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componen descienden del alto puesto de Legisladores y de Jueces al de cortesanos, ni que pretenden envolver entre los anarquistas y retrógrados a ciudadanos que han venido com– batiendo el espíritu anárquico para introducir el progreso, cuando era desoconocido en el país y muchos directa o indio

recta~el1J~, lo combatían. (205).

Notem()s ante todo que el dictamen prescinde de calificar la medida de la concentración y disolución del Noviciado de los Jesuitas desde el punto de vista de la conveniencia y

la justicia, y sé limita a la estricta legalidad de los hechos. Mas, por lo que hace a "la expulsión definitiva de todos los miembros de la Compañia de Jesús," los dictaminadores no la con~~deran ni legal ni justa. El Jesuita Crispo!ti .ve en eSe pán-afo del dictámen una declaración valiosisilrtá pa– ra la justificación de los Jesuitas, "aprobada por el Congre– so, después de tan grande abuso que se ha hecho de las pa– labras constitucionales." (206)

i. Por qué aprueban, pues, los dictaminadores la conduc– ta del Ejecutivo? Porque, a pesar de 10 dicho, el Gobierno, si bien pudo haber equivocado la verdadera causa de la in– tranquilidad tenia motivos fundados para temer qu se altera– ra la paz.' Las cosas habian llegado a tal extremo, que el Gobierno, al dictar aquellas medidas, no traspasó sus atribu– ciones legales.

En resumcil, el dictamen dice: las medidas son legales, pero inconvenientes e injust.as.

Por otra parte, los hechos tenían más de año y medio de consumados. La prudencia aconsejaba no dar ocasión a los ánimos. para soliviantarse de nuevo, y menos cuando la improbación no nodia restablecer las cosas a su primitivo estado, y si incitar a ll1 revuelta. Y con ese objeto se de– cretó la aprobación de los acto~ del Ejecutivo, y se -puso asi punto final a aquel delicado asunto.

Hemos visto que don Enrique Guzmán redactó el dictá– men, de la Cámara de Diputados, en el cual al paso que se haci¡>n grandes elogios de la conducta del Ejecut.ivo por la expulsión de los Jesuitas. se afeaba la de la Comisión Sena– torial; Y hemos visto asimismo Que el propio señor Guzmán tomó el estandarte de los Jesuítas para agitarlo contra el Gobierno de Z2vala y hasta acusó

fl don Pedro Joaquin Cha– morro de proceder con doblez en e.J asunto.

j A que obede– cía esta conducta del señor Guzmán, o mejor dicho, de los li– beralps. YIl que fue uniforme en ese partido?

. Don Fabio Carnevalini nos da la clave de esto, y lo co– piaremos aquí como una luz más para el cabal entendimiento rlp aquellos sucesos, y para mejor conocimiento del Partido Liberal, de sus verdaderas intenciones y de las armas de que ~e vale.

En 1883 Carn~valini acusaba a Guzmán de haber repre– sentado una comedia cuando la expulsión de los Jesuitas; que en el fondo le gustaba, aunque aparentaba oponerse a ella. Guzmall negaba, pero el director de El Porvenir de Nicaragua le replicaba:

"Es que, en realidad, fuiste entusiasta por esa medida. como de toda otra que forme parte del credo del partido a que perteneces, en política o

en religión. por violenta que sea; pero como conoces por donde cojean las masas. te agra– da que ,esto sea hc:cho por el partido contrario al tuyo, para sacar ~u y tus amlg?s todo el .prC?vecho, dejando a aquél las molestIas y aun pehgros consIgUIentes a las innovaciones"

(207) .

n). Consideraciones finales.

No queremos hacer nosotros estas consideraciones sino qUe va!l10s a reproducir la de los contemporáneos.

Privada la Idea de que el Partido Conservador se había

ipartad~ de sus norma~ ~radicionales desde la expulsión de °tS JeSUItas y que el p81S Iba desde entonces marchando hacia o r?~ rumbos. El Gral. Zavala era el autor de esta nueva

~htIca'y de la fundación de otro partido con el nombre del

ogr~sJsta, que no era sino una rama desprendida del con– servatIsmo.

Do~ .Pedro Joaquín Chamorro comprendía esta política

~~~~Jmulaba sus sentimientos y opiniones respecto de

(205) Gaceta de 1882.

(206) Obra citada. página 47.

tes~07) Carnevalini eh El Porvenir, Mayo y Junio de 1883. Guzmán con– G· ,en El Ferroc8lrril. Para más detalles sobre la conducta del sefior p:zman en aquel conflicto. cóllsúltese la. ~bra Enrique Guzmán y su Tiém- , por el Doctor Pedro Joaquín Chamorro.

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ella. En carta que el Presidente Zavala le escribe con fecha 18 de abril de 1882, se leen estos párrafos: . "Cayetano probablemente se olvidó también de informar– le del. juicio cp-!e el amo Nic~o tiene de mi "mala política, que vIene nuhflcando al PartIdo Conservador y destruyendo la obra de mis antepasados y amigos". Pero este gravísimo cargo, que Ud. también me ita hecho más de una vez, si algo tiene de justo, yo no encueX1tro ya cómo responderlo sino es con la flaqueza de mi entendimiento y el de los .ho'mbres que me han acompañado en este tan cidiciado como ingrato puesto, respecto a la sanidad y rectitud de nuestras intencio– nes, Ud. habrá visto que hasta El Centro Americano ha te– nido la bondad de no permitir que se pongan eIÍ duda. "Algún consuelo es también para mí, y debe serlTo ma– yor para nuestro amigo el doctor (Cárdenas qué quizás esté al principio de su via crucis, ver al Partido Conservador ge– nuino proclamando para sucederme a dos hombres como don Vicente Quadra, y don José Chamorro a quienes, gracias a Dios, puedo llamar también compañeros en mis grandes erro– res, desde que se han hallado de acuerdo con el Gobierno en sus actos más trascendentales; y les han dado enseguida su más explícita aprobación." (208)

El Jesuita Cardella escribía lo siguiente:

"Y es muy conocida en Granada una expresión mía, a saber, que aunque el Partido Conservador pusiera un demo– nio de Presidente, este demonio nos dejaría en paz. Me equi– voqué; pero se equivocó también al mismo tiempO el Partido Conservador que por boca de sus jefes dijo públicamente a Zavala que, echándonos, daría en tierra con todas las tradi– ciones del Partido y malograría los trabajos y los sacrificios de muchos años. Mas Zavala, a quien los sectarios anticris– tianos han dado en llamar el prudente, con la expulsión de los Jesuítas, dió en el suelo con su mismo Partido; y esto aun cuando querramos decir (lo que yo tengo por cierto) que por miedo de los tiranos, temiendo infundadamente el qu fuera arrojado él y los suyos, repitiera el expedit ut unus moriatur pro populo, es menester que se sacrifique al inocen– te para salvar a nosotros." (209)

"Estas palabras-dice don Anselmo H. Rivas (210)-, no necesitan de comentarios. . El Padre Cardella dice termi– nantemente: "yo me equivoqué, pero también se equivocó el Partido Conservador; es decir, el Partido Conservador creyó, como yo, que el señor Zavala no sacaría a los Jesuítas, o lo que es lo mismo, no estuvo en sus planes".

A continuación copiamos también gran parte de un ar– tículo que el mismo don Anselmo H. Rivas publicó en 1886, en el cual hace "una liger:¡, reseña de los principales aconte– cimientos que se han verificado en los últimos seis años y

que han venido rápidamente conduciendo al Partido a la crí– tica situación en que se encuentra;" o sea su derrota final en los comicios de aquel año.

"Al descender del poder el señor Gral. Chamorro en mar– zo de 1879--escribe el señor Rivas-,dejó la República en perfecta paz: el Partido Conservador dominaba en el país con aplauso general, casi sin oposición, porque la poca que impugnó la elección del General Zavala, convencida de haber sido dominada por el número, y no por manejos indignos y supercherías, saludó al Presidente Electo haciendo manifes– taciones muy honrosas en favor de la administración cesan– te, por la amplia libertad de que había disfrutado, y no tar– dó mucho en confundirse con el partido vencedor y tomar puestos en la administración pública para contribuir a la bienandanza nacional.

"Los dos primeros años de la administración Zavala fueron modelo de buen gobierno: los grandes elementos acu– mulados por las administraciones anteriores: la paz octavia– na que había logrado establecerse a costa de grandes sacri– ficios: las mejoras materiales que había iniciado la adminis– tración anterior: el estado próspero del tesoro: las importan– tes conquistas hechas en nuestras instituciones políticas, to– do presagiaba una larga era de prosperidad y bienestar y nadie podía imaginarse que el país retrocediera a las épocas luctuosas de nuestra historia, de que apenas hay testigos pre– senciales.

"Nicaragua había alcanzado alto renombre por la con· ducta cuerda de su Gobierno; su crédito dentro y fuera de la

(208) El original, en el archivo del Dr. Pedro Joaquín Clhamorro.

(209)/ Artículo en el Daily Examiner, San Francisco de Cal. 18 de Julio de 1881. traducido al español e incluido en la obra citada del P. Crispolti, página 16'3. .

(210) En El Centro Americano, 22 de Diciembre de 1883.

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