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« Previous Page Table of Contents Next Page »si sucutnbiese el Partido Conservador, es entendido que
~ebe prestar su obediencia y respeto al nombrado, y ofrecerá el apoyO posible para coriservar el orden público que debe ser el objeto predilecto del Partido.
"59 El candidato no debe ser de extremos, y sí un hom– bre que sea reconocido como conciliador". (11)
Estas bases fueron aprobadas sin modificación alguna.
REVOLUCION DE 1869
Pero Jerez, que desde atrás venía entendiéndose con Mar– tínez para derrocar a Guzmán, no se dió por vencido, y,me– diante una traición, ocupó el cuartel de León el 26 de junio de 1869. ,
El Partido Conservador rodeó a Guzmán, pero su bené– fica acción no podía ser completa debido a que se lo estor– baba un grupo de jóvenes que, encabezados por don Enrique Guzmán, hijo y Secretario Privado del Presidente, se hªbían agrupado en un partido llamado La Montaña. . La influencia de este grupo hizo que la guerra marchara mal en los primeros dos meses, y así el Gobierno sufrió va– rias derrotas. Al mismo tiempo, se llotaba un malestar en las filas del partido que apoyaba' al Presidente Guzmán. En Ri–
vas sucedió un incidente que determinó al fin al Presidente Guzmán a echarse resueltamente en brazos de D. Pedto Joa– quín Chamorro y su patrido, aun teniendo que separar de su lado a su hijo Enrique.
De una carta que don Evaristo ,Carazo y don Joaquín Za– vala dirigieron al $eñor Chamarra el 18 d!' julio, se despren– de que vaJ'Ías per"onas de Rivas, entre las cuales estaban los señores Lcdo. Zamora, don Jacinto Rugamll, Clemente, Octaviano. Eleodol'o y r::\l1quilino Cantón, todos antiguos de– mocráticos y por consiguiente amigos de la nueva revolución que hacía su caudillo el General Jerez, estaban conspirando para tomar los ctlarteles de Rivas. Se dettlvo a algunas de estas personas COil lo que arrojaron las primeras declara– ciones recibidas en el correspondiente proceso que se inició, como lo pedían las circunstancias de estar en guerra civil el país.
Pero los jóvenes de La Montaña levantaron el grito de protesta, diciendo a don Fel'l1ando que se perseguía ei1 Rivas a sus amigos. Por un momento creyó éste en tal versión,
y dirigió a don Pedro Joaquín Chamorro una carta el 15 de julio ,ie aquel año, quejándose del proceder de los amigos de Rivas, sobre todo de que perseguían a D. David L. Mu– rray r¡ue prestaba en aquella ocasióll muy importantes servi– rías al Gobiel'11O y a quien el Presidente Guzmán juzgaba incapaz de mezclarse en una asonada; concluía éste pidiendo al señor Chamol'l'o interpusiera su valiosa influencia "evitan– do en lo posible exag'eraciones, que acaso podrían compro– meter el buen nombre del Gobierno".
Contestó el señor Chamorro el 17 al Presidente Guzmán, diciéndole, que los datos de Rivas "que inmediatamente tras– mití a Ud., han sido suministrados por personas de muy honrosos antec,edentes, y no, hay razón para juzgar mal de ellas, como algunos lo han dado a entender; sin embargo, si Ud. tiene datos muy positivos en contrario puede, y aun está constituído en el deber de mandar poner en libertad a todos los l)resos indiciados de conspiración para que no quede com– l>t'ometido el honor del Gobierno".
Luego pasa a hacer las siguientes consideraciones en fa– vor del procedimiento de las autoridades de Rivas:
"Permítame Ud. tornar en cuenta una consideración que no es fuera de propósito: Si antes del 26 se hubiera descubierto la revolucióuy hubieran resultado indiciados Pascasio, Ramírez, Vélez, Alvarado y otros, ¿no es verdad que no hubieran faltado amigos de ellos, que sencillamente
c~'e¡an en su buena fe, que lo hubieran atribuído a exagera–
cI~mes de nuestros amigos de León? ¿ Y que si el descubri– mIento se hubiera hecho en Matagalpa se atribuíría a las venganzas de los sempiternos enemigos de don Manuel Alva– rado? y después de 10 visto ¿por qué se quiere juzgar de l
los hombres probos de Rivas, como se hubieran juzgado de os de León y Matagalpa? Amigo, medite Ud. con mucho detenimiento las causas que han preparado el desarrollo de esta revolución que pudo haberse ahogado con un despojo y
9 ue puede tomar mayores proporciones con una confianza Imprudente o una injusta desconfianza".
El Sr. Chamorro lamenta que se le haya lastimado pro– fundamente por quien menos lo esperaba "en los momentos
(11) De una hoja suelta qlie conserva el autor.
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en que toda mi existencia --escribe--,.., sin ninguna.mir:amez– quina ni particular. estaba consagrada a la causa' dé.' GtJbier– no y cuando me hallaba en la m,ayoransied'ad'Poi' la 'SJiei'~e{d~'
varios amigos qUeJ1idos que, están al. frente (Jelpeligro"." '.'y
concluía ofreciendo escribir a sus amigos de' Riv.as para, que procedieran con cordura.
Antes de llegar esta contestación, el Presidente Guzmán había escrito al Sr. Chamorro otra carta el 16 de julio más fuerte que la del día anterior. Le decía en ella que cuando más razones había para unirse, aprovechando las lecciones del pasado y la presente, la guerra les estaba sirviendo de motivo de divisiones funestas: "Mas cuando yo creía--conti– núa- que el peligro común nos hubiera uniformado en el l)ropósito salvador de defender la causa del orden, veo que se encienden más las mezcluinas divisiones por intereses ex– traños a lo que reclama el verdadero patriotismo". Califica de farsa la conspiración de Rivas y le atribuye el móvil de satisfacer malas .pasiones.
El Sr. Chamorro creyó conveniente contestar con mayor extensión, y así lo hízo en la siguiente carta que transcribi– mos íntegra por considerarla de, gran importancia para la historia.
"Granada, 20 de julio de 1869.-Señor don Fernando Guzmím.-Managua.
"Amigo que aprecio :.;....Por mi enfermedad y por falta de datos sobre los sucesos de Rivas no había contestado la apre– ciable de Ud. del'1G como se lo ofrecí en mi anterior del mis– mo referente a los mismos asuntos. Ahora paso a llenar este deber, y desde luego comenzaré por manifestarle que los con– ceptos de su citada me han entristecido y desalentado, POl'–
que veo que se ha dejado sorprender de los que han querido tergiversar 10i malhadados sucesos de IUvas, cuando las cir– cunstancias que atravesamos requieren la calma y el sufri– miento que han caracterizado a Ud.
"Convengo con Ud. que la guerra y la experiencia de– bieran ser una lección muy elocuente para obrar en lo suce– siYO con cordura y que ellas nos demandan a los amigos del orden que nos c,strechemos cordialmente, rodeemos al Gobier– no, y que, fuertes por la unión, hagamos frente a los sedicio– sos; mas en lugar de esto veo con dolor que se encienden más las mezquinas divisiones, por intereses bastardos, y de esta crítica situación seremos nosotros responsables? ¿Nos– otros, que al primer amago del común peligro ofrecimos al Gobierno todo lo que somos y lo que podemos? Otros con sns iml>rudencias son los que han hecho surgir ese malestar que para hacerlo desaparecer estamos carcomiendo nuestra existencia.
"La sensatez, el público todo con muy l)ocas excepciones han juzgado los sucesos de Rivas debidamente, descansando en informes de personas de muy dilatados antecedentes, y si cuando este asunto llegó a dominio del público se hicieron apreciaciones exageradas, es de~ido a la índole de este pu~
blo, que Ud. debe conocer; pero en realidad ni se ha perse– guido a Delgadillo ni a Murray ni se han puesto presas a las personas de que me habla, según se deja ver de la carta qne recibí hoy y que incluyo a Ud., esperando se sirva devol– yérmela. Si los antecedentes que Ud. tiene de Delgadillo lo hacen acreedor al favora~le juicio de Ud., los que nosotros tenemos de los hombres de Rivas no son ni menos honrosos y sí más largos y dilatados, de que nació nuestra confianza l)ara no vacilar en sus asertos. Respecto a MI'. Murray con– taré a Ud. lo que sucedió con él. En los momentos en que yo estaba contestando su ant~rior, llegó él a ésta y para sa– ber a aué atenerme, fuí a hacer las averiguaciones del caso y me dijeron doña Josefa y doña Dolores Abaúnza que aca– baba de hablar con el (jue, como dice la carta adjunta, había estado en Rivas a la luz del día, sin que nadie le persiguiera ni molestara y que había venido con su pasaporte, esto mis– mo se 10 había dicho a otras personas de consideración, sien– do una de ellas Vijil; y este mismo señor le dijo en esa a D. Miguel Bolaños y Eduardo Montiel que él h"clbía sido perse– guido po rlas autoridades de IUvas. En vista de esto Ud. podrá apreciar meJor las cosas.
"En consecuencia con los deseos de Ud., escribí a varios amigos de Rivas para que obrasen con la cordura y circuns– pección debidas, sin comprometer su reputación ni el buen nombre del Gobierno. Al mismo tiempo me he consagrado a desvanecer en estas cortas impresiones y hacer desaparecer un malestar que se notaba de manera visible y me complazco en noticiar a Ud. que tanto allá como aquí la situación ha variado y ha reaparecido el entusiasmo con que los pueblos tomaron desde el principio la causa del Gobierno. .
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