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puestos más elevados sin mengua de su abnegación y de su patriotismo.

OLIGARQUIA

El haber aceptado el Presidente de la República mi candidatura, no cambia, por otra parte, ni altera en abso– luto el carácter ni la naturaleza de los hechos, ni en ma– nera alguna la constituye en una oligarquía o gobierno de familia. La oligarquía o el gobierno de familia no es una simple construcción del espíritu, sino que es y

debe ser un acto moral; y mi candidatura, nacida como he dicho del fondo del pueblo, habrá de subir a las altu– ras del poder únicamente en alas de la voluntad popu– lar, El General Chamorro al adherirse a ella, no ha he– cho más que reconocerse él mismo conservador, y acep– tar honradamente las decisiones de su partido, como tam– bién el Presidente Wilson no convirtió la candidatura de Cox en oficial, por el simple hecho de haberse adherido a ella, aceptando las decisiones de su partido, el partido demócrata.

HISTORIA Y TRADI'CION

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~s imposible comprender cómo podría permanecer rota en pedazos una agrupación de tan gloriosas tradi– ciones, como el partido Conservador de Nicaragua, cuyo origen se confunde con el de la independencia de la pa– tria y que tiene por fundadores a los grandes próceres de nuestra emancipación política, a quienes acabáis de levantar un monumento digno de ellos y de vosotros; un partido que después de haber vencido el año 23 en cruen– ta lucha a las huestes imperialistas y salvado la Repú– blica, puede presentarse librando en el Continente ame– ricano, antes que Lincoln, las primeras batallas por la libertad de los esclavos ei'l los inmortales campos de San Jacinto y Jocote y en las calles de Rivas el 29 de junio de 1855, en donde cayó peleando por la gran causa lo más florido de la juventud, o mejor dicho, de la adoles– cencia rivense; que cuenta entre sus próceres un hombre como José Dolores Estrada, ante cuya venerada memoria se inclinan los bandos opuestos proclándolo PADRE DE LA PATRIA; como José María Estrada que suelta apenas con el último aliento de su vida, la bandera nacional al caer asesinado en los campos de Somoto; como Nicasio del Castillo, casi desconocido de la presente generación, pero que, en medio de la derrota y de las más grandes vicisitudes nacionales, valeroso y magnánimo, mantuvo en alto esa gloriosa bandera, que antes enarbolaron Fru– to Chamorro y José María Estrada; un partido que regis– tra en sus filas los esclarecidos nombres de Fernando Guzmán, de Tomás Martínez, de los dos Cuadras, de los viejos Chamarras, de Joaquín Zavala, de Adán Cárdenas, de Roberto Sacasa de José Argüello Arce, de Gabriel La– cayo, de Hermenegildo Zepeda, de Evaristo Carazo, de Anselmo H. Rivas, de Tomás Ayán, de Emilio Benard y de cien más representativos de la heroicidad, virtudes y

cultura de nuestro bando; que ha llevado a cabo en lo moral y material los más grandes progresos restaurando en la República el orden social, político y económico, fun-

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dando la escuela gratuita y obligatoria, construyendo los telégrafos y ferrocarriles y creando y sosteniendo contra las asechanzas de la anarquía y del despotismo ese régi– men de orden, de libertad y de justicia de los treinta años que ha hecho época en nuestra historia; un partido de tra– diciones tan puras tiene razón de existir y debe vivir y vivirá para que la Nación no perezca y realice sus glorio– sos destinos. Pero debe vivir y vivirá por la unión de los descendientes de aquellos ilustres patricios, si el homena– je que les tributamos no es el de una estéril admiración y hacemos el propósito firme de no dejar perecer su obra y antes bien de conservarla e ilustrarla con nuevos y me– morables hechos dignos de nuestros gloriosos antepasa– dos.

De esta manera y no de otra, podemos conquistar el derecho de entonar un hosanna a sus grandes mereci– mientos y virtudes. Así y sólo así, en la unión y confra– ternidad conservadora, podremos levantar en alto los an– tiguos pendones del partido Conservador; esos pendones de la vieja libertad de los treinta años, que no conoció la generación presente, pero que son los mismos de la libertad nueva que hemos fundado sobre el pavés de la tiranía, así como la nueva moneda de hoy no es más que la vieja, honrada y limpia moneda de los treinta años.

PODER Y PUEBLO

Uno de los Más grandes pensadores del siglo, Woo– drow Wilson, ha dicho que: "El Poder de los hombres pú– blicos de una Nación reside, no en sus méritos persona– les, cualesquiera que estos sean, sino en la confianza y en el apoyo del pueblo y que mientras más grandes sean ese apoyo y esa confianza, esos hombres serán más fuer– tes". Seamos fuertes de ese modo, fuertes por la unión y por el apoyo y la confianza de ese nuestro querido pueblo conservador que nos ha sostenido con patriótico anhelo en todas las circunstancias y vicisitudes de la vida nacional. Alejémonos con ánimo sereno y fuerte, de todo espíritu de caudillaje; que sobre el sentimiento egoísta del partido predomine siempre la sacrosanto idea de la patria; que sobre la base fundamental de los principios de libertad y justicia en que nuestros padres crearon y

formaron a nuestro país, continuemos la paciente obra de reconstrucción, ajenos a toda mira egoísta; que se borre de toda mente conservadora la idea de predominio per- ' sonal y que no vuelva a repetirse entre nosotros que los trabajos de unión se hacen alrededor de tal o cual cau– dillo, porque por meritorio que se considere a ese caudi– llo si falta la voluntad de los interesados, la unión es imposible, y es bien sabido que nada durable puede fun– darse sobre las personas sino sobre el asiento granítico de los principios o ideas. Por mi parte consideraré como un gran honor el haber podido servir de simple interme– dio para realizar esa patriótica aspiración y si me atrevie– ra a reclamar de vuestra confianza un puesto personal en este gran conglomerado de hombres pensantes, de hombres independientes, de hombres patriotas, sería el de que en el momento de lucha, me permitieseis sobre– llevar !'tI peso de las responsabilidades y de los encona-

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