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cionorio, que fue aceptado después de seria meditación. Tal fue el origen del asalto al Cuartel de Managua, pro-ectado para el 25 de diciembre de 1866, siendo el pri–

~er conato ~~I Partido que aq~el movimie~to se ejecu– tase sin efuslon de sangre. ASI fue concebido y prepa– rado Y aSí se habría llevado a ejecución sin las circuns– tancids que lo fru~traron. Y.o tomé parte pr~ncipal en esta tentativa, y lelos de sentIr el menor sonrolo por esa participación, la considero corno el cumplimiento de uno de mis deberes para con el país."

Se dijo que el plan consistía en asesinar al Presi– dente Martínez, pero este rumor lo desmiente el licencia– do Jerónimo Pérez, cuñado y amigo del Gral. En efec– to en lá Biográfía de Martínez que escribió Pérez, se

le~n Iqs siguientes pa!clbras, pg. 714 (Obras Históricas completas): el proceSo arroja claramente la verdad de qu~ don Pedro Joaquín Chamorro no qu.ería que se derramase la sangre de ninguno. Hay vanas declara– ciones en que consta que él daba por instrucciones en todas sus combinaciones, que debía evitarse el menor derramamiento de sangre" .

• También lo demuestra así el hecho de que Martí– neZ pasó por Granada casi solo, y no hubo el más ligero conato contra su vida. ' Los conjurados conquistaron la complicidad del Ca– bo Félix Fonseca, quien daría aguardiente narcotizado el la guarnición, para que la sorprendieran así los revolu– cionarios que se reunirían en determinado sitio de la ciudad y lomarían el cuartel sin efusión de sangre. El golpe se fijó para la noche del 24 al 25 de diciembre de 1866.

El Gral. José Dolores Estrclda iba a ser el jefe mili– tar del movimiento, para lo cual estaba oculto en las eercaníás' de Managua¡ "y -dice el Licenciado Pérez, pág. 716- como era de suponerse que en los momen– tos del asalto, y aun después, el pueblo se desbordmía sobre los mar-rinistas, don Pedro Joaquín dispuso que Ezequiel García con una escoltel, inmediatamente des– pués del asalto, ocupase la habitación de la familia del General Martínez y la preservase de todos los desma– nes que quisiesen cometer contra ella. García no acep– taba la comisión, porque creía que la familia despa– chada iba a colmarle de injurias; pero al fin cedió a las instandas del señor Chamorro, anunciándole que le es– taba reservada una gloria inmarcesible si salvaba com– pletclmente a dicha familia, aun cuando ella prorrum– piese en las mayores quejas contra los revolucionarios". Lo que pasó después lo refiere así don Dionisia Chamorro, en su citada carta al Lcdo. Pérez:

, "El 25 de diciembre en la noche se hallaban reuni– dos varios ciudadanos en casa de D. Fidelmo lópez, y a virtud de denuncia hecha por el oficial Francisco Es– tradcl suponiéndoles el intento de asaltar el cuartel, de acuerdo con el cabo Fonseca que debía facilitarles la

e~trada, el Comandante de la Plaza Coronel don Aga– ton Solórzano, y el Gobernador de Policía don Bruno Bone, al frente de una fuerte escolta, sin el requerimien–

t~ previo de la ley, dispersaron a balazos aquella reu– nión, resultando varios muertos y heridos y haciendo presos a la mayor parte: el 26 en la mañana entró el Gral. Martínez a Managua, aterrorizando a la población

c~.n espada en mano, a trote tendido y tocando a de– guello. No parecía el jefe de una nación, sino más bien un guerrillero que entraba a una ciudad enemiga, direc–

t~mente se fué al. cuartel, en donde, a puerta cerrada,

hiZO en el acto fusilar al desgraciado cabo Félix Fonseca,

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sin preceder las formalidades que establecen las leyes, bien que en justificación de semejante atentado, dice Ud,

que ya lo encontró santado en el patíbulo; enseguida hizo hincar sobre el cadáver del referido cabo a don Ma– cario Estroda y don Ezequiel GOI'cía, y preparadas ya las armas para su ejecución, les prometió que les per– donaría la vida si declaraban qL!iénes los habían indu– cido a dar aquel paso. ,Haéiendo uso de medios seme– jantes, interrogó a otrospresos¡ y algunos de estos hom– bres, aunque valientes y generosos, por dar tregua a la cólera del Gral. Martínez, comenzaron a referirle cuentos más o menos verosímiles¡ y enredándose y complicándo– se entre sí, suministraron datos para fundar el célebre proceso que continuó formándose de una manera más célebre aún. Se sacaba un reo, se le daba palo, y si no declaraba de conformidad con sus deseos, seguía la flagelación: (10) esta operación ,se repitió por cuantos días fueron necesarios para la p(en(¡ comprobación del delito: nueva y desconocida manera de descubrir la verdad¡ y este monstruo, así engendrado fue elevado al CQngreso con el carácter de un ,proceso, porque algunos de los supuestos conspiradores eran, miembros de este cuerpo. Vergonzoso es referir la falta de circunspección con que los Diputados y Senadores se condujeron en este asunto, salvo algunas excepciones muy honorables. Bas– to decir que hallándose la causa en traslado en poder ele mi hemiClna política doña Luz Bolaños, se fulminó la sentenciCl, simulando la fctlta elel proceso con un legefjo de Gacetas viejas, declarándose hober lugar a formación ele cada causa contra mi hermano: inicua sentencia, arrancada tal vez a la -debilidad del Congreso, y' que no tenía otro fundamento que las declaraciones obteni– das por la violenciel del terror y procedentes de supues– tos cómplices. A continuación se organizó un Consejo ele Guerra, tribunal irrisorio donde el insulto de la lev llegó a su colmo: de plclno y sin figuret de juicio, om(– tiéndole todas los fórmulas, se condenó a mi hermano el ocho años de pl'esidio, Yo no soy, don Jerónimo, quien hace esto· calificación: Ud. no debe ignorclI' que, habiendo mi referida hermana Luz apelado de esta sen– tencia, Martínez se halló muy embarawdo entre la ne– cesidad de otorgarla, y la de exhibir, como él decía, Clquel proceso que de tal no tenía más que el nombre; y que IIegcldo por fin al Supremo Tribunal de Justicia, este Augusto Cuerpo se escandalizó considerando en cierto manera ofendido su alto decoro cé:ln el solo hecho de someter a su conocimiento a una cosa semejante·'. A los que tomaron parte en aquella intentona les 1!Cllnaron los veil1ticinqueños, por haber sido el hecho el 25 de diciembre.

"Las consecuencias de aquel movimiento-dice el Sr. Chamorro en su ya citada Contestaci6n- fueron fe– cundClS en bienes para el país: él efectuó un cambio ra– dical en nuestro modo de ser político, impidiendo el es– tClblecimiento de un gobierno vitalicio y haciendo que el General Guzmán siguiese una conducta contraria al espíritu de los que lo elevaron y dió por resultado que se estableciesen la alternabilidad en el Poder y el goce

(10) Entre los que recibieron golpes de vara recordamos a Jual\ Pi~a.

do del barrio de Oandelaria y Aurelio Jarquín del cantón de la ParroqUIa,

al1~bos de Manaqua. AIgl.Ín tiempo después f3.11ecieron a consecuencia de

las contusiones, según fue público en la capital.

También corrieron pdigro de ser fusilados los, señores 1I1acario Estrada, Heliodoro Moreira, Perfecto Zavala y Ezequiel García; pero intervinieron oportunamente D. Federico Solórzano y don Hellodoro Rivas, Quienes lo– graron calmar a Martinez f aquell05 señores no hici,cron ninguna revela. ción. Esto se lo refirieron al' autor de estas lineas, loS señores Rivas y Solórzano 'y. Be Jo coíÚirm6 don 'HeUodoro Riv" ZavaJa~ . .

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