha comenzado a contribuir para reducir los efectos ad– versos que afectan a la producción exportable, a pesar de los problemas de financiamiento y mercadeo en– contrados para estos nuevos productos.

Como consecuencia del descenso en las activida– des de exportación, el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos aumentó considerablemente al pasar de C$ 153.8 millones en 1965 a C$ 343.8 mi– llones en 1966. Para 1967 se estima que este déficit habrá subido a un poco mós de C$ 400 millones. Es– te déficit en la cuenta corriente de la balanzQ de pa–

gos, ha venido registrándose históricamente con un

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