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« Previous Page Table of Contents Next Page »diala historia de la Gran República por más de cincuen– ta años.
Los Estados del Sur se entregaron sin reparo a una polític:a violenta de absorsión de los pueblos circunveci– nos, no tanto con el propósito de expansión territorial, puesto 'que se oponían a la reincorporación del Canadá, deseadu por el Norte, sino porque la extensión hacia al mediodía significaba el aumento de su representación en
el Congreso, su perpetuidad en el poder y el ensanche y mantenimiento de la esclaviutd, cosas todas estas amena– zadas con la dirección que tomaban los inmigrantes ha–
cia al Norte y más aún hacia el Oeste, y con todo, dice el mencionado publicista cubano Vanbureaux y el Sena– do americano rechazaban la admisión de Texas y el Pre– sidente Polk y su Gabinete vacilaron mucho antes de dis– parar contra México las armas de la Unión. Durante es– ta guerra, revolucionarios mexicanos se apoderaron de Yucatán y pidieron a los Estados Unidos la anexión. El Cuerpo Legislativo se negó, como se había negado antes el Ejecutivo, en 1822, a la anexión de la República de El Solvador.
El ilustre ex-Presidente de la Argentina don Faustino SClrmiento, en su "Vida de Lincoln", explica de manera muy clara la especial situación de dualidad de la política americana en aquella tremenda época y que bien pudiera considerarse como contradictoria, en las siguientes pala– bras, que son el mejor comentario del mencionado pe– ríodo histórico: "La esc1avitud-dice-buscó espacio para extenderse hacia el Sur sobre Texas, por la anexión; sobre México por la conquista, y sobre Centroamérica por el fi– li" usterismo" .
PANAMERICANISMO
Al considerar como se borrcm rápidamente las preo– cupaciones y des inteligencias entre todas las naciones de este continente, con la frecuente celebración de nues– tros congresos pananlericanos, no podemos menos de recordar las notables palabras que uno de sus más ilus– tres prohombres, John Adams, escribió con visión profé– tica a su esposa al firmarse la magna declaración de independencia:
"Ayer se decidió, declara, la más grande cuestión que hayan debatido los hombres y quizá no debatirán otra más trascedental en el trascurso de los siglos. "Sea de ello lo que fuese, el día en que se promul– gue la declaración será la fecha más memorable de América. Estoy convencido de que las generaciones futuras lo celebrarán como el gran aniversario. Tendrá que solemnizarse con actos de devoción y de acciones de gracia al Todopoderoso, en recuerdo del día de nues– tro rescate.
"Habrá de celebrarse con regocijos públicos, con revistas y juegos, con salvas y repiques de campanas, Con fuegos artificiales o iluminaciones generales, de un extremo al otro del continente, desde hoy para siem– pre".
Recordando estas hermosas palabras del que fué segundo Presidente, sorprende la c1arivedencia del esta– dista que desde aquella memorable fecha comprende todo el alcance de una revolución para el mundo entero. y con la visión de su espíritu asiste y hace asistir a sus contemporáneos a la contemplación del colosal desarro– llo de su país, libre, rico y feliz, después de más de un siglo de existencia, y columbra y hace columbrar el edificiente y grandioso espectáculo de América, separa– da en numerosas repúblicas, pero unidas todas en un solo ideal de justicia, de libertad y de respeto a la in– dependencia y soberanía de cada una de ellas.
EL BANCO NACIONAL Y LAS LEYES
DE NEW,YORK
Se considera bochornoso y depresivo para la Na– ción que el Banco Nacional de Nicaragua sea incorpo– rado según las leyes de Nueva York. Si nosotros tene– mos leyes, dícese, ¿por qué someternos a las leyes ex– tranjeras? Yo desearía que se me dijera cuáles de nues– tras leyes no son extranjeras? Se cree acaso que las le– yes que nos rigen ahora son las de los aborígenes? Los conquistadores españoles importaron aquí leyes extranje– ras junto con la civilización que entonces existía en el mundo, y si tomamos en un sentido muy estricto esas palabras, se nos podría también tachar a nosotros mis– mos de extranjeros, en este suelo en que nuestros ante– pasados, venidos de afuera, sentaron sus reales hace ya siglos. Yo' he visto recorrer las constituciones todas del mundo para establecer en nuestra Carta Constitutiva los principios de otros países más adelantados y con más experiencia en el Gobierno de los hombres. Se dirá por esto que nuestra Constitución es una constitución extran– jera? No tendría inconveniente en sostener una discu– sión si me dijeran que esas leyes son malas; pero decir que nosotros debemos rechazarlas porque son extranjeras, cuando esta misma Asamblea va a decir si los incorpo– ramos o no a nuestras leyes, es decir, si las hacemos o no nativas, es un absurdo inconcebible. ¡Leyes extranje– ras! Si el Cristo mismo viniera a nosotros y nos predica– ra su Evangelio en el mismo idioma en que habló a los hombres que tuvieron la dicha incomparable de escu– charlo, no me extrañaría ver rechazada esa santa doctri– na, porque era una doctrina extranjera.
EXPOLIACIONES Y RECONOCIMIENTOS
Varias veces he leído ataques contra mi familia a causa del reconocimiento que se nos hizo de nuestras pérdidas durante la prolongada administración del Ge– neral Zelaya; pero nunca he querido contestar a los anó– nimos liberales, porque constituidos durante 17 años en fiscales del panterismo, nos respetamos lo bastante pa– ra sentarnos en el banquillo de los acusados a ser juz– gados por los mismos criminales que nos han perseguido y robado. No fatigaré con una relación minuciosa de los sufrimientos y persecuciones, en nuestras personas y bie-
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