Page 117 - RC_1968_05_N92

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nera alguna nuestra amistad y aprecio hacia Vos,ni debili. tará nuestra adhesión al Gobierno que os ha cabido en suerte presidir.

SÓplOS, con las más altas consideraciones, d~ V. E. muy attos.;ii SS. SS. , , ~ .,

:', (t';] P. Joaqum Chal!l0rro.-Francl~co ,!Imenez.-Maca-rio Alvarez.-Manuel Urbma.-,.:\ .. ,H. Rlvas.. . :. ,'~NOTA: La presente exposlclon no ha sIdo suscrIta por los señóres Don Dionisio Chamorro y Lcdo. Don Santiago Morales por hallarse ausentes; pero estamos áutorizados pa– ra manifestar que aprueban en todos sus puntos los concep– tos que contiene."

f). Comentarios sobre el final 'de la

anterior exposici6n.

,El final de esta ca~1;a mereció comentarios desfavOl'ables, de l)arte de los que opinaban que debió haber concluído con una solemne protesta o con las simples cortesías de estilo en la cOlTespondencill, epistolar. Muchos se valieron de tal cir– cunstancia para acusar de insinceros a los firmantes, dicien– do .que en lo privado estaban por la expulsión y la comba-tían en público. •

El Señor Chamorro explica esta conclusión en uná carta a Don Manuel Ignacio Terán que insertamos más adelante. Del mismo modo que la del 30 de Mayo concluía la carta que en 1872 dhigió al Presidente Cuadra sobre el mismo tema, y esa protesta final de adhesión dió a aquel documen– to a

un valor de sinceridad en que descansó su éxito com– pl'eto. "

"Si cada ciudadano debiera protestar por tedos los actos (lel poder público ejecutados en contra de sus opiniones– decía don Anselmo H. Rivas refiriéndose al mismo punto-, se elevarían protestas contra el decreto más insignificante; si el hombre de orden, el amigo tuviesen el deber de negar al Gobierno su adhesión y apoyo, por desacuerdo en el modo de apreciar una cuestión particular, equivaldría a mantener

el país en constante rebelión y anarquía." (180)

Por otra pa11;e, con las cartas privadas de Don Pedro Joaquín Chamorro que se publican en este capítulo; las cua– les hasta ahora han permanecido inéditas y no 'fueron escri–

tas con,'intenciones de una defensa póstuma; las palabras de slt' testamento cuatro días antes de morir; la actitud poste– rior de Don Anselmo H. Rivas, quien siempre condenó la expulsión, lo mismo que don Manuel Urbina, demuestran que aquellos señores eran sinceros. ,

Aun antes de publicarse esf.as pruebas ya lo creían así las propias víctimas de la expulsió11. El Padre Crispolti S. J .. uno de los extrañados, escribía en 1882. "La conclusión por cierto es errónea y en aquellas circunstancias parece imprudente; mas no es bastante por sí sola para poner en duda con sólido fundamento la sinceridad de aquellos seño– res/' (,:1,81)

, Ltiego, para demostrar el error, el Padre Crispolti rebate la de~ensa de don Anselmo H. Rivas por estas palabras: "La solemne protesta puede decir oposición activa, y el exigirla podría parecer o ser indiscreta; mas las simples cortesías quieren decir inacción u oposición pasiva, y ésta es un deber del ciudadano y del ami.go, cuando se piensa que el amigo y mandatario da un paso fatal e i.njusto."

"Sea como fuere-concluye el Padre Cispolti-, aunque en la política de nuestros días no todo es factible,: la seriedad de la carta, la solemnidad de la situación, el carácter de las personas, y, por lo que toca al Sr. Chiamorro, sus anteceden– tes y su correspondencia publicada en El Centro Americano

y reproducida por nosotros más arriba (182), me parecen suficientes, hasta nuevas pruebás en contrario, para hacer un juicil;) favorable a su sinceridad cuando firmaron la carta,

g}. Contestación del Presidente Zavala.

El Presidente Zavala contest6 las anteriores cartas con dos que dirigió, una' p1ivada a Don Pedro Joaquín Chamorro la cual hasta ahora ha permanecido inédita, y la otra públi- (180) El Centro Americano. 25 de Junio de 1881.

(18I) F. M. Crispolti S. J. El Mensaje del 24 de Enero y el dictamen

ele! 21 de Febrero. Examen' histórico-Juridlco, Nueva York, 1882, páp. 93.

(182) L. c. Aqu~ se refiere a las cartas al PréSldente Cuadril. que CÓ-'

Pd lamóli en el Capitulo XV, y a algunOll párráfos de las de 16 de Abril y 30

e Mayo de 1881queenla :Biogri.fla 'trascrlbbl1OB ',i'ntegtali, '

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ca que vió la luz en La Gaceta Oficial. y en otros periódicos de la época: / ,:,..' " ""

y para atribuir aquella ¡Jesgraciada conclusión a un 'error, al cual están sujetos todos los hombres.'" La primera dice así:

"Managua 31 de mayo de 188!.

"Seño): D,on Pedro IQaquín Chamorro.-Granada. "Estimado amo Pedro: He leído atentamente su apre, ciable carta de ayer, que me llegó junto coil. una exposición firmada por Ud. ,mismo y pQr varios amigos, y a la cual respondo separadamente. '

"Ante todo, permítame decirle que si no le he estado escribiendo sobre la opinión que el Gobierno ha venido fol'. mando de los sucesos de León, y particularmente sobre su determinación de expulsar a los Jesuítas, era porque sabien. do que ella contrariaba las opiniones o los sentimientos de Uds., no queria colocarlo en una situación más difícil que la que ha estado atravesando.

"Yo comprendía muy bien, como se lo expuse cuando estuvo Ud. aquí, las dificultades en que el Gobierno se vería tomando la actitud que ha' a'sümido, y me he hecho cargo t.ambién de que acaso puede sobrevenir una revolución, re~

sultado que sería más probable si la conducta del Partido tendiera a desvirtuar la providencia; pero, pesando impar. cialmente las cosas, y sin que medien, como Ud. sabe, pre· venciones de' ningún género, se ha persuadido el Gobierno de q\le sería mayor la suma de males que habríamos de la– mentar, si ella no se llevase a efecto. En este caso, los mis· mos enemigos a quienes tenemos ahora se levantarían fácil– mente con la bandera antijesuitista y no les faltaría enton– ces Quien los apoyase alrededor de Nicaragua. Difícil sería consignarle en esta carta todas las consideraciones que so– bre este punto hemos tomado en cuenta.

: "Cuando Don Vicente en su Mensaje y su Ministro en la Memoria pidieron la expulsión de los Jesuítas, expresando los peligros de su permanencia en la República, sin que has– ta entonces se hubieran consumado acontecimientos como los de Matagalpa y León, l'ecuerde Ud. dos cosas: que nuestros enemigos combatieron frlmcamente la idea elevando exposi– ciones hasta el Congreso mismo, a diferenCia de lo que ha~

cen hoy; y que el Partido no combatió al Gobierno ni por· el aspecto 'religioso ni menos por el de nuestros principios y honrosas tradiciones. (183) Al hacer uso el Gobierno del Art.

55 de la Constitución, no siempre puede publicar los docu– mentos en que su juicio ha descansado. Un Gobierno que de ningún modo ha provocado los acontecimientos actuales

y <Jue nunca ha hecho política de persecución contra nadie, lo justifican sus mismos antecedentes.

"Cómo debe Ud. considerar, yo he buscado un medio que cQncilie las dificultades el).' que el Gobierno se encuentra, y

desde que el fundamento' de sus providencias han side) las asonadas de Matagalpa y León, no sé cómo podría, después de lo hecho en la primera ciudad, <Juedarme indiferente res· pecto a la segunda, y allí conduce la tangente que Ud. me dice han encontrado en esa.

"Conversando aquí con, el Sr. Don Manuel I. Teráu, yo le decía Que si los Jesuítas !le !Alón y los residentes ahora en Granada se hallaran disPllestos a dejar el país voluntaria· mente, el GQbierno no procedería contra los que viven en Segovia, Masaya y Rivas, quedando éstos en sus respectivas localidades; así, aunque la providencia no sea radical ni deje de ser objetada con fundamento; el Gobierno podría probar que no persigue a la Compañía sino en los lugares en donde sus miembros han sido causa de intranquilidad y de desor– den. El Sr. Terán creyó que esta proposición era acepta– ble, y quedó de discutirla con el Sr. Obispo y con los Jesllí·¡ tas de León, y comunicarme el l·esultado.

"De otro modo, amo Pedro, yo siempre creeré que retro– cediendo, el Gobierno queda sin el prestigio y sin el respeto debidos a su autoridad. Por lo que a mí personalmente toca, le repito lo que le manifesté en ésta: si ese medio no fuese (183) En realidad, en la época a que se refiere el Presidente Zacala las providencias' contra los Jesuitas nunca se lIevarón a tal extremo que pro– vocaran asonadas y resistencias por parte del pueblo, Antes de llegar a esta, violencias. el Gobierno dejó en pa:o iL Jos JeSuitas. Por otra 'parte. el Partido sí combatió la idea de la expulsión; por lo menos la combatió don Pedl'o "JQ&quíl'1 OHamorto, reputado entonces como jefe del conserva· tisMo, alegand9' que tal Pl'ovidencia era contra derecho natural y violaba en

particular ei derecho constitucional de Nicaragua. Lo dijo así en priva. do en ~Ja carta que dírigíó al Presidente Quadra y que hemos trascrito en el Capitulo XV de esta Blog~afla: y en el Cóngl'eso. cuando el propio Sr. Chamarra se opuso a la medida. dando en público las ra:oones que en pri· vado ,habla' expueSto: al Presidente QUadra~ , '

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