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« Previous Page Table of Contents Next Page »no. ,.Don Pedro Joaquín Chamarra. figura en él como Ministl'o de Relaciónes Exteriores yde la Gobernación. Es tradición que el Sr. Chamarra aconsejó a su her– mano, el Gral. Fernando Chamarra, que destacada unu fuerza Y lo situara en San Jacinto para impedir que los filibusteros se proveyeran de ganado.
----,Si se ocupo San Jacinto -dijo el Sr. ChClmorro-, está salvada Nicaragua y Centro América,
En el caso que mí se hi¡o en el magnífico resulta– do que conocemos. El hecho de que todos los portes e informes del GraL Estrada sobre aquel movimiento están dirigidos al Gral. Fernando Chamarra, es una prue–
ba evidente de que su jefe inmediato era éste y que
él ordenó la ocupación de San Jacinto.
'Mientras tanto, no bien tomó posesión de su cargo el SL Chamarra, dirigió notas a los Gobiernos vecinos pClrticipándoles el establecimiento del Gobierno Legítimo y pidiendo que fuera reconocido.
A esta nolaque llevaba fecha 29 de junio, contestó el Presidente de Honduras Gral. &mtos Guardiola el 19
de junio, entre otras cosas lo siguiente:
"Muy duro es para mí contestar a Ud. de una ma– nero nada satisfactoria, no pudiendo acceder por, ahora al reconocimiento del' señor .Estrada como legítimo man– datario de Nicoragua, pues Ud. debe saber que este Gobierno, débil en extremo, ha formado arreglos con El Salvador para reconocer a' Rivas, con la condición de que declarora a Walker fuera de la ley y confesara el error que había cometido. Rivas lo há verificado y el Gobierno de El Salvador lo reconoce y yo me he visto en la precisión de' hacer lo mismo; no obstante, me abstuve de verificarlo muy luego, y lo hice hasta que cartas fidedignas me demostraron ser un hecho positivo el avecinamiento de los partidos legitimista y democrá– tico" .
El Sr. Chamorra contestó coh la siguien carta: "Séñor General Don Santos Guardiola.
"He leído con tanto detenimiento como extrañeza la carta de Ud. datada el 19 del que cursa y la cual me hago la honra de contestOr.
Ciertamente, Sr. General, que debe ser penoso y muy duro para un gobernante sac.rificar sus propias opi– niones, sus convicciones P9líticas, la independencia de acción que constituye la. dignidad de un Gqbierno cual– quiera, y lo que es m6s, las sagradas obligaciones y deperes a que re sujeta t';lstrictamente la sociedad que le ¡confirió el poder de regirla, obligaciones y deberes que el, mismo haya jurado llenar a despecho de intere· ses personales y de temores más o menOS fuertes, más o menos fundados. ¿Y qué ha podido obligar a toma· ño sacrificio? ¿Cuál la causa qnte quien han cedido el deber y la conciencia? Es la debiliddd, Señor General, según Ud. me dice, la que le ha coló'cado en tan duro conflicto: es la debilidad la que 'le ha conaucido a sus– cribir el hecho inmoral del Gobierno de El salvador, re– conociendo al Provisorio, 'ese p'pder del\,lsivo cuyo origen ha impugnado Ud. con el mayor 'calor y decisión pocos días antes de verse Ud. envuelto en Fompromisos de gobierno.'
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. "EI c;obierilb Pfovisqrioé§ para l,J,d. el único poder ,de ~icdrdgua, y sin' eml;>argo, Ud. parece reservarse po· ra más tarde el reconocimiellto del Gobierno Legítimo, que así se colige de dquella's 'sus palabras: "No pudien– do por ahora reconocer al señor i;strada".
"Si en algún caso pudiera realizarse ese' prop6sito que Ud;' atribuye a los otros Gobiernos, sentiríamos,que la debilidad arrastrara la acción del suyo, cuya favora– ble disposición siempre hemos estado dispuestos a creer; porque entonces los democráticos tendrían motivo para calificar de falsa e innoble nuestra c.ndueta, calificación que en cierto modo arrojase transcendencia sobre todos aque Ilos a quienes Ud. pretende honrar con su amistad y adhesión.
"Hasta ahora no ha habido arreglo ninguno entre los partidos, y nuestra ¡'esolución es siempre la misma, es irrevocable. No reconoceremos jamás al llamada Go–
bierno Provisorio, aunque nos quieran obligar con su e¡emplo los otros Gobiernos, como lo ha hecho el suyo. No consentiremos jamás en que nuestra desventurada Patria quede en manos de los mismos que la han ven– dido al extranjero, que la ,han aniquilado y confundido entre ruinas. Ninguna consideración en lo humano pue– de cambiar nuestro propósito ni hacer variar en un pun– to nuestra detel minación definitivamente meditada y
apoyad~ por todo el Petrtido como por un solo individuo. No se cr~a tampoco que puede imponérsenos la, ley con
la actitud severCl y amenazante de huestes numerosas, ni que cederemos al mandato del fuerte ni de todos los fuertes. O triunfa el Partido de la legitimidad en el cual está vinculada la salvación del país, su indepen– dencia y libertad, o perecemos todos en el noble esfuer– zo de conseguirlo.
"Créame, General, que al sólo considerar que se nos posterga al bando execrable que htl causado nues– tra ruina; al considerar que se premian los ci"Í'menes ha· rrendos que han manchado el suelo nicaragüense, y' que esto se haga deprimiendo el honor, el patriotismo 'y la virtud; el considerar que nuestra Patria quede a' merc~d
de los hijos ingratos que la han sacrificado con infamia y que han arrojado sobre ella el más negro baldón; al pensar en todo esto, se inflama mí sangre y un furor inexplicable se apoderCl de mí.
"Es preciso morir antes que ser el juguete y la burla de los hombres, es preciso .arrostrarlo todo parCl que no triunfe la maldad, la falacia y el engaño; y tal es nues" tía resolución: mas si se malogra nuestro intento, tal vez no podwmos responder de nuestra conductCl: acaso los impulsos de una justa indignación,cpnfundiendo nues– tra razón, nos ar rClstren a un abismo de desgraCias que tengan que lamentar con nosotros aquellos mismos que hoy nos de.sprecian, olvidando sus propios intereses y los de lo Patria, y apoyando la funesta inconsecuencia de Jos principios y la fatal influencia del espíritu de partido. "No me halaga a mí, Sr. General, la idea de que el reconoCimienfo del Provisorio se haya hecho por cir– cunstancias de suyo transitorias; ni me halaga tampoco la prometida esperanza de un futuro cambio que ase– gure el resultado que hqy nos, prometemos d~ nuestros esfuerzos. , "La buena fe demanda franqueza en los procedi– mientos, y la arristad n.o puede 5.lJstentarse con palabras: ella está entrtlñada en el cqrazón; los hecho,s la demues– tran, •porque éllos sonlqexpresi6n inequivoca de los sentimientos.
. "Hemos Ilegado,al ~as~ de estimar tan sólo lo frán– ca y decidido, ¡Jorque se acerca el' día solemne que va a decir de nuestra suerte, y no reconoceremos como ami– go ni como hermano alqúe no lo pruebe en este trance.
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