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« Previous Page Table of Contents Next Page »con un número ya muy considerable de novicios, contravenían a leyes vigentes, cuyo respeto se ha venido reclamando, como Ud. bien sabe, mucho tiempo ha. Y luego, por el estudio cui· dadoso que hemos estado haciendo de los sucesos de Matagal– pa y por el proceso que con motivo de ellos se ha levantado, se cOl~prende y se prueba que los mismos Padres, consciente o inconscientemente son una de las principales causas del ma– lestar e intranquilidad de aquellos pueblos.
"La medida se llevó a cabo sin estrépito ninguno, guar– dando a los Reverendos Padres todos los miramientos debidos,
y ofreciéndoles y procurándoles los recursos necesarios para su marcha, salieron de Matagalpa el 4 del corriente y llega– rán a esa hoy o mañana. Los novicios de aquel departamen– to fueron devueltos a sus respectivas familias, y con Elizondo vendrán los de estos lugares para hacer otro tanto.
"Mientras llego a esa con el Dr. Cárdenas y damos a Ud. pormenores de todo lo sucedido, espero que Ud. creerá y hará creer a toda la familia que no hemos sido guiados por otro sentimiento más que por el de nuestros imprescindibles debe– res.
"Elizondo volverá en toda la semana entrante, dejando en Matagalpa una Compañía para mientras se acaban de cum– plir ciertas providencias dictadas allá. Tratamos de reducir a los indios a vivir en poblado y que se gobiernen bajo un sis– tema más en armonía con nuestras instituciones.
"Varios días hacen ya que no tengo carta de Ld. Espero que no sea por causa de enfermedad. Con mis recuerdos pa– ra doña Luz y familia toda, soy como siempre su Afmo.
(f.) J. ZAVALA. (176)
d). Actitud de los liberales.
Era indudable que la lentitud con que procedía el Presi– dente Zavala en la expulsión de los Jesuítas se debía a la oposición que para ello le hacía su propío partido. Los libe– rales por el contrario, aunque aparentando defender a los Je– suítas por conveniencias políticas, en el fondo deseaban su expulsión y a veces 10 manifestaban así claramente. Don Enrique Guzmán decía a don Fabio Carnevalini, Di– rector de El Porvenir:
-i, Qué hace Zavala que no los expulsa? Bah! No quiere el Cacho. (177)
El Cacho, como se sabe, era el partido de, don Pedro Joa– quín Chamorro.
El Termómetro, periódico liberal de don José D. Gámez, número del 5 de junio de 1881, al par que indirectamente ex– cita al Gobierno a sacar a los Jesuítas cuando el Presidente parecía vacilar, admite que el Partido Conservador era amigo
y defensor de la causa de aquellos sacerdotes.
"Si el Gobierno se decide a sacar a los Jesuítas-decía aquel periódico-, el señor General Zavala, que pertenece al Partido Conservador, habrá roto con su partido que, débil y combatido por el progreso, contaba con los Jesuitas como un poderoso punto de apoyo que le embruteciera y le fanatizara al pueblo para poder esquimarIo sin trabajo."
"El señor General Zavala, pues, si quiere ser consecuen– te con los suyos, debe dejar a los reverendos en su lugar."
y como para no dejar duda de las personas a quie.nes se dirige en los párrafos preinsertos, bajo el rubro Organo Frai– luno, en el mismo número, dice lo siguiente:
"El Centro Americano de Granada, botando toda careta, se declara franco campeón de los frailes en el número 22 del
(176) Los originales de estas cartas se conservan en el archivo del Dr. Pedro Joaquín Chamono; la del 20 de Ahril está incompleta. El califica– tivo de amo Prora con que el Presidente Zavala llama a su amigo, no debe
interpretarse como una expresión servil; era un modo cariñoso de nombrar
a ciertas personas de consideración, como decimos tata o tío a sujetos de l'e3peto con quienes sin embargo no nos ligan vinculas de parentesco. La acusación contra los J esuítas, de ser ellos los causantes de la rebelión, IlUn–
ca les fue probada, y don Pedro J oaquin .Chamorro no la creyó, como vere– mos por BUS cartas posteriores en el curso de eate asnnto. Tampoco le satisficieron las razones que personalmente le daria después el Presidente Zaval", pues en el dictamen que el Sr, Chamorro firmó en 1881 como Se– nador sobl'e la conducta del Ejecutivo en aquello.. sucesos, manifiesta que
H no ha encontrado raz6n alguna: gp.e altere sus primitivas conviccionesu~ si bien estuvo de acuerdo en que' se aprobara la conducta del Ejecutivo 1"01'
conF;ideraciones políticas que explicaremos en BU oportunidad. La opqsicJón al Instituto de Occidente no fue obra de los Jesuitas, sino del Clero leonés. el cual con justicia se oponía al masón José Leonard quien en el discüi'~o
inaugural de aquel centro de enseñanza declaró que el Instituto "tratará de emancipar la inteligencia de BUS alumnos de preocupaciones y errores, dando rienda suelta a la razón para que investigue filosóficamente la ver– dad,
(177) El Porvenir, Junio 4 de 1888.
28 del próximo pasado mes (mayo de 1881)... Ciertamente que era inconcebible que un órgano conservador permaneciese ca– llado cuando se atacaba a sus poderosos aliados los frailes." Todo está calculado en estos pocos párrafos para produ– cir el efecto deseado. Por un lado se hace aparecer al Presi– dente Zavala dominado por su partido; y por otro, que esta influencia tiene por objeto imponerle que embrutezca y fanati. ce al pueblo para poderlo esquilmar sin trabajo.
Esta mentira contra la obra de los Jesuítas, que más tarde aparecería plenamente desvirtuada por los hechos, debió de hacer gran efecto en el ánimo orgulloso del gobernante, quien tenía a mucha honra profesar lo que entonces llamaban ideas avanzadas, y que no eran otras que las ideas liberales, las mismas de El Termómetro si bien practicadas con más mo'... deración por hombres como Zavala, educados en la escuela de la honradez y la caballerosidad.
En el mismo número, el periódico rivense, irritado por la lentitud con que procedía el Gobierno a la expulsión de los J esuítas, lo critica acerbamente y hasta confiesa que no es ne– cesaria la medida. Tres días después de firmada la orden de expulsión y ya sea porque lo ignoraba, ya que fingiese igno– rarla, escribía:
"Se hace inconcebible, a decir verdad, la conducta del Go. bierno. ¿Qué fue lo que se propuso? ¿Sacarlos? Pero ¿en dónde se ha visto sacar Jesuitas, haciendo tanta bulla y pero mitiéndoles escribir, y que se levanten actas en su favor? La experiencia ha demostrado que hasta en los países cultos, cuan– do se ha tratado de expulsar a los Jesuítas, ha sido necesario hacerlo por medio de una sorpresa. Estaba reservado a Ni– caragua hacer tan ridiculo alarde de fuerza para terminarlo de la manera más tonta y cobarde. ¿Se propuso el Gobierno no sacarlos? Entonces es mucha más ridícula su conducta. Ha tenido agitado a Nicaragua por más de un mes, ha ocasio– nado grandes gastos a la Nación con un pié de ejército pero manente; ha arrebatado a la agricultura centenares de brazos que hacen muchísima falta. ¿Y todo para qué? Para nada. Para nada, decimos, porque proviniendo todo el descontento de los amigos de los Jesuitas, tranquilizando a éstos por medio de un manifiesto, nadie se hubiera agitado y todo estuviera quieto."
e). Oposición de don Pedro Joaquín Chamorro
y del Partido Conservador.
Don Pedro Joaquín 'Chamorro, viendo que la expulsión de los Jesuitas era inminente, determinó hablar en público al gobernante, y asociado de los hombres sobresalientes de su partido, desaprobar aquella medida. En consecuencia, el 30 de mayo de 1881 dirige al Presidente Zavala dos cartas, una privada y otra pública: la primera hasta ahora ha quedado inMita, la segunda se publicó en la Gaceta y en El Centro Americano.
La carta inédita dice asi: "Granada, mayo 30 de 1881. "Mi querido Joaquín:
"A pesar de que tenia el propósito de no volver a hablar ni escribir sobre el asunto de los Jesuitas, que tantos sinsa– bores viene ocasionando, no puedo dejar de hacerlo por el in– terés que tengo por tí, por tu Gobierno y por el país, que veo próximo a precipitarse en un abismo.
"Tal vez pienses que estoy muy preocupado, viendo fan– tasmas; pero lo cierto es que me hallo tranquilo, juzgando en calma y resuelto a sufrir las consecuencias COll la resigna– ción de un mártir.
"Eres mi amigo y debo hablarte con la franqueza que me es característica y que cumple a la verdadera amistad: la medida de expulsar a los Jesuítas es mal vista por conserva· dores y liberales, por el país en general, con muy pocas ex~
cepciones; y con ese paso no haces otra cosa que entregar la situación a nuestros enemigos, y a nosotros, amarrados de pies y manos.
"Nada diría yo de que, animado de hacer un bien postivo al país, aun a despecho de la generalidad, desentendieras mis observaciones, considerándolas hijas de un espíritu fantástico' o de preocupaciones añejas, si pudieras contl!-r cOn un partido liberal que te apoyase con decísión y buena fe, y al que te fuera dable dominar en una circunstancia dada; pero esto no sucederá nunca así, y una vez desquiciado el orden, y que too me preponderancias ese elemento, no sólo no podrás dar ga· rantías, sino que tú mismo no las tendrás. En efecto: IOI!
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