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una revolución, estaría dispuesto a defender al Gobierno con su vida y propiedad.

"Por instancias del señor Lacayo se hizo concurrir al se– ñor Chamorro a esta oficina. El señor Lacayo le mostró el acta, y le preguntó si la suscribiria. Habiéndola leído el señor Chamorro, dijo que no.

"-¿Niega Ud. su apoyo al Gobierno?-dijo el señor La– cayo.

"-No-repuso el señor Chamorro-: yo suscribiría una acta de adhesión al Gobierno, consignando, primero:. que no obstante no estar de acuerdo con la medida por consl~erarla

impolítica, inconveniente e injusta, si por ella se orIgmase un trastorno, daría todo mi apoyo al Gobierno.

"Entonces los señores Lacayo y Rivas se cruzaron una mirada de inteligencia y, el segundo dijo:

"-Ya Ud. ve, don Roberto, que no hemos hablado sobre este asunto y sin embargo pensamos del mismo modo. "-Esto consiste--añadió el Sr. Chamorro-, en que nos– otros marchamos sobre principios fijos, sin perseguir inte· reses bastardos. Vaya usted donde cualquiera de nuestros hombres, donde Urbina, por ejemplo, y estoy seguro. de que le dará la misma contestación. Por respeto a mí mIsmo no firmaria un documento de esta especie: me rebajaría aún a los ojos del mismo Zavala con semejante acto, aprobando de antemano lo que él haga.

"Esta es la historia del acta". (188)

En su carta del 10 de junio habla don Pedro. Joaquín Chamorro al Presidente Zavala de que las lllstrueClOnes que éste ha dado al Prefecto señor Lacayo para que se ponga de acuerdo con el primero "en ciertos puntos muy subaltel\– nos," han servido <le base para que Fra-Diávolo hiciera apa– recer maliciosamente a don Pedro Joaquín como de acuerdo en secreto con la expulsión y enemigo de ella en públic? El mismo artículo de ~l Centro Americano que hemos CItado, explica eso del siguiente modo:

"Respecto de las consultas de que se hace mérito, lo que hay es esto: Dos o tres dias después de recibida la orden de expulsión, el señor Prefecto, asociado del señor Gobernador Militar, (189) en virtud de una carta confidencial del señor Zavala en que le decía que esperaba que ambas autoridades obraran en perfecta inteligencIa entre sí, y de acuerdo con las personas prmcipales, quienes, cualesquiera que fueran sus opiniones, no consentirían en que el orden se subvirtiese, se presentó en la oficina de los señores Chamorro y Zavala a consultar con don Pedro Joaquín ciertos detalles sobre la ejecución de la orden relativos al tiempo y a la suma que debía darse a los Padres. De pronto se sorprendió (don Pe– dro) de aquel paso del Sr. Prefecto, y le dijo:

"-¿Por qué no consulta Ud. con don Gabriel (Lacayo) u otra persona que esté en el pensamiento del Gobierno? Yo debo mas bien serIe sospechoso.

"Sin embargo, reflexionando que aun en aquellas circuns– tancias su consejo podía ser de alguna utilidad, le dijo: "-Por honor del país, por honor del Gobierno, por ho– nor de Ud. y sobre todo, por honor de esta culta población, conviene que a los Padres se les dé el mayor tiempo posible para que hagan en calma todos sus preparativos. En cuan– to a la suma que debe pagárseles, que sea el máximun de la cantidad que determine el Gobierno para este efecto. "Su primer consejo no fue seguid!), pues la notificación no se los hizo sino hasta la víspera de la partida."

¡J. Sentimientos intimos de don Pedro Joaquín

Chamorro en la "Cuestión Jesuitas."

Si los documentos que hasta aquí hemos citado no baB– tasen para demostrar que don Pedro Joaquín Chamon'o ju– gaba limpio a favor de los Jesuitas, la carta que a continua– ción publicamos nos dejará persuadidos de sus verdaderos sentimientos, ya que ella fue escrita en la intimidad a un amigo, sin pensar que se publicaría, y en realidad ha per– manecido inédita hasta hoy.

De esta carta sólo poseemos el bOlTador, y aunque en él no aparece la feeha, por el texto se conoce que fue escri– ta poco después del 8 de junio" acaso e,1 10 o el 11. Dice así:

(188'), El Centro Americano, No. 26, de Junio de 1881.

(189) Gral. Miguel Viji!.

"Sr. Don Manuel Ignacio Terán.-León.

"Mi muy apreciado amigo: Como usted ha debido su– ponerse, su estimable carta del 6 (190) me llegó después de" haberse consumado la obra de la expulsión de los RR. PP. Jesuitas. ",

"Por la excitación, aunque pacífica, de este pueblo cal· culaba la de ese vecind~lrio y durante la crisis no cellé un momento de pensar en la situación de Uds., que la conside. raba harto grave y no exenta de peligro.

" "Aquí se me molestó mucho, pidiéndome que me encar– gara del poder, como si yo lo hubiese depositad? te!1'poral-, mente. Se me anunció que el pueblo se amotInarla para," pedirme e~e paso, y aun recibí anónimos en el mismo sentí– do. Todás estas proposiciones las veía como hijas .~,~'una'

imaginación acalorada, y puse en juego, en unión de ;varios amigos, tOdos los recursos de la prudencia y de la persua– ción para introducir la calma en los espíritus y convencerlos de que el heroico remedio que buscaban al grave mal de que se sentían heridos, y que no era otro que la rebelión contra el Gobiernil, era un mal infinitamente superior al que actual· mente pesaba sobre nosotros.

"Yen efecto, mi amigo, si el General Zavala no retroce· día en el camino en que se había lanzado, explicando los mo~

tivos que había tenído para dar el primer paso, y ab 15 tenién. dose de seguir adelante, por no tener para ello motivo sufi· ciente, en razón de que semejante conducta comprometía en su concepto la dignidad del Gobierno, ¿cómo podría suponer– se que depositara el poder para que otro desbaratara Su obra? "Yo estoy enteramente de acuerdo con Uds. en senti· mientos y aspiraciones; sólo disiento en el modo de tratar las cuestiones políticas. Enfrentarnos al Gobierno, en mo· mentos en que muchos conservadores, por una aberración concebible (191) trabajan por desprestigiar al Partido, y en que muchos liberales se empeñan activamente por identifi– car a Nicaragua con los liberales de Occidente (192), sei'Ía ponernos en la imposibilidad de reparar en lo futuro los da– ños sufridos.

"Los exaltados de aquí nos censuraron la última parte de nuestra carta al Gral. Zavala. Hubieran querido una protes– ta seca ya que no una amenaza; pero esto hubiera sido nues– tra ruptura con el Gobierno, que es lo que desean nuestros comunes enemigos; y lo que prueba lo político de esa parte, es el deság'l'ado que en todos ellos ha producido.

"Desengáñese, don Manuel Ignacio, en)as cuestiones con los depositarios del poder público, si la amistad no vale nada, mucho menos valen las amenazas. En 1872, cuando el tra· tado Arbízú-Carazo, el Sr. Quadra consultó con varios ami– gos de está sobre si debía o no aprobarse aquel pacto en que se estipulaba la expulsión de los Jesuítas. Varios amigos de Rivas vinieron en apoyo del Ministro negociador, y se pu~

sieron de acuerdo, con las personas que fueron consultadas, en la necesidad de aprobar aquel tratado para conservar la paz con las otras Repúblicas. Yo disentí, y le expresé al se· ñor Quadra mi voto particular, basado en los mismos argu– mentos de nuestra última carta. Mi desaprobación a la me· dida es tan enérgica, que, aunque ella sería una brillante

contest~ción a los que me quieren hacer aparecer como Pon· cío Pillito lavándose las manos, no he querido publicarla

(193), porque en las actuales circunstancias sería subversiva. Sin embargo, en esa carta terminaba ofreciendo al señor Quadra mi' apoyo a su Gobierno si, a pesar de mis razones, él seguía" una política que yo consideraba contraria a las con– veniencias del país. Esa parte final decidió tal vez la cues– tión, porque en ella vió el señor Quadra la expresión del ver– dadero amigo, y se conformó con mi opinión.

. "Es" preCiso que seamos cuerdos: consumados los acon– tecimientos, nuestros deber es calmar las pasiones; y ya que no nos; es dado restablecer las cosas a la condición en que estaban, debemos esforzarnos por impedir que los anarquis· tas operen_ un; desconcierto al favor del descontento de los hombres honrados. Aquí se ha comprendido perfectamente en qué consiste la verdadera conveniencia del país. 'y el pue-

(100) G de Junio de 1881. Esta carta y otra del 7 que mencionan más adelante, no han sido encontradas..

(191) Borrada la siguiente frase: "por despecho y por pretensiones no muy ICi-!ítimas" y sustituida así: upor una aberración inconcebible' ' '.

(l n2) (Se refiere a los liberale. de Guatemala, El Salvador y Honduras.

(193) La carta a que se refiere el señor OhBmorro ES la que insertamos en el Capitulo XV. La publicó unos dias después de haber escrito ésta al señor Terún, en El Centro Americano del 25 de Junio de 1881.

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